Francisco no cree en mesías, ni en “vagos ricos que viven a costillas de los demás”

Francisco no cree en mesías, ni en “vagos ricos que viven a costillas de los demás”

“Las grandes dictaduras nacen de una flauta, de una ilusión”, expresó el Papa.


El argentino más ilustre de estos tiempos –el Papa Francisco- advirtió sobre la aparición “iluminados”, que prometen superar la crisis con pociones milagrosas. “El Mesías es uno solo, que nos salvó a todos. Los demás son todos payasos de mesianismo”, definió sin ironía.

El Papa no nombró a nadie en particular, pero existe a quien le cabe el sayo. Más aún en la Argentina de estos días, en los que la realidad se encuentra enmascarada tras tantos velos que está oculta para casi todos los sujetos sufragantes, que vacilan entre opciones aparentemente opuestas, pero que se felicitan entre sí fuera de la vista del público.

Trayendo a colación a la historia de los Hermanos Grimm referida al Flautista de Hamelin, Francisco expresó que “las grandes dictaduras nacen de una flauta, de una ilusión, de un encanto del momento y después decimos: qué lástima, nos ahogamos todos”.

La historia se refiere a un músico que, por encargo del ayuntamiento, encantó a las ratas de una ciudad con su flauta y las atrajo hacia el río, adonde murieron ahogadas. El encantador al que se refirió el Papa, es indudablemente Javier Milei.

El mundo que es posible entrever detrás del lenguaje casi soez del libertario –del cual las generaciones más antiguas no saben casi nada, tal es la ruptura generacional- proporciona más incógnitas que certezas. A veces, los insultos y el tono agresivo ocultan más de lo que muestran. El plan económico que piensa desarrollar Milei es una de esas incógnitas. Sólo se conoce su intención de reemplazar la moneda argentina por el dólar y luego la de volar el Banco Central, pero si el resto es privatizar sin ton ni son todo lo que se pueda, sin precisar las áreas de desarrollo, las obras a realizar ni la inversión pública en materia educativa y de salud, la Argentina navegaría a la deriva.

Esta deshumanización de la propuesta política es otro de los ítems que alarman al Sumo Pontífice. “A la humanidad le faltan protagonistas de humanidad, que hagan ver su protagonismo humano. A veces noto que falta esa capacidad de gestionar las crisis y de hacer aflorar la propia cultura. No tengamos miedo a que salgan los verdaderos valores de un país. Las crisis son como voces que nos señalan dónde hay que proceder”, expresó en un reportaje que concedió a la Agencia Télam.

Luego, Francisco se refirió directamente a la política y a los argentinos que se disponen a elegir a su próximo presidente. “Yo le tengo más miedo a la indiferencia, porque es una especie de abulia cultural”, temió el Papa, seguramente después de conocer las mediciones electorales que consagraron al anarquista de derecha como el principal aspirante a ocupar la Casa Rosada.

Desmintiendo a continuación a los cultores de los discursos neoliberales, que se refieren obsesivamente sólo a las riquezas materiales, Francisco manifestó que “la riqueza humana tiene que contemplar tres realidades, tres lenguajes: de la cabeza, del corazón y de las manos. De tal manera que uno piense lo que sienta y lo que hace, sienta lo que piensa y lo que hace y haga lo que piensa y sienta. Ésa es la armonía humana”.

Luego el Papa destacó al “que vive de su trabajo, que tiene una cultura y la sabe expresar, y que sabe caminar adelante contagiando austeridad. En la cultura de lo fácil, de la coima y de tantos escapismos, es muy difícil hablar de austeridad. La austeridad se enseña con el trabajo. El austero no vive de arriba. Lo que unge a una persona de austeridad es su trabajo, su compromiso, su ganarse el pan con el sudor de su frente, así sea un sudor material o intelectual”.

