El recurso de la incertidumbre

El recurso de la incertidumbre

Un electorado dividido en tercios es una invitación al suspenso.


A once días después de la primera ronda electoral, aún reina la incertidumbre sobre los resultados del balotage. El sorpresivo zarpazo que sufriera el candidato libertario Javier Milei a manos de un peronismo al que jamás hay que dar por muerto, provocó una serie de traumas en ambas coaliciones opositoras, que no han sido sanados hasta el día en que se publica esta crónica.

Quizás el candidato de Mauricio Macri fue siempre Milei, en detrimento de su protegida de múltiples apellidos. Al menos, eso dejó traslucir la conducta del propio expresidente de Boca, que no dejó conspiración sin urdir. Como resultado, ganara quien ganara la interna de JxC, siempre ganaba Macri. Incluso aunque Juntos no entrara en el balotage, que fue lo que finalmente ocurrió.

¿Macri apostó a la destrucción de la herramienta que ayudó a crear? ¿Es Macri de ésos que si no pueden manejar sus proyectos, prefieren malograrlos a cualquier precio? Lo concreto es que primero se encargó de radicalizar brutalmente a Patricia Bullrich para su enfrentamiento con Horacio Rodríguez Larreta y luego, como resultado de una interna desproporcionadamente cruel, ambos terminaron exhaustos. Patricia ganó, pero dejó a JxC hecho jirones.

El resultado que se conoció el 22 de octubre resultó en que desde 2015 a 2023, Juntos por el Cambio perdió casi dos millones y medio de votos, muchos de los cuales encontraron en LLA un nuevo destino. Otros se quedaron con Rodríguez Larreta y no migrarán hacia Milei por más pactos que se cocinen en las alturas, en especial los radicales.

Lo que va de ayer a hoy

Tomando en cuenta que el resultado de las generales en 2019 es excepcional, porque Alberto Fernández ganó en primera vuelta, hay algunas similitudes en cuanto a los números que se dieron en las primeras vueltas de 2015 y 2023.

Para ganar son necesarios alrededor de 12.500.000 votos. Por eso se evalúa que a Massa le faltan unos tres millones y a Milei, de cuatro y medio a cinco millones de votos.

En 2015, Macri obtuvo 8.601.131 votos, que en segunda vuelta se convirtieron en 12.988.349. En esa ocasión, Daniel Scioli ganó la primera vuelta, al obtener 9.338.490 votos. La particularidad es que Sergio Massa, con Unidos por una Nueva Alternativa, obtuvo casi cinco millones y medio de votos, que luego migraron en masa (precisamente) hacia la fórmula Mauricio Macri-Gabriela Michetti.

Lo central entonces fue que Massa armó su alternativa política con el Gallego José Manuel de la Sota, haciendo gala de una impronta muy antikirchnerista, por eso sus votantes mantuvieron esa dicotomía en la segunda vuelta. Hoy, Natalia de la Sota, la hija del Gallego, apoya a Massa, alejándose de Juan Schiaretti, que se negó a hacer lo mismo, a pesar de que muchos de sus referentes provinciales le desobedecerán y se plegarán a Unión por la Patria.

Otra coincidencia es que en 2015 la tercera fuerza cosechó un volumen electoral parecido al de la fórmula Bullrich-Petri, que terminan de obtener un resultado cercano al 23 por ciento. Massa en cambio, obtuvo el 21 por ciento en 2015. El vuelco de ese electorado fue clave entonces y volverá a serlo dentro de 17 días.

En una palabra, en estos días arden las peceras, cruzadas por todo tipo de anzuelos, seducciones y hasta por pescadores que abandonan toda deportividad y hunden el medio mundo, en un intento desesperado de atrapar bagres, sábalos, tarariras o lo que sea.

Esto es lo que pasa cuando el electorado se divide en tercios y hay que buscar en la segunda vuelta a los perdedores de la primera vuelta, al contrario de lo que ocurrió en 2019, cuando entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio sumaron casi el 89 por ciento de los votos.

La Madre de todas las batallas

No es un secreto para los conocedores que el balotage que se realizará el 19 de noviembre se definirá en la Provincia de Buenos Aires.

Allí, si Sergio Massa aventajara a Javier Milei por más de 15 puntos, sería casi imposible que el libertario pueda alcanzarlo, aunque esa posibilidad no es tan cercana.

El 22 de octubre Unión por la Patria obtuvo en la provincia un 42,87%, como resultado de sus 4.224.688 votos. La Libertad Avanza, por su parte, consiguió un 25,71%, producto de 2.533.633 de votos. Juntos por el Cambio, en tanto, sacó un 24,09%, al obtener 2.374.023 votos.

Es evidente que la suma matemática de ambos partidos opositores llevaría su resultado prácticamente al 50% y dejarían atrás por siete puntos a UxP, si los dos sectores sumaran cero votos más, algo que no ocurrirá. Por lo tanto, Milei va a mejorar su performance en el distrito bonaerense, pero la política y las matemáticas no son lo mismo. Por de pronto, sus insultos contra todo el mundo y especialmente contra los radicales, que veneran las figuras de Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín, los blancos preferidos del libertario, le facilitan bastante el trabajo a la ambulancia peronista que salió a recoger los heridos por el rifle de la dialéctica de Milei, que yacen por todas partes.

