“El peronismo nunca tendrá una pata macrista”

“El peronismo nunca tendrá una pata macrista”

Por Laura Di Marco

Jorge Télerman dice que no sueña con volver a ser jefe de Gobierno, que el kirchnerismo es solo una línea interna del PJ y que lo normal sería marcar las diferencias dentro de un partido, sin romperlo


“El macrismo y todas las fuerzas no peronistas siempre buscan su pata peronista porque es la única manera que tienen de ganar, de llegar al poder. Pero el peronismo ya tiene demasiadas patas como para andar buscando otras”, define Jorge Telerman, funcionario de cultura de Daniel Scioli, en pleno ajedrez de las listas electorales, una trama en la que el Pro acaba de colocar a sus candidatos bonaerenses en la lista de Sergio Massa.

En la entrevista, Telerman evitará definirse con respecto al intendente de Tigre, estrella política del momento y un incómodo competidor del sciolismo –políticamente correcto, el exjefe porteño dirá, en cambio, que en esa lista, la del Frente Renovador, tiene “muchos amigos”–, aunque tendrá frases fuertes contra el kirchnerismo, sin jamás aludirlo directamente. En ese registro, dirá por ejemplo: “Exigir obsecuencia es algo que no debería poder tolerarse en política”. O “sostener que hay que salir a defender los trapos o asociar con una traición o una conspiración en ciernes las diferencias dentro de una fuerza tan grande como el peronismo es de subdesarrollados mentales”.

Estuvo muy cerca del kirchnerismo, al que hoy define como “una línea interna dentro del PJ”, en 2002 y 2003, cuando la fuerza recién aparecía a nivel nacional. Luego se alejó de los Kirchner en 2007, cuando, enfrentado históricamente a Alberto Fernández (en ese momento, la espada K en la Ciudad), le negaron la candidatura a jefe porteño. Fue entonces cuando tuvo que aliarse con Elisa Carrió y el resultado fue que terminó ganando Macri. En 2011 se presentó solo en la Ciudad, y le fue mal. Hoy, y recordando aquel trago amargo, dirá que “así es la vida” y le agradecerá a “la política argentina porque le dio mucho”. No sueña, asegura, con volver a ser jefe porteño, aunque jura que sigue ligado a la Ciudad, desde su nueva función en la Provincia.

Hace un año es el presidente del Instituto de Cultura de la provincia de Buenos Aires, y hoy parece tener todas las fichas puestas en el proyecto de Daniel Scioli.

–La súbita aparición de Sergio Massa como candidato me hizo recordar cómo creció, engordó y luego se diluyó rápidamente su candidatura en la Ciudad. Es raro lo que pasa con los liderazgos políticos en la Argentina: nacen con una expectativa inexplicable y muchos, así como nacen, mueren rápidamente.

–Eso es porque no existen los partidos políticos, y eso es una deuda y una responsabilidad de todos los que integramos el sistema político, que no fuimos capaces de reconstruir el sistema de partidos que implosionó en 2001. Desde entonces, se reconstituyó la trama social y la económica (la economía, mal que mal, funciona), pero lo que no logramos rearmar fue la política.

–¿El surgimiento de Massa le complicó el panorama a Scioli?

–Massa o el kirchnerismo son líneas internas dentro del peronismo, que deberían ser bienvenidas, en lugar de ser atacadas. Sin querer compararnos con democracias más avanzadas, si miramos hacia la región, vemos que dentro de una misma fuerza hay candidatos con miradas diferentes, y no por eso rompen con un partido. Estoy pensando en Tabaré y Mujica, por ejemplo. O en Antonio (Cafiero), cuando perdimos ante Menem y seguimos dando la batalla desde adentro. Pero Cafiero no se fue del PJ: acompañó y desde adentro criticó. Tenemos que dejar de ver como algo normal lo que en verdad es anormal. O lo que son veleidades de vedette, más propias de Intrusos que de la política madura. Las PASO deben ordenar esas diferencias y hay que celebrar que existan. También celebro que la oposición haya empezado a reordenarse como lo demostró la alianza de centroizquierda en la Ciudad y el intento de hacer lo mismo en la Provincia.

–Sin embargo, en muchos distritos habrá listas únicas.

–Lo que demuestra que, en este país, las leyes que conformamos tienen una calidad superior que las personas que las ejecutan. La Ley de las PASO es excelente y es un paso, valga la redundancia, para fortalecer el sistema de partidos.

–¿Después de la derrota de 2011, la Ciudad dejó de ser su territorio político?

–No, para nada. Estar en la Provincia me hace comprender que los problemas de la Ciudad son los del área metropolitana: la seguridad, el transporte, la basura, ninguno de esos temas puede resolverse solamente desde la Capital.

–¿Sueña con ser el candidato porteño de Scioli?

–No sueño con volver a ser jefe de Gobierno, si bien considero a la Ciudad mi territorio político. Me gustó ese rol, pero no sueño con volver a ocuparlo. También está bueno acompañar el proyecto de un líder como Scioli, y me gustaría hacerlo. Lo que hay que ver es si a él le gustaría que yo lo acompañara.

–¿Cómo evalúa la gestión de Macri y el posicionamiento de Pro en la Ciudad?

–Como una gestión poco lúcida. Con sus cosas buenas, por supuesto, pero que no está a la altura del presupuesto con el que cuenta la Capital, que es el 600 por ciento más del que tenía yo. Hubo un aumento de la actividad económica, que favoreció a la Ciudad, y también de la presión impositiva, y ese dinero no se volcó a una transformación importante, visible, en la Capital que, por ejemplo, sigue tan sucia como en sus peores momentos. Está buena la idea del metrobús, las bicisendas y las obras que Macri terminó, como el Maldonado, pero que venían de nuestra gestión, y celebro que las haya continuado. Ojalá que volvamos a la tradición de los gobiernos continuadores de lo bueno de la gestión del anterior.

–Por fin Macri logró tener su pata peronista, poniendo candidatos en la lista de Massa.

–Sí. El tema es que el peronismo nunca tendrá una pata macrista. Con sus más y sus menos, el peronismo es la única fuerza que demostró vocación de poder y la capacidad para poder tramitar las crisis en la Argentina.

–Antes se definía como un peronista afrancesado. ¿Hoy es un peronista sciolista?

–Lo de peronista afrancesado fue, obviamente, un chiste. Y, sí, hoy estoy al lado de Daniel. Me parece, además, una buena cosa que, en un clima político donde faltan los medios tonos, Daniel muestre que no rompe porque lo normal en política es eso, o debería serlo: quedarse, a pesar de los matices. Y, en todo caso, plantear las diferencias desde adentro.

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