Ahondando en las cuestiones humanas, el Sumo Pontífice definió que “la vagancia es una enfermedad social. Incluso están los vagos ricos, los que viven a costillas de los demás, sin pensar en un bienestar común. La pereza y la vagancia son muy traicioneras porque alimentan toda esta viveza de aprovechar para mí, a costillas de los demás. Por eso, una persona que trabaja, trabaje donde trabaje, asume dignidad”. Las alusiones indirectas son evidentes. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

No podía estar ausente en sus definiciones la crisis del petróleo, que sacude al Medio Oriente y al norte del Mar Negro, en Israel, Palestina, Rusia y Ucrania. Francisco planteó siempre la necesidad y la riqueza del diálogo entre las culturas y las civilizaciones para evitar que los conflictos escalen hasta la beligerancia armada. “Hablo de diálogo universal, de armonía universal, de encuentro universal. Y claro, el enemigo de esto es la guerra. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial hasta ahora, hubo guerras en todos lados. Fue lo que me llevó a decir que estamos viviendo una guerra mundial a pedacitos”, se condolió el Pontífice.

Finalmente, el Papa Francisco se refirió a las acusaciones que recibió de parte de algunos políticos derechistas, entre los que se cuenta Javier Milei. El Sumo Pontífice aclaró que “a veces, cuando me escuchan decir las cosas que escribí en las encíclicas sociales, dicen que el Papa es comunista. No es así. El Papa agarra el Evangelio y dice lo que dice el Evangelio”.

Milei lo había acusado de tener “afinidad con los comunistas asesinos”, a los cuales “de hecho no los condena”. Para ser más preciso, el anarquista había calificado a Francisco como “la encarnación del Maligno en la Tierra”, en una definición demasiado católica de su parte, justo él, que anunció que se convertirá al judaísmo, en cuya religión Satán “es un serafín de los más altos rangos, que cumple en todo momento la voluntad de Dios”, según definió el autor Sefora, un difusor de la doctrina en la web mexicana www.enlacejudio.com

Byung-Chul Han: La crisis de la narración

Paralelamente, en estos tiempos de doctrinas fugaces, de amores efímeros y de verdades controversiales que se parecen más a la mentira que a cualquier otra cosa, el filósofo Byung-Chul Han, aseveró en su libro “La crisis de la narración”, que si bien las narraciones crean lazos que nos conectan y nos vinculan, hoy se aprecia la hegemonía del “storytelling”, que es sólo un arma comercial para vender, una herramienta más del capitalismo, que se propaga en medio de la desorientación y la ausencia de sentido que son características de la sociedad de la información en que vivimos.

Han plantea que, en medio de este caos, “con la actual hiperactividad, que busca espantar el aburrimiento, nunca alcanzamos un estado de profunda relajación espiritual”.

El coreano radicado en Alemania se queja porque “las micronarrativas del presente carecen de toda gravitación y de toda pretensión de verdad”, planteando en cambio que sólo merecen ser calificadas como grandes narraciones las religiones, el Manifiesto Comunista, de Carlos Marx y la Teoría del Psicoanálisis, de Sigmund Freud. Además, contrapone la inexistencia de narraciones que expliquen el mundo porque el pasado se oculta, por lo que no hay historia, no hay nosotros y por lo tanto, no hay futuro. Inclusive, llega a plantear que hoy somos “phono sapiens”, hombres pendientes del instante, sin historia, escindidos del pasado.

Según el surcoreano, narración e información son opuestas. La narración crea sociedad, crea comunidad. La información convierte a los individuos en consumidores, que sólo son estimulados para incrementar su productividad. La narración, en cambio, transmite la historia, el pasado común. Es la cultura que se transmite y genera la capacidad de transformación de las sociedades.

La información, por el contrario, transmite mensajes emocionales, destinados a formar consumidores, seres que viven un instante, como las mariposas que vuelan hacia el fuego segundos después de nacer. Es el cemento de un mundo cuya dirección es diseñada en los cenáculos del poder.

La Argentina se dispone a elegir a un nuevo presidente, en medio de motosierras, sindicatos, promesas de fuegos y de atraer de vuelta al bienestar perdido en medio de hombres de negro, cabelleras despeinadas, alguna calva y un ministro de Economía que forzó un fuerte cambio de rumbo en un gobierno que navegaba sin timón, perdido en la mediocridad.

La decisión mayoritaria, aparentemente, se relaciona con el cambio. La única duda es si el cambio elegido es el que llega desde la ultraderecha libertaria o si las medidas que modificaron la economía en los últimos meses son las que marcarán el camino en el futuro cercano.

Dios dirá. ¿O lo dirá el Maligno?.

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