La centralidad política y las encuestas, nos conducen a Milei y Massa

La centralidad política y las encuestas, nos conducen a Milei y Massa

Opinión.


Tal como hemos escrito aquella noche del 13 de agosto en este medio, una de las novedades que presentó la elección primaria de ese día fue que la propuesta que la ciudadanía eligió para que los represente con el cambio político fue la de Javier Milei y no la que llevaba esa palabra en el nombre de la Coalición.

Las razones ya fueron planteadas y así están las cosas. Por supuesto que nadie es “culpable” por haber sido honesto con su propuesta entre los candidatos y tampoco nadie lo es por haber alentado (y votado) tal o cual fracción política en ese día. Te puede gustar más o menos lo que se dice, pero el escenario no es ficticio, es real y allá vamos a entrometernos.

Los que sí hubo ese día fue una oleada silenciosa que ya prometía ser firme en sus guarismos pero que sorpresivamente metió más bolitas en la palangana que todos sus rivales. La sorpresa de ver a las coaliciones tradicionales detrás del candidato “emergente” devino en una toma de la centralidad política por parte del líder de la Libertad Avanza, en la que todo a partir de ese momento se transformó en un “a favor o en contra” del menú que Milei ofrecía desde todas las pantallas.

Algunas de las ideas, o la gran mayoría de ellas son al menos polémicas, pero no por eso deberían ser invalidadas de antemano, ya que ello develaría un gesto poco democrático y de antipatía manifiesta hacia la primera minoría que tuvo ese mojón electoral. Más allá que mucho se ha escrito y hablado acerca de cómo se compone el votante de Milei, quizás su punto común sea el hartazgo común de los políticos y la poca capacidad para alterar la escalera descendente del nivel de vida de las mayorías, tanto sea en las clases acomodadas (que no pasan privaciones, todo lo contrario) como en los sectores de máxima vulnerabilidad que están sumergidos en la pobreza.

La centralidad de Milei, que dejó varada al costado del camino a Patricia Bullrich y sólo atinó a exponer a Carlos Melconián como flotador imprescindible, trajo algunas propuestas que lo más correcto en lugar de calificarlas sería ver como se podrían llevar a la práctica hoy para así acercarnos a una posición más precisa. De Bullrich, hoy tercera en todos los sondeos, por falta de espacios donde ir a predicar el arrugue de los cambios de shock que prometía, nos vamos a ocupar cuando hablemos de las posibilidades de los tres. Pero la centralidad hoy la tienen Massa y Milei, uno haciendo, el otro proponiendo.

Como no se trata de una elección econométrica, sino de una discusión acerca de los más variados temas (por eso no alcanza con Meconián), más allá de la dolarización que está en proceso de reestructuración en la propuesta libertaria, podemos referirnos, por ejemplo, a cinco propuestas bien terrenales para todos y en las cuales debemos pensar la factibilidad de su implementación. Ellas son, armar a los jóvenes, la venta de órganos, el cierre de relaciones (y de mercados, luego) con Brasil y China y el cierre de los jardines maternales y no atender la contaminación de las aguas en aras de mantener las ganancias empresariales.

¿Cómo sería hacer eso ahora?

¿Las madres van a estar tranquilas sabiendo que sus hijos salen armados o que sus amigos (o grupitos rivales) salen también con armas? Esto en la Argentina de hoy es realmente muy peligroso y además no funciona en ningún lugar del mundo.

¿En plena adolescencia vas a vender un órgano, por ejemplo, una córnea? ¿Cómo se garantiza la seguridad y vida del sistema de desarmadero de cuerpos humanos, cómo accedería la clase media baja –ni hablemos de los pobres- a un trasplante, quién regularía eso para que funcione mejorando la calidad de vida de todos los actores de esa acción?

Sigamos. Hagamos de cuenta que se cierra el comercio con China, Brasil y todos los países “denominados comunistas” o de diferencia ideológica o que tienen regímenes no basados en el liberalismo. Qué va a pasar con los trabajadores de las automotrices de Córdoba o de General Pacheco, o los productores de aceitunas de Catamarca que venden su producción a Brasil, entre cientos de ejemplos que hay para esto, en todos los niveles del sector exportador.

¿Qué pasaría con las mujeres – o los hombres, quizás algún día esto se empareje- que dejan a sus chicos en los jardines maternales mientras trabajan? ¿Tendrían que dejar sus trabajos e ingresos?

Mientras el mundo entero avanza hacia el cuidado del agua, y seguramente las potencias vendrán por lo nuestro para cuando la situación sea más acuciante, ¿vamos a desperdiciar ese recurso indispensable, pudiendo mantener la rentabilidad empresarial de otro modo?

Es absolutamente cierto que la inflación producida post devaluación complicó el panorama del oficialismo. Aquí hay que recordar que Sergio Massa agarró una papa caliente y tranquilizó una situación cercana al caos, luego se plantó con un cuatro de copas ante el FMI y de algún modo sigue siendo competitivo como marcan las encuestas a las que accedemos por estos días.

El eje del ministro/candidato está puesto claramente en el trabajo, una palabra que es raro escuchar en el equipo libertario. Con eje en el alivio de Ganancias, promoción de PyMes, desde Economía están convencidos que de esta situación se sale con crecimiento, exportando trabajo al mundo y abriendo mercados, no cerrando los que no nos gustan. En política internacional solo hay intereses comunes, ya no ideología barata. Y el mundo sigue cambiando en esa línea, de modo multilateral.

La unidad nacional es una propuesta que el candidato de Unión por la Patria enarbola y que coincidía en mucho de sus valores con lo que proponía otro candidato opositor, Horacio Rodríguez Larreta y también de mucho radicales. La Argentina ya ha probado muchas veces la manera de intentar salir del pozo eliminando al otro y así llegamos a este punto de conflicto permanente.

Vamos a esperar, a ver los detalles de cada propuesta como acá tratamos de desmenuzar rápidamente, los apoyos nacionales e internacionales que cosechan las ideas impulsadas, los debates que ya se nos vienen encima y sobre todo a pensar con la mayor precisión posible qué es lo que le conviene al país y a cada uno en su metro cuadrado. Allí estaremos seguramente más cerca de pensar y hacer lo mejor para todos.

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