Cómo abandonar una embajada sin romper todo en Cambiemos

Cómo abandonar una embajada sin romper todo en Cambiemos

Lousteau puede tropezar con el intento de Rodríguez Larreta de birlarle a Carrió y a la CC-ARI y, si fuera necesario, de convencer a los radicales para armar, finalmente, Cambiemos en la Ciudad.


Como su homónimo Félix Lousteau, aquel legendario puntero izquierdo de La Máquina riverplatense, que en cada jugada debía decidir si enganchaba hacia el área o hacia la raya, el actual diplomático deberá resolver esa misma disyuntiva antes de abril. Tropezará aquí con el intento de Rodríguez Larreta de birlarle a Carrió y a la CC-ARI y, si fuera necesario, de convencer a los radicales para armar, finalmente, Cambiemos en la Ciudad.

El asado fue solo una distracción, porque en realidad lo que se cocinó en Olivos en la noche del lunes fue un muy condimentado potaje acerca de cómo encarará la alianza oficialista Cambiemos la elección legislativa que se aproxima.

De la reunión participaron por el Pro, además del Presidente de la Nación; la vicepresidenta, Gabriela Michetti; el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el presidente del Pro, Humberto Schiavoni; el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, y el secretario general de la Presidencia de la Nación, Fernando de Andreis.

Por parte del radicalismo concurrieron el presidente de la UCR, José Corral; su antecesor en el cargo, Ernesto Sanz; el diputado Mario Negri (presidente del interbloque de Diputados de Cambiemos); Ángel Rozas (titular del interbloque de Senadores); los gobernadores Alfredo Cornejo (Mendoza), Gerardo Morales (Jujuy) y Ricardo Colombi (Corrientes); el vicegobernador de Buenos Aires, Daniel Salvador, y Lilia Puig de Stubrin, presidenta de la Convención Nacional.

Como se puede ver, nueve espadas de cada lado, que fueron cruzadas en varias ocasiones, como cuando se le reprochó al Pro por los dichos del jefe de la Aduana, Juan José Gómez Centurión, al que los radicales tienen entre ceja y ceja desde que se plegó al levantamiento de los “carapintadas” que lideró Aldo Rico en 1987. En esta ocasión, en un programa televisivo, expresó que no hubo un plan de la dictadura para hacer desaparecer a la oposición política y que todo fue casi una fatalidad del destino. Además, volvió a cuestionar la cifra de los desaparecidos, que situó en torno de los ocho mil, desatando un vendaval de críticas por parte de los organismos de derechos humanos y de la propia Vidal, que lo castigó por teléfono.

Asado para todos

Una de las primeras conclusiones a las que llegaron los referentes que se reunieron en Olivos es que es necesario conformar las mesas de Cambiemos en los territorios en los que aún no existen, entre ellos en la Ciudad de Buenos Aires. Y este es un tema que afecta directamente al “rebelde” Martín Lousteau, el invento porteño del Coti Nosiglia, quien luego se sumó a Cambiemos dejando huérfano el acuerdo porteño. En este caso, Nación mató Capital para el bueno del Coti.

Lo primero que Lousteau deberá decidir es si es oficialista u opositor. Si Energía Ciudadana Organizada (ECO) enfrentara con sus candidatos a Cambiemos, cuyo gobierno nacional, al mismo tiempo, lo envió a disfrutar de las delicias que regalan los salones de la embajada argentina en Washington, a priori, esta parecería ser una alquimia política diseñada por un loco.

En este caso, si fuera un opositor, el Pro va a buscar neutralizarlo de alguna manera. El primer paso en este sentido lo dieron algunos referentes, como el propio Horacio Rodríguez Larreta; su vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, y el presidente del bloque Pro en la Legislatura, Francisco Quintana, que comenzaron a desarrollar el “operativo clamor” para que Lilita Carrió sea candidata en la Ciudad y no en la provincia de Buenos Aires, que es una de las cartas que atisba para ella el Pro. “Robarle” a Lilita a ECO sería una jugada que debilitaría en extremo a Lousteau, por lo que se puede deducir que no existe la ingenuidad en este punto.

El segundo paso es más profundo y complicado. En realidad, la sola existencia de ECO es el resultado de un error de cálculo de sus socios del Pro, porque si la mesa política de Cambiemos se hubiera conformado en su momento, jamás hubiera existido esta suerte de opositores-oficialistas que conforman Lousteau y sus secuaces hoy en día. Entonces, si la mesa se conformara ahora, ya Lousteau no sería más un opositor y estaría obligado a competir en una interna de Cambiemos contra Horacio Rodríguez Larreta y todo el aparato del Pro. Y correría, probablemente, la misma suerte que Michetti.

Este malestar que reina en el radicalismo porteño, en donde no existe Cambiemos, se replica en sus pares del resto del país, donde si bien las mesas políticas de Cambiemos ya fueron creadas en casi todos los distritos, los resquemores suelen arreciar. En este punto, los radicales suelen quejarse de que solo son consultados (y escuchados) cuando hay que diseñar estrategias parlamentarias y electorales. Se sabe que los hombres y mujeres de la boina blanca le aportaron a Cambiemos una territorialidad de la que el Pro carecía, pero cuando hay que tomar medidas económicas o políticas de cierta relevancia, la estrategia política del partido que lidera Mauricio Macri es la de los hechos consumados, es decir que prescinde de esa burocrática amabilidad de consultar a sus socios.

