El círculo rojo de Massa

El círculo rojo de Massa


El aporte discursivo de Mauricio Macri a esta campaña electoral fue cuando mencionó a un tal “círculo rojo”, suntuoso sinónimo que usó para referirse a miembros del establishment que impulsaban una alianza entre él, Scioli y Massa contra el Gobierno.

Macri utilizó para su metáfora el libro El círculo rojo, de Arthur Conan Doyle –autor de la saga de Sherlock Holmes–, cuyo título refiere a un clan descripto como una “sociedad napolitana, relacionada con los antiguos Carbonarios, con juramentos y secretos terribles. Una fraternidad de la que no era posible escapar una vez bajo su dominio”.

Salvando las distancias, como cada político, Massa tiene su propio círculo rojo (pequeño y heterogéneo) que lo contiene, lo aconseja, lo respalda y trabaja para su éxito.

La mesa chica. La cabeza del grupo es, sin lugar a dudas, Ma-

lena Galmarini, su esposa desde 2001. Ella tiene un rol de consejera y partícipe de muchas decisiones, sin miedo a tomar un perfil propio e independiente, como fue notorio en agosto tras darse a conocer la noticia del robo en la casa familiar. “Ella es la jefa de todos nosotros”, confesó uno de los integrantes de la familia.

Luego figura Ezequiel “Quelo” Melaraña, mano derecha de Massa y amigo suyo desde la escuela primaria. Es su secretario privado (más de una vez le maneja el teléfono y lo acompaña en la camioneta durante sus caravanas por el conurbano) y además ostenta el cargo de vicepresidente del Club Tigre. Los que conocen del vínculo con el intendente lo señalan como su jefe de gabinete personal.

En tercer lugar está Sebastián Galmarini, su cuñado y uno de sus principales estrategas en el armado bonaerense y la campaña, aunque con bajo perfil. Politólogo de profesión y docente universitario, Galmarini es candidato a senador provincial por la primera sección y lideró la organización de las listas en todos los distritos. Dicen que en La Ñata, durante aquella jornada de acuerdo con Scioli, el cuñado de Massa peleaba cuerpo a cuerpo con los operadores del gobernador, desde los diputados hasta los consejeros escolares.

Saliendo del círculo íntimo, en la mesa chica tiene un lugar ganado Juan José Álvarez, exministro duhaldista y un virtual jefe de campaña (aunque en el Frente Renovador destacan que el jefe y último resorte de las decisiones es siempre Massa). “Juanjo” coordina muchas de las acciones políticas del candidato y es uno de sus consejeros más cercanos.

En el plano político, los dirigentes amigos más allegados a Massa son José Eseverri (Olavarría), Joaquín de la Torre (San Miguel) y Gilberto Alegre (General Villegas). Son quienes desde un principio fogonearon el desmarque con el kirchnerismo. Desde el entorno cuentan que Gabriel Katopodis (San Martín) está un poco mas alejado ahora y que está en alza Darío Giustozzi (Almirante Brown), su pata en la tercera sección. “Al principio le costó, pero se fue integrando en nuestra forma de trabajo”, destacan.

Entre los dirigentes que Massa más escucha como una voz consejera está la diputada Graciela Camaño, quien maneja la fiscalización de la elección, especialmente en el conurbano. Desde el plano gremial, el sindicalista más cercano al intendente es el líder de Sanidad, Carlos West Ocampo.

El candidato a diputado provincial Juan José Amondarain fue uno de sus principales armadores en la Provincia y es su referente en La Plata. Incluso estuvo presente en La Ñata durante la negociación con Scioli, aunque en los últimos meses fue relegado un poco a la periferia.

En el aspecto comunicacional, quien lleva la batuta y es el brazo ejecutor de sus decisiones es Claudio Ambrosini, su histórico jefe de prensa hace ya casi una década y exvocero de Carlos Ruckauf. También lo asesoran de cerca el consultor peruano Sergio Bendixen y a veces el empresario de medios y exministro menemista José Luis Manzano.

La mano malquerida. Siempre hay alguien que desearía pertenecer a la mesa chica pero que se queda afuera. Bien puede ser el caso de Eduardo Duhalde, quien hace rato busca una foto con Massa que no consigue. De hecho, el mes pasado el intendente de Tigre estaba feliz de haberse retrasado en un acto en Lomas de Zamora que lo imposibilitó de llegar a la presentación del libro de Roberto Lavagna, donde estaba Duhalde.

Pero el expresidente igual se esfuerza. Visitó en agosto a Lula da Silva en San Pablo y le aseguró que el sucesor de Cristina sería Massa. Días después fue a una capital caribeña a encontrarse con un legendario líder latinoamericano al que le comentó lo mismo. Duhalde ayuda con un lobby regional para Massa, con la esperanza de que sus buenos oficios lo consagren al frente de la Unasur en 2016 y así pueda obtener el bronce que siempre quiso para el final de su carrera política.

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