La mayoría sigue sin hacer nada

La mayoría sigue sin hacer nada

Muy pocos dirigentes aceptaron hablar con NU sobre propuestas de género. Violencia, trata, discriminación y aborto parecen ser temas demasiado urticantes para el grueso de la política.


Vayamos al grano, o mejor dicho, al golpe: hablemos, una vez más, de la agenda de género. Y hagámoslo sin vueltas, esas que dieron varios espacios políticos, como perros que se muerden la cola de la irresponsabilidad, con los que Noticias Urbanas se comunicó infructuosamente, todo para saber si sus candidatos tienen pensado hacer algo, desde su lugar, con los números asociados al femicidio, esos que en la actualidad van en un frenético in crescendo, un in crescendo que ni el Indec puede parar. Es necesario hablar de las papas que queman, pelan y de las que van a quemar: porque van a quemar. Hablemos, así, de la trompada que urge parar, pero no solo de eso. También, de la discriminación laboral que sufre quien tiene tetas –qué persistente es la cultura de tener que demostrar siempre el doble– o la escasa representación política: poca voz y poco voto.

Aclaremos algunas cuestiones: las preguntas que este medio efectuó son las preguntas del rulero y de la escoba. Hubo exponentes, por ejemplo, de la Coalición Sur, que no supieron qué responder al llamado. “Pensé que me ibas a preguntar sobre propuestas de campaña, así que mejor mandame un e-mail con las preguntas y veo cómo te las respondo.” Decir, por otro lado, que no se tiene ganas, ni un poquito, de trabajar en propuestas en materia de género es, desde el vamos, políticamente incorrecto. Ya es sabido que el abecé de la cosa pública local contempla que la transparencia finalmente no garpa, que es mejor la careta, la máscara que replica los altibajos televisivos: mucha comedia, poca tragedia. Ni hablar del aborto, cuestión piantavotos si las hay. Y respecto a la trata, se avanzó, pero no lo suficiente. Falta también porque los políticos no pueden expresar abiertamente sus posiciones sin que esto los afecte. En el mejor de los escenarios, la mayoría se prende a la lógica espasmódica de los medios y corre como un perro detrás de su amo.

Si hiciéramos un paneo por las distintas listas, que son numerosas, podemos afirmar que no figuran muchas iniciativas de género. Y las que existen, salvo algunos casos, no se hacen demasiado visibles en las plataformas K y no tan K. No asoman la cabeza.

Dos asuntos mayores, que trazan el perfil de esta política, la de hoy, la nuestra. Primer asunto: ante la pregunta de género de cara a lo que viene, las PASO y octubre, los encargados te mandan a hablar con la candidata número 28 de la nómina que, claro, es feminista. Eso nos está diciendo algo. Que los varones no puedan o no salgan a hablar, más allá de que el género no sea su especialidad académica o parlamentaria, nos está diciendo algo. Alejandro Bodart, actualmente diputado y precandidato a senador porteño por el MST en el frente Nueva Izquierda, es uno de los dedos, pocos dedos de una mano que ya se hizo cargo públicamente de esta demanda, respondiendo toda vez que se le preguntó y trabajando sobre el tema en la calle. De esa forma, los derechos de la mujer vistieron de violeta.

Y también lo es Claudio Lozano, precandidato a senador por Camino Popular. Afirma, quien en 2008 fue el primer hombre que firmó el proyecto de ley de aborto legal, seguro y gratuito: “Lo que hay de fondo en la idea de derechos de género es una mirada diferente. No es una cuestión de la mujer, es la óptica para mirar el mundo, es asumir la idea de la diversidad, es romper el criterio por el cual la relación entre los sexos se establece sobre la base del patriarcado, la desigualdad y la jerarquía. Y debemos modificarla, por el criterio de la corresponsabilidad del protagonismo, la participación y la igualdad. Desde la perspectiva cultural hay que dar esta batalla para lograr triunfar y hacer de esta sociedad, la sociedad de iguales que necesitamos”. Junto al primer precandidato a diputado nacional por el mismo espacio, Itai Hagman, hicieron múltiples actividades en defensa de la igualdad de género, cuyos puntos salientes fueron, justamente, la legalización del aborto, la aplicación efectiva de la Ley Contra la Violencia de Género, el desmantelamiento de las redes de trata, y educación sexual en todos los niveles. Dice Hagman: “Camino Popular es parte de los movimientos que luchan por la igualdad de géneros. El derecho de las mujeres a elegir siempre será prioritario en nuestra agenda. El aborto seguro, legal y gratuito es condición para terminar con el flagelo permanente de la muerte de mujeres, que deben hacerlo en clandestinidad”.

