El poder del tinto fue demasiado para él

El poder del tinto fue demasiado para él

Un ladrón entró a robar a una casa. Lo vieron y huyó. La policía no lo pudo encontrar. Una vecina lo halló en su cama, dormido y borracho. Los policías que se lo llevaron se adjudicaron el mérito.


La dama entró a su casa apurada porque había salido a ver a su médico y había olvidado el dinero. Al pasar por la cocina encontró restos de comida que no eran de ella ni de su hijo, pero la sorpresa se la llevó cuando llegó a su habitación y se encontró con un joven dormido en su cama, vestido con ropa de su esposo y de su hijo y abrazado a una botella de vino.

La mujer, que había prendido imprudentemente la luz, la apagó y corrió hacia la casa de su vecino, que en la madrugada había sido robado y había recibido la visita de la policía, para volver a convocar a los uniformados. El ladrón, mientras tanto, dormía, ignorante de todo lo que se tramaba a su alrededor.

Cuando los efectivos de la Policía Metropolitana arribaron al domicilio de Terrada al 3500 le pidieron a la señora que abriera la puerta de su casa, entraron y aprehendieron al bello durmiente. Allí los sorprendidos policías descubrieron que el joven tenía en su poder dinero cash, alhajas, relojes, una cámara de fotos, una filmadora, un equipo de dvd, un par de antiparras submarinas, un desodorante y un frasco de shampú.

Varios de los objetos que estaban en poder del caco pertenecían al vecino que había sido robado en la madrugada, por lo que éste se reconvirtió de testigo a damnificado. El ladrón más tonto del mundo, que lucía un collar de la dueña de casa, entretanto, fue conducido a los calabozos de la Comuna 12 de la Policía Metropolitana.

El ladrón más tonto y los policías más ineficientes, que lo habían tenido oculto a unos metros en la madrugada para que luego lo encontrara una detective hogareña, se fueron juntos. Uno iba esposado y los otros, disfrutando de la suerte que ahora tiene faldas.

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