El acuerdo con el FMI significa la sartén, mientras el fuego espera

El acuerdo con el FMI significa la sartén, mientras el fuego espera

Del “back to back” al “carry trade”. De la mora de pago al default. Del purgatorio al infierno.


Corren los días finales y las cuentas se hacen y se deshacen constantemente. Pero no son en este caso las cuentas en dólares, sino las del recuento de los países con posición favorable a la Argentina, porque el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es una cuestión de votos.

Los representantes de los Estados Unidos de Norteamérica aún no definieron el apoyo o el rechazo de su país a la culminación de la ríspida negociación con Argentina. Esto demora la definición, porque los norteamericanos no se representan sólo a sí mismos. Detrás de ellos caerá una cascada de votos, favorables o desfavorables para la Argentina.

Después, existe otro grupo de países que tienen vínculos económicos con nuestro país, cuyos diplomáticos ya anticiparon sus votos positivos para el acuerdo que se logre. Son ellos Italia, China, Rusia, India, Francia y España. Por su parte, los alemanes se van a abstener, al menos por ahora, al igual que Israel y Arabia Saudita. Todos ellos serían parte de la cascada mencionada en el párrafo anterior.

El 27 de diciembre se anunciaría la firma del preacuerdo con el FMI. Éste congelaría los vencimientos que Argentina ya no cumplirá. La cercanía del acuerdo, entonces, convertiría este incumplimiento en Mora de Pago y no en Default. Hacia marzo, el acuerdo definitivo estaría listo, de acuerdo con fuentes gubernamentales. Esto, teniendo en cuenta que en enero el FMI entra en el receso invernal y que recién en febrero se completarían los trámites que aún restan acordar.

Una vez superado el acuerdo, los mercados serán ordenados, ya no por el Gobierno argentino, sino por los grandes pulpos internacionales, porque el FMI –que son los bancos y los bancos son más que todas las empresas multinacionales, es necesario decirlo-, que jamás fue “bueno”, sólo quiere cobrar. Y los muertos no pagan, tal como expresó alguna vez Néstor Kirchner. Es decir, las pequeñísimas jugarretas con el dólar “blue”, el “contado con liqui” y otras minucias serán cortadas de cuajo por el jugador de las ligas mayores. Este cronista no sabe, de todos modos, si reír o llorar, pero será así.

Una vez firmado el acuerdo, habrá una devaluación del 20 por ciento entre marzo y abril (dólar oficial a $120), para llegar a diciembre habiendo devaluado otro 25 por ciento, llevando el dólar hasta los $150. El objetivo es recaudar los dólares de la única manera posible sin tomar préstamos externos, que es lograr que los exportadores de granos liquiden sus existencias y abandonen el almacenamiento en silo-bolsas, que retrasa la recaudación. Esos dólares, el FMI los quiere para sí.

Luego, habrá una cierta dureza hasta junio de 2023, cuando llegará la campaña electoral y el Estado deberá comenzar a gastar nuevamente en “pavadas”, tal como consideran los fanáticos de los mercados al gasto social. En una palabra, la firma del acuerdo bajará el ritmo endemoniado de la inflación hasta una lógica “argentina”, con algunos sobresaltos, pero con límites.

El acuerdo, entonces, ayudará a controlar el precio de los alimentos, el dólar “blue” y la inflación. La clave es que si esos costos son a cuenta de la Argentina, a nadie de aquel mundo le importa nada, pero cuando las cuentas empiezan a llegarles a ellos, montarán en cólera y cortarán alguna cabeza, si ello fuera necesario. Arruinar a la Argentina sería, en este caso, arruinar al FMI. ¿Se entiende?

Es necesario tomar en cuenta que el traslado de ingresos desde los sectores asalariados hacia el sector empresarial sumó, entre marzo de 2020 y octubre de 2021, 5,6 ¡¡¡billones!!! de pesos, equivalentes a 15.500 millones de dólares a precio oficial. Equivalentes también a un cinco por ciento del Producto Bruto Interno argentino.

¿Cómo llegamos a esto?

Las empresas multinacionales tienen dos maneras habituales (hay muchas más) de saquear a los países del Tercer Mundo.

Una es el “back to back”. Son los famosos créditos corporativos o autopréstamos. La casa matriz le gira dinero a su propia sucursal, pongamos, argentina. A partir de ese momento, cobra una tasa en concepto de intereses. Cuando el directorio residente en, pongamos, London, necesita incrementar su tasa de retorno, pacta con un banco cualquiera, que podría ser, ya que estamos especulando, el JP Morgan. A cambio de que la empresa compre algunos bonos que obra en poder de Morgan (nada que ver con el pirata, por supuesto), el solícito banquero accederá a elevar la tasa de riesgo país. De esta manera, la tasa de retorno del autopréstamo se eleva con este índice. De esta manera, la casa matriz hasta se da el lujo de que su sucursal no gire beneficios hacia London. Los intereses obran como conjuro de todos los males.

El otro mecanismo es el “carry trade”, que Mauricio Macri infló hasta el paroxismo. Éste es aún peor. Las empresas traen sus dólares al país, abandonando el otro mecanismo, el “back to back”. Pero, a cambio, reciben mágicamente altísimas –no altas- tasas de interés. En el caso del gobierno de Cambiemos, éstas llegaron a un casi inédito 100 por cien. Así, no necesitaban incrementar sus precios al ritmo salvaje, como hacen por estos días. Su ganancia estaba garantizada con sólo inyectar dólares, cambiarlos por pesos en el circuito financiero y, tras “secar” la plaza, volver al dólar, cobrando intereses de hasta el 100 por ciento.

De esta manera, cuando querían reconvertir sus pesos a la verde moneda, duplicaban o cuasiduplicaban su volumen de dinero. En un momento (2018), el perverso ritmo de salida provocó que el Banco Central se quedara sin billetes verdes. En ese instante, los propios banqueros y empresarios norteamericanos comenzaron a emplazar al State Department y al Tesoro de su país para que solucionara la carencia de dólares de alguna manera.

Como los bancos comerciales ya no deseaban sostener el insensato ritmo de endeudamiento, los acreedores de corto plazo volvieron su mirada al odiado -pero popular- Fondo Monetario Internacional.

El resto de la historia ya es conocida. El FMI soltó dólares a mano abierta y en estos momentos la Argentina se encuentra en un estado de vulnerabilidad alarmante, sin fondos, sin crédito y sin futuro. El mejor acuerdo que se logre con el FMI será desastroso, tanto que hay quienes aconsejan no firmar ningún acuerdo.

En ese caso, la consecuencia sería seguir lidiando con los actuales depredadores, los que llevaron los precios a límites espeluznantes. Los otros depredadores, los del FMI, entonces, quedarán al pairo, en mar abierto, esperando el colapso para volver y saquear los restos.

Así de negro es el futuro si las reservas nacionales siguieran de brazos cruzados. Pareciera que hasta en las propias filas del Gobierno existiera una parálisis o un desdeñoso desinterés por el país.

¿Habrá quien reaccione? Porque estos temas no los resuelven los gobiernos. Los resuelve la movilización popular. Millones de personas en la calle evitan que millones de nuestros pesos se fuguen sin escarmientos.

Qué se dice del tema...