El señor de los milagros

El señor de los milagros

Otra vez, el líder del PO superó las PASO y se metió en los comicios nacionales. “La del domingo fue una elección histórica. Nos presentamos en 19 provincias y en todas seguimos en carrera", remarca.


Rial se pelea con Diego por todos los medios posibles, profesa su amor por Loly en las tapas de las revistas del corazón y pide un milagro para Altamira en Twitter. Ese podría haber sido el cuadro del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), pongamos, un mes atrás, si el intruso más intruso se hubiera decidido a reeditar la campaña no tan campaña que en 2011 improvisó en un pase radial con Gustavo Sylvestre, luego de una entrevista con Jorge Altamira. En ese tiempo, la chanza se reforzaba en el número, porque en la red social lo que vale son los seguidores: mientras Rial tenía 800 mil, Altamira debía alcanzar por lo menos la mitad, pero en votos, si pretendía asegurar el piso del 1,5 por ciento del padrón que su espacio precisaba para presentarlo como candidato a presidente. Y sobrevivir a la interna. Altamira, se sabe, tuvo su milagro. Y el último domingo, sin tanto Twitter esta vez, tuvo el segundo. Como para convertirse en santo. Aunque él, que hoy cumple 72 años, dice lo contrario. Y no porque, como buen trotskista, no crea en milagros, sino porque afirma que el resultado obtenido refleja mucho más que eso.

“La del domingo fue una elección histórica, nos presentamos en 19 provincias y en todas seguimos en carrera hacia octubre”, suelta, entusiasmado. En Jujuy, por caso, el FIT sacó un 8,97 por ciento de los sufragios; en Salta, un 14, y en Mendoza creció, respecto a los últimos comicios, del 0,3 al 5 por ciento. “Y en Santa Cruz también vamos a disputar el ingreso en el Congreso nacional”, agrega. En la Ciudad, el FIT quedó ubicado en cuarto lugar, detrás de Unen, Pro y el Frente para la Victoria, con un 4,18 por ciento, esto es, unos 78.955 votos. “Por eso decimos que hemos hecho una elección histórica, en la que los candidatos de Capital y Provincia traccionaron al resto pero, de todos modos, el desarrollo nacional fue intenso. Histórico, sí, es la palabra. Fue un aluvión”, expresa un Jorge Altamira exultante, mientras va camino a una radio. Es que por estas horas lo que sobran son, justamente, horas mediáticas. No es para menos: el Frente de Izquierda y de los Trabajadores logró posicionarse como cuarta fuerza a nivel nacional, con un 3,26 por ciento de los votos para diputados nacionales (732.925) y un 1,81 para senadores (91.361).

“Nuestra lista es la más competitiva de la izquierda. Tuvimos mucha competencia, muchos obstáculos de otros espacios, pero logramos imponernos”, desliza Altamira con picardía. Habla, sin hablar, de la izquierda. Del resto de la izquierda.

–Ahora, ¿cuál es el objetivo hacia octubre?

–Si para las primarias nuestro objetivo era un diputado, ahora vamos por un bloque.

–¿Por qué cree que más gente confió en la izquierda esta vez?

–Por el cuadro político actual, con un Gobierno nacional muy debilitado y una oposición verdaderamente desarticulada. Y por Macri, que no trasciende la Ciudad de Buenos Aires, y Massa, que no pasa de la Provincia. Aparte, la inflación, el desempleo, la situación de zozobra respecto al futuro de este país.

–Pero inflación y desempleo hay hace mucho.

–Bueno, pero llevamos años de construcción política. Por eso ahora la gente decidió explorar este programa que realmente la representa en sus intereses, y esa confianza aflora a ritmo exponencial.

–Siempre se le criticó la atomización a la izquierda. ¿Cómo van a sostener el frente hacia octubre y más allá de octubre?

–Mirá, de dos millones de grupos de izquierda este es el que ha ganado, así que la atomización, en todo caso, es un recuerdo del pasado –refiere y da por tierra la posibilidad de incluir nuevas fuerzas en el espacio: el frente está bien cerrado.

“En el Gobierno nacional ahora va a comenzar una sangría interna, se van a empezar a fugar todos sus referentes. Ya hay muchas negociaciones de intendentes para pasarse al massismo”, mitad profetiza, mitad acierta Jorge Altamira, sobre un terreno en el que su espacio gana espacio. En octubre, por ejemplo, competirá en municipios del oeste del conurbano, como Ituzaingó, y en la capital provincial.

Asegura que Camino Popular no logra levantar cabeza y que “lo de Carrió y Solanas es un fenómeno interesante”. ¿Por los votos que sacaron? No, porque Lilita está tendiendo puentes con el macrismo. “Y no lo digo yo, lo dijo ella”, advierte. Y lejos del fantasma testimonial, se le infla el pecho cuando menciona el batacazo de Pitrola en Provincia. “Obtuvo el 3,95 por ciento (son unos 342.921 votos). Ya podría ser diputado nacional”, se jacta.

–Teniendo en cuenta la construcción de la que tanto habla, ¿cuándo propiciarán una renovación de referentes en el espacio, con más participación de los jóvenes?

–¡Si está lleno de jóvenes el espacio!

–Sí, pero los candidatos son siempre los mismos.

–El espacio tiene más que nunca una gran renovación, cada vez más jóvenes obreros y obreras se acercan, se ve en la calle. El que dice que no hay renovación en la izquierda, no ha visto una renovación en su vida.

Altamira por dentro

• La identidad volcada en el DNI dista del nombre de guerra: Jorge Altamira en verdad se llama José Saúl Wermus. Es de Leo.

• En 2000 fue electo legislador porteño. Fue, además, en numerosas ocasiones, candidato a diputado nacional por el Partido Obrero y también se postuló para presidente.

• Es economista de orientación trotskista.

• Arrancó en el periodismo, junto a sus hermanos Natalio Wermus (más conocido como Ismael Bermúdez) y Felipe Wermus, cuyo seudónimo es Luis Favre, hoy asesor político.

• Solía veranear en Brasil y acostumbra a pedir descuento por los tomares cherry, que le encantan.

• Por su papel en Adiós a Las Vegas, se fanatizó con Nicolas Cage.

• “Si dejara de leer, probablemente se caería la mitad de la industria editorial mundial”, dice sobre una de sus hábitos predilectos.

• Admira al norteamericano Doug Henwood, único marxista del mundo en brindar, según su óptica, información bursátil.

• Impulsó proyectos de expropiación de varias fábricas recuperadas, como la textil Brukman y Grissinópoli, cuyos grisines están en la mayoría de las paneras de los bares.

• Dice de Marx, el autor de la biblia anticapitalista: “Fue un cerebro sin precedentes. Todavía nadie lo superó, nadie pudo dar vuelta el mundo como un pañuelo”.

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