“El loco y la camisa”

“El loco y la camisa”

Dramaturgia y dirección: Nelson Valente. Con Soledad Bautista, Gabriel Beck, Ricardo Larrama, Julián Paz Figueira, José Pablo Suárez y Lide Uranga.


La palabra “locura” viene del latín “delirare”, de “lira ire”, que significaba originalmente en la agricultura “desviado del surco recto”. Traducido a la cotidianeidad, sería una desviación de la norma. El problema es cuando la norma ya viene torcida y se reproduce a través del tiempo. En este caso, la familia está compuesta por un padre, una madre y una hermana, que la hacen cercana a una audiencia. ¿Quién no conoce a un padre que no le da bola a nadie y es un tanto malhumorado?

¿Una madre chapada a la antigua pero con algunos destellos –mínimos– de brillantez? ¿Nadie sabe de una amiga/hermana/cuñada que le interesa un tipo –terrible garca– solo por estatus y plata? En la puesta se aprecia la intención de ocultar a aquel que no va con las normas imperantes de la sociedad. En este caso, sería “el loco” –el hermano/hijo de la familia– quien, desde sus “limitaciones”, pone en tela de juicio la violencia y la repetición de modelos opresivos. Así se pasará de la sonrisa –e incluso la risa– a un estado de realismo shockeante. Lo visto sobre tablas es una situación que toca a los presentes, con la particularidad de que el texto inquiere al espectador igual que Malone a Eliot Ness: “¿Y ahora, qué vas a hacer?”. Esa es la pregunta sin respuesta porque se actúa o se es cómplice. Siempre bajo el yugo de las buenas costumbres y la educación.

Con un in crescendo constante y continuo, la puesta toma por asalto a los sentidos. La escenografía, sencilla y exacta, ubica a los protagonistas en un cuadrilátero en forma de living y cocina donde se dirimirán los antagonismos. La imposibilidad de ocultarlos debajo de la alfombra alude a la cuestión identitaria de los individuos que resisten (“aguantan”) una vorágine de violencia con tal de no modificar el statu quo. La excelencia del elenco está probada en sus mínimos detalles. Julián Paz Figueira compone un “loco” sublime, de credibilidad plena, sin caer en excesos ni caricaturizaciones.

El loco y la camisa es una puesta imperdible para reflexionar y preguntarse sobre la posibilidad de que algunas situaciones sean posibles. Sin lugar a dudas, una de las mejores puestas del año, para ver más de una vez y recomendar.

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