El propio Ernesto Sanz aceptó que se acordó la formación de una mesa de diálogo en la Ciudad para tratar las diferencias que separan al resto de Cambiemos con ECO, la fuerza que conformaron los radicales y algunos aliados, como la CC-ARI y los socialistas. El primer escalón de esta difícil operación sería la constitución de la mesa semi-Cambiemos, que incluiría, en principio, a la Coalición Cívica. Esta presión podría obligar a los radicales a ceder en algunas cuestiones (así piensan en el Pro) para terminar aceptando la necesidad imperiosa de la existencia de la mesa política y así cerrar las cuestiones que, hoy por hoy, separan a los protagonistas.

El propio Sanz explicó: “Nosotros hemos promovido esta discusión porque es un distrito en el que todavía no se ha conformado Cambiemos. Estuvo Diego Santilli, porque Rodríguez Larreta no podía acudir. Y nos hemos comprometido en avanzar con las conversaciones”.

Llegados a este punto, es necesario destacar que Martín Lousteau depende del radicalismo para desplegar cualquier estrategia, pero también, además de un “pavo real”, es un extrapartidario. El límite que esto significa ya fue vislumbrado por el Pro, que apuesta por estos días a la táctica de llevar a los radicales a su propio plan. Esto significaría traicionar al hombre de la pelambrera rizada, lo cual sería un radicalizado cambio de estrategia, pero peor sería para ellos perder y quedarse sin nada.

Cuando le ofrecieron la embajada en Washington, en el Pro siempre supieron que este momento de confusión y dificultad llegaría. A pesar de haber “ignorado” durante el primer año a Lousteau, a este se le acerca una decisión difícil. ¿Cómo y cuándo dejar la embajada? El economista es consciente de que este paso puede traerle problemas, que no es sencillo salir sin rasguños de esa movida, y menos todavía aterrizar en Buenos Aires como un furioso opositor.

Todos unidos triunfaremos

En el Pro deslizan que si los aliados de Cambiemos (Pro, CC-ARI y ECO) fueran todos juntos este año y esta circunstancia se replicara en 2019, podrían ganar sin balotaje, con una holgura de la que careció el triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad en 2015, fuera quien fuera el adversario. Para el caso de 2017, están pensando en ofrecerle al resto de la alianza Cambiemos entre tres y cuatro lugares para la Legislatura de la Ciudad, además de la postulación de Lilita a la cabeza de Diputados.

El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, anunció, al final de la reunión, que se armará “una mesa que va a oficiar como comando electoral”, que estaría integrada por todos los sectores que integran Cambiemos. En estas mesas se definirán los nombres de los candidatos que conformarán las listas legislativas. Esta instancia contaría con la representación de cuatro referentes del Pro, cuatro de la UCR y uno de la Coalición Cívica.

Entre las aspiraciones que reconocen albergar los radicales figuran el hecho de evitar la competencia en las PASO en la mayoría de los distritos, aunque las aceptarían en Jujuy, Mendoza y Santa Cruz, donde están seguros de contar con todas las posibilidades de ganar. ¿El objetivo? Conservar todas las bancas que ponen en juego, tanto ellos como el Pro.

Hubo algunos detalles adicionales que todavía no significan demasiado pero que marcan algún rumbo. Rodríguez Larreta, ausente por vacaciones, fue reemplazado por Diego Santilli. Quedó claro, así, que el vicejefe de Gobierno es la segunda figura de mayor peso político en la Ciudad, más allá de las implicancias de su cargo.

Otro punto fue el pedido de los radicales, que quieren sepultar a Sergio Massa y para lograrlo le plantearon a Macri la necesidad de polarizar con el peronismo. En esta ocasión, el objetivo es generar un alud que tapone la “ancha avenida del centro”. Para abundar en este camino, también solicitaron que se siga hablando de “la herencia recibida”, para ver si de esta manera logran colapsar también al peronismo.

No por nada, los radicales forman parte de un partido centenario que sobrevivió a crisis aún peores que la que los afecta hoy. De esta manera hacen gala de su visión de futuro. Esperan que el Pro sea solo una tormenta de verano y finalmente desaparezca tan rápido como llegó. Si en el camino la derrota del peronismo sumiera a este en una crisis similar a la que azota hoy a ellos mismos, se le allanarían todos los caminos hacia el poder, una potestad que tienen negada desde hace 15 años.

Para el final queda la definición que entregó alguna vez un conocido analista, que precisó que la política se compone, en partes iguales, de estrategias por objetivos, construcción de alianzas, negociaciones con el poder económico y… traiciones. En realidad, más que traiciones, existen cambios de estrategia, cambios de época o cambios de amigos. Está por verse si Lousteau va a ser una nueva víctima de estos “cambios” o, en el caso de armarse la mesa política porteña de Cambiemos, será con todos –incluido él mismo– adentro, aunque quizás también en el rol de víctima.

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