La tóxica relación entre Milei y el Congreso

La tóxica relación entre Milei y el Congreso

Mientras el presidente iniciaba una guerra, sus funcionarios buscaban los consensos.


Javier Milei llegó a la política para cambiar de manera radical la forma de ejercerla. Su carrera se movió a la velocidad de la luz, ya que pasó de ser diputado nacional a presidente en tan sólo dos años. Así, sin más.

Cuando asumió su banca en la Cámara baja en el 2021, se lo vio como a un hombre solitario, que no brindaba declaraciones a la prensa, no dialogaba con sus pares en el recinto, no presentaba proyectos y se lo veía disociado del cargo que estaba desempeñando.

Con un discurso de confrontación desplegado –en reiteradas ocasiones– a los gritos contra sus colegas, su lugar en el Poder Legislativo pasó casi inadvertido, porque ese no era su fin, sino su medio para concretar una ambición mucho mayor.

Cabe recordar, que el mismo día en que ganó las elecciones legislativas lanzó su candidatura a la Presidencia. Y ese fue el momento exacto en el que plantó su semilla, que germinó dos años después, en noviembre de 2023.

Además, el hartazgo de la sociedad ante los problemas económicos no resueltos en la gestión de Alberto Fernández y la falta de respuestas del ministro de Economía, Sergio Massa llevó a que la situación tomara un giro inesperado.

En política, el resultado no puede separarse de las causas que lo provocan, ni del camino transitado. Con el diario del lunes se entienden mejor los procesos, aunque a veces se pueden prever.

Milei, contra el Poder Legislativo: su primera batalla perdida

A menos de tres meses del inicio de la administración del libertario, su principal batalla ha sido ir contra el Congreso de la Nación. De hecho, todo comenzó antes de sentarse en el sillón de Rivadavia. El enemigo principal era la ‘casta’ y gran parte de ella, para él, involucraba a casi todos los legisladores nacionales.

Aquel 10 de diciembre del 2023, Milei lo tenía claro: no hablaría frente a la Asamblea Legislativa, sino en las escalinatas del Palacio Legislativo, delante de su propio electorado. Una señal de la tensa relación que vendría después.

En el preciso momento en el que Milei y sus aliados enviaron el ‘mega DNU’ y la Ley Ómnibus al Congreso, el jefe de Estado pensaba que los números para su aprobación llegarían como por arte de magia, porque había ganado las elecciones y con eso suponía que le alcanzaría. En su mente, la sociedad lo había elegido y sus representantes debían acatar esa decisión.

Pero la legitimidad política implica mucho más que el voto popular y fue allí donde el economista cometió el error de ir a fondo con su vehemencia, más allá de las alertas rojas que se iban encendiendo durante el tratamiento del proyecto.

A medida que los días iban pasando y las modificaciones a la Ley Ómnibus eran cada vez mayores, los nervios del Presidente iban en aumento, al igual que su falta de paciencia.

El día de la votación de la Ley Ómnibus, a pesar de que se había aprobado en general y de que varios bloques dialoguistas la apoyaron, el ‘pase de factura’ de Milei contra los diputados que votaron en contra creció en sus redes sociales. Milei publicó una lista de supuestos ‘traidores’, dando comienzo a una especie de ‘cacería de brujas’, en la cual quien pensaba diferente iba ‘contra el pueblo’.

Los agravios y los insultos fueron subiendo de nivel en el instante en que se cayó la sesión en Diputados para debatir el proyecto en particular. A través de diferentes entrevistas, el libertario manifestó que no necesitaba del Congreso para llegar a sus metas fiscales y que la Ley Bases sería retirada, para avanzar a través de más DNU.

La Asamblea Legislativa: la clave del futuro

La decisión del presidente de convocar al período de sesiones extraordinarias resultó en vano, ya que quedaron sin aprobación las catorce iniciativas que había enviado al Poder Legislativo para ser tratadas. Dinamitar los puentes de diálogo y declararles la guerra a los diputados opositores tuvo un alto costo político, que dejó a Milei con las manos vacías.

Las disputas entre los dirigentes de su propio espacio se hicieron más evidentes que nunca. Mientras el libertario realizaba declaraciones contra los legisladores, su jefe de bancada en Diputados, Oscar Zago, el ministro del Interior, Guillermo Francos y su asesor Santiago Caputo, intentaban negociar con los titulares de los bloques dispuestos a colaborar con la gobernabilidad.

Aunque nada resultó como esperaba el mandatario, la vida siempre da una nueva oportunidad y el 1° de marzo será el ‘Día D’, porque allí tendrá que estar presente para abrir el período de sesiones ordinarias del Congreso, frente a la Asamblea Legislativa, la misma a la que le dio la espalda el 10 de diciembre pasado.

Si bien ahora la estrategia del oficialismo es reponerse frente a la primera derrota en la Cámara baja y recomponer los lazos con la dirigencia política, la tarea será titánica porque Milei sigue en estos días apuntando contra el Congreso.

En su última conferencia en la provincia de Corrientes, el economista cruzó al diputado de Hacemos Coalición Federal, Ricardo López Murphy, y lo trató de ‘traidor’ por haber encabezado la lista que promovía el exjefe de Gobierno porteño y precandidato de presidente, Horacio Rodríguez Larreta.

“Es bueno que sepan quiénes son los que se disfrazan de liberales y son verdaderas basuras que van en contra de las ideas”, sentenció Milei.

Y como si eso no fuese suficiente, a continuación comparó al Congreso con un ‘nido de ratas’ y enfatizó en que los ‘políticos son una mierda’.

Lejos de buscar la paz, el libertario redobló la apuesta e irá por todo. Las preguntas cruciales son: qué hará el 1° de marzo, si intentará gobernar sin el Congreso o si, finalmente, dará marcha atrás e intentará diseñar una estrategia legislativa. Todavía está a tiempo, porque su escaso capital político ya está en juego y el reloj corre.

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