Tras la audiencia general de los miércoles, el Papa Francisco recibió en audiencia privada a Marie-Noelle Erize Tisseau, hermana de Marie-Anne, secuestrada en San Juan el 15 de octubre de 1976 y luego desaparecida; a la madre de la joven; a la sobrina de la monja desaparecida Leonie Duquet, secuestrada el 10 de diciembre de 1976, Geneviève Jeanningros y a Cecilia Romero, sobrina del beato Monseñor Orcar Arnulfo Romero, el cardenal salvadoreño que fue asesinado por paramilitares el 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba misa.
Antes, Su Santidad había ubicado a todos los familiares de las víctimas de la violencia en la primera fila de su audiencia pública, para luego saludar a todos afectuosamente con un beso.
“Le dio un beso a mi mamá, que también vino a la reunión y le dijo que ese beso era para todas las madres que sufrieron la desaparición de un hijo y él imaginaba el dolor que eso representaba”, relató a la prensa Erize Tisseau.
El gesto del Papa transcurrió deliberadamente justo a 24 horas del 40º aniversario del inicio de la dictadura militar argentina, en relación a las víctimas de ésta. En el caso de la sobrina de Romero, existe una dramática coincidencia de fechas entre el surgimiento de la dictadura y la del asesinato del arzobispo salvadoreño.