Segundo asunto: varios de los planteos legislativos son propuestas para impulsar la concreción de otras propuestas, la palabra muerta de la ley. Eso nos está diciendo algo: que las cosas no están bien. Que la política es política de maquillaje, como el maquillaje que tapa los golpes: se esfuma pero el golpe queda.

Algunas rosas

Mabel Bianco, segunda precandidata a senadora por la lista Suma+ (de la alianza Unen), de reconocida trayectoria en la lucha por los derechos femeninos, asegura que es necesario establecer la emergencia nacional en relación a la violencia hacia la mujer, desde campañas de desnaturalización hasta el registro único de víctimas. Y no pasa por alto una cuestión medular: la ley existe pero no se cumple. Se trata de la 26.485, que versa tanto en la atención a quienes padecen violencia de género como en su prevención. Porque es eso donde debería, parece, ponerse el foco: en el antes. Es que cuando la mujer está muerta ya es tarde y su deceso solo sirve como insumo de los canales de noticias. Cuando llegue otra, podrá descansar en paz. La visibilización de la problemática, entonces, solo deja ver su sombra.

Blanco, epidemióloga y presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), también va, entre otros objetivos, por la igualdad del hombre y la mujer en la escala salarial y la paridad política –“un 50 y 50 real, más allá de los cupos”– explica en criollo, en diálogo con NU.

Si alguien promueve un paquete de propuestas de género, esa es Gladys González, actual diputada nacional del Pro por la provincia de Buenos Aires y referente en el área. Su planteo, podría decirse, se bifurca en dos líneas: una, de carácter más bien integral, relativa a la igualdad de trato y de oportunidades, y la otra, vinculada directamente con la violencia de género. Dentro de la primera, en lo que hace a la actividad laboral, por ejemplo, se contempla que el arco se extienda desde el empleo público hasta la labor cuentapropista y se insta a regular el universo del teletrabajo, que hoy emplea a muchas mujeres. Además, impulsa un régimen de licencia especial por adopción o embarazos múltiples. Y promueve, también en términos especiales, a que los empleadores paguen indemnización por discriminación de género.

En cuanto a la segunda línea, se destacan, entre muchos, los proyectos orientados a la reinserción laboral –o primer empleo, como sea– de aquellas mujeres que fueron violentadas por sus parejas y quedaron en la calle. Se sabe: no solo las atan las piñas y la manipulación, muchas veces es la dependencia material la que las obliga a seguir durmiendo con el enemigo. “El trabajo dignifica no solo porque la mujer pueda mantenerse, sino incluso por lo bien que puede sentirse al poder valerse por sí misma”, explica González, recordando involuntariamente al primer peronismo y dando indicaciones, mientras, a una de sus hijas. En la academia lo llaman empoderamiento. En la calle, linda palabra para jugar al ahorcado. Que suma, suma. Las experiencias motorizadas por el Gobierno nacional, en este sentido, son muy parciales, muy aisladas, muy inorgánicas. Muy menos.

“Para el Frente de Izquierda, la violencia contra la mujer viene del lugar social que el régimen necesita darle para reproducirse. Las tareas para paliar semejante flagelo proceden de una profunda modificación y no de leyes que, sin decisión política y un cambio social, no revierten ninguna tendencia”, afirma a NU, de entrada, Vanina Biasi, precandidata a senadora por el Frente de Izquierda y los Trabajadores. “Tuvimos Ley de Violencia de Género y la Ley de Educación Sexual que, sin embargo, fueron armadas para fingir una preocupación sobre un tema que sus impulsores no tenían.”