No es automático, pero muchos de esos votantes van a migrar hacia el voto en blanco o hacia UxP. En ambos casos, lejos del antiguo dueño de Conan.

Paralelamente, en Santa Fe, Córdoba, CABA y Entre Ríos, el libertario va a cosechar los votos que alimentan su esperanza de descontar la ventaja peronista en la Provincia de Buenos Aires, si ésta se concretara. El cinturón verde es el enemigo más feroz todo lo que huela a peronismo y desde allí quiere pisar Milei para reconstruir su maltrecha opción política.

Divididos por la desilusión

Nadie es el dueño de los votos, sino los ciudadanos, pero a veces algunos se olvidan de ello. ¿Será suficiente la exhortación de unos pocos dirigentes para direccionar la voluntad de cambio del Pueblo? ¿Es la palabra cambio un ítem que convoca a los argentinos? ¿Qué tipo de cambio es el cambio? ¿Nacionalista? ¿Liberal? ¿El regreso a los tiempos del plomo a mansalva? ¿Más democracia, o menos democracia? ¿Privatizar? ¿Abrir los mercados a la producción extranjera?

Todos proponen el cambio, pero nadie se aventura a definirlo con alguna precisión. Se habla de dolarizar, de cerrar organismos y de ajustar con dureza. Sin especificar, por supuesto, cómo van a impactar estas medidas en los sectores populares, llagados por años de injusticia, de pobreza y de insatisfacción de sus necesidades básicas.

En ese marco, el acuerdo cupular entre Macri y Milei, que arrastró a otros a poner la cara y “perdonar” generó un quiebre en JxC y distintos cimbronazos en LLA. El desorden en la alianza que lidera Milei conspira contra su efectividad política, aunque de ninguna manera sus chances de triunfar el 19 de noviembre están perdidas.

Redoblando la apuesta, Macri habló en un foro organizado por la consultora Abeceb, en el que dijo que “sé que es muy duro, pero los que asumimos el poder sin buscar el rédito personal tenemos que tener los huevos de decir que no y dejar de hacer lo políticamente correcto”.

A continuación opinó que “los líderes deben bancársela y hacer lo correcto, aunque le joda a la gente”. El problema de Mauricio Macri es siempre el mismo: ¿quién es el decide lo que es correcto y lo que es “populismo”, que vendría a ser el epítome de lo equivocado?

Una curiosidad, ya que lo correcto fue utilizado como categoría dialéctica. En el panel “Una nueva era para la construcción del poder global”, Macri estuvo acompañado por el expresidente de España, Mariano Rajoy, que fue removido de su cargo el 1° de junio de 2018 a causa de un sonado caso de corrupción, que culminó con un fallo judicial en el que se comprobó que existía “una estructura financiera y contable paralela a la oficial existente al menos desde 1989, cuyas partidas se anotaban informalmente, en ocasiones en simples hojas manuscritas (…), en las que se hacían constar ingresos y gastos del partido o en otros casos cantidades entregadas a personas miembros relevantes del partido”.

El fallo se refiere al Partido Popular, que gobernó España entre 1996 y 2004, cuando José María Aznar se convirtió en presidente y entre 2011 y 2018, con Mariano Rajoy ocupando el Palacio de La Moncloa.

Debate presidencial: Sin machetes

Entretanto, el domingo 19 de noviembre Sergio Massa y Javier Milei volverán a encontrarse cara a cara en el Aula Magna de la Facultad de Derecho para protagonizar el tercer debate entre candidatos a presidente.

La diferencia en esta ocasión es que esta vez serán sólo ellos dos. Tras algunas discusiones, finalmente la Cámara Nacional Electoral no autorizó al pedido de los asesores de Milei, que querían que el libertario tuviera la oportunidad de llevar consigo un ayuda memoria.

Los jueces Santiago Corcuera Daniel Bejas fallaron a favor de esa prohibición, en tanto que Alberto Dalla Vía votó por autorizar la portación de textos. De todos modos, los candidatos podrán tener hojas en blanco, tomar apuntes y confeccionar sus punteos por mano propia. Los jueces ya habían resuelto lo mismo en 2015 y 2019, aunque en los dos debates pasados Milei y Patricia Bullrich burlaron la interdicción y leyeron casi todas sus exposiciones.

Los asesores de Milei protestaron amargamente esta decisión, pero los jueces se mostraron inflexibles sobre este ítem. Los jueces también rechazaron la petición de Massa, que quería que se implementara el sistema de las “cámaras cruzadas”, que consiste en que sea enfocado también el candidato que no está en uso de la palabra, que podría estar haciendo algún gesto o una expresión de rechazo o aprobación, ocasionalmente.

Estos días lluviosos no ayudan a que la campaña se vaya calentando. Por esa razón, se extraña esa pasión argentina, que a todo le echa fuego. Eso ocurrirá después del debate, cuando entre en la recta final.

Entretanto, los que desean la explosión y lo dicen abiertamente deberían adoptar la doctrina Basile: “silenzio stampa”, decía el bahiense…y se iba con la boca cerrada.

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