“El Frente de Izquierda impulsa el trabajo en blanco con sueldos acordes a la canasta familiar para que la mujer logre su sostenimiento autónomo. La socialización de las tareas domésticas es otro gran objetivo que nos proponemos poner de relieve entre los proyectos a elaborar, para dotar a la mujer de herramientas para construir una independencia personal y social y ser generadoras de fuentes de trabajo. La discriminación laboral y la desigualdad salarial se han profundizado a partir de la política del Gobierno nacional de generar puestos de trabajo terriblemente precarios que no solo colocan a la mujer en un cuadro de discriminación laboral: de este tipo de relaciones resultan casos de abusos sexuales con trabajadoras, e incluso también procede el desarrollado circuito de la prostitución que se ha incrementado a la luz de una política estatal de absoluto amparo de las redes de explotación sexual y de esclavitud laboral”, manifiesta Biasi, delegada gremial de los trabajadores no docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

“La tarea legislativa del Frente de Izquierda –explica, incansable– acompañará las múltiples demandas de las mujeres en cada barrio que han visto decrecer la asistencia sanitaria, la atención ginecológica, que han vivido la ausencia de campañas de información y de formación científica en cuestiones relativas a la salud femenina y a la sexualidad”. Salud y sexualidad femenina resuena seguido en el frente como resuenan los bombos cada vez que hay acto por Plaza de Mayo. La bandera del aborto libre, seguro, legal y gratuito fue históricamente una bandera de la izquierda. Y es ahora una bandera del frente.

Aborto, esa mala palabra

Manuela Castañeira, precandidata a diputada nacional por MAS – Las Rojas, expone, entusiasmada, en charla con NU: “Con mi candidatura nos centramos en la temática del derecho de las mujeres, más específicamente para que la voz por el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito llegue al Congreso. Eso ha generado una simpatía enorme en mujeres, varones, laburantes, gente de la izquierda e incluso un sector del Gobierno que se ha volcado a votarnos”.

El tema del aborto se ha colado en la campaña, dice Castañeira, sencillamente porque es un tema irresuelto. “Hace unos días, la Presidenta tuvo que ratificar su posición contraria al aborto, e incluso contraria al propio (Martín) Insaurralde, su candidato, mostrando que está en contra de este derecho, apelando a frases que sabemos que tienen que ver con la postura de la Iglesia, como puede ser ‘defiendo la vida’; siendo que nosotras también defendemos la vida, pero de las de cientos de mujeres que mueren a consecuencia del aborto clandestino”, señala, tajante.

Y habla, cómo eludir el asunto, de la izquierda. Que no está muy unida que digamos. “Hay sectores que se sintieron tocados porque se cuela este debate por el aborto y nuestra campaña es muy fuerte, entonces han tenido que salir a dar respuesta, que han sido más bien formales y clandestinas; no son claras y no referencian a las listas. Uno puede utilizar los segundos de campaña para poner esto en escena y pelear por ello, o se puede no decir nada porque es un tema controversial y se tiene miedo de perder votos por derecha o por izquierda, según se posicionen a favor o en contra. Entonces se esconde la posición y en un lugar que resulta favorable, se dice muy tímidamente. Eso nos parece que no es tomar el tema del aborto sino ver las elecciones como un mero fin en sí mismo”. Costo de oportunidad, le dicen.

“Hoy el aborto sigue siendo ilegal, se efectúan cerca de quinientas mil prácticas abortivas ilegales por año. Hace falta que haya educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto libre, legal, seguro y en el hospital para que dejen de morir mujeres pobres. Queremos hablarles a esas mujeres, decirles que para que estas propuestas estén en octubre, tenemos que superar las primarias de agosto. También queremos hablarle a la juventud. Esa juventud que ha sido precarizada y ve cómo los políticos gobiernan al servicio de las empresas. A ellos les proponemos que banquen la lista que los bancó en cada pelea por la educación, por trabajo digno y todos los derechos”, plantea, a su vez Maru Lopes, militante feminista y precandidata a senadora, la más joven, por el MST en el frente Nueva Izquierda.

Gladys González también tiene su postura respecto al aborto y no teme exponerla. Bien por González, entonces. A saber: no está a favor, comenta, de la despenalización del aborto “en términos generales”, pero sí cuando la mujer resultó embarazada producto de una violación o cuando la medicina determina que el embarazo gesta un feto anencefálico: se trata de una malformación genética por trisomía del cromosoma 18, por la que el feto carece de cerebro y, si nace, está condenado a morir a las pocas horas.

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