Policía Metropolitana: una bomba de tiempo

Policía Metropolitana: una bomba de tiempo

Por Antonio Lizzano

El anuncio de una purga en la policía porteña hizo crecer el malestar de los jerarcas de la fuerza, que no se sienten respaldados por sus jefes políticos. La influencia del Fino Palacios y el encono de la Policía Federal enturbian la situación.


Las repetidas declamaciones públicas de los bandos opuestos tienen en común las frases que se utilizan para quedar bien parados ante la sociedad, evitando apelar a la verdad y esquivando de manera elegante cualquier responsabilidad en el hecho. Ese viejo recurso político fue usado tanto por el macrismo como por sus opositores durante la crisis que vivió la Policía Metropolitana la última semana. Del lado oficial se trató de explicar lo inexplicable, y de la vereda de enfrente se utilizó sin ningún complejo moral el fundado temor de los ciudadanos en materia de inseguridad para sacar rédito político del mismo. El cruce altisonante de acusaciones dejó de lado uno de los temas cruciales acerca de la Metropolitana: el acalorado debate que la precedió desde antes de nacer tiene un marcado tinte político. Por un lado, el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, se empeñó con la creación de la fuerza, a pesar de que datos de peso aconsejaban lo contrario, para subirse a ese importante logro, que además prometió durante su campaña a la Jefatura comunal, para desde allí afianzar ante la gente sus condiciones como candidato presidencial. Del otro lado, el kirchnerismo hizo todo lo posible por impedir la salida a la calle de la policía porteña, y para eso contó con la resistencia crónica de la Policía Federal.

“Acá hay algo básico y que debe quedar bien en claro: si se arma una fuerza con amplias atribuciones en la Capital Federal, los federales perderían su razón de ser. Porque aunque la Federal tiene jurisdicción nacional, su mayor radio de acción se encuentra en la metrópolis, el 90 por ciento de sus hombres se desempeñan en la Ciudad y con eso se demuestra que la principal razón de su existencia se basa en las tareas realizadas en la urbe. Allí están sus principales cajas de recaudación ilícita sobre los delitos más redituables. Con los datos enumerados se obtiene una conclusión irrefutable: los federales jamás y bajo ninguna circunstancia permitirán que exista otra fuerza que les discuta el predominio en la Ciudad. Hacerlo, sería como suicidarse. Sólo aceptarían una híbrida e insignificante Guardia Urbana, para cuidar las plazas, pero de ninguna manera el proyecto del macrismo”, desmenuzó con verba de profesor inflexible ante Noticias Urbanas un ex comisario general de la Federal que fue consultado sobre los continuos tropiezos que acompañaron a la Metropolitana desde su génesis. Pero todavía hay más.

NU pudo comprobar a través de distintas fuentes que la policía porteña vive una particular interna que involucra a los altos oficiales, la tropa y las autoridades políticas de la fuerza. A eso se suma la constante oposición de la dupla que conforman los K y la Federal y que, desde las sombras, no se cansa de operar en contra de la Metropolitana. “Es evidente que a Kirchner no le conviene para nada que la fuerza de Macri sea un éxito, por la repercusión política que ese logro tendría ante los electores de todo el país, ya que ese suceso se produciría en uno de los distritos más importantes de la República y que además dejaría en una pésima situación a la provincia de Buenos Aires, porque demostraría la ineficacia de su gobernante, nada menos que un aliado del matrimonio presidencial, para manejar a la cuestionada Bonaerense”, le explicó a NU un experto local en Inteligencia que conoce en detalle la batalla entre bambalinas que enfrenta al kirchnerismo y al macrismo. Según el émulo vernáculo de James Bond, el peor error del jefe comunal fue colocar al ex comisario Jorge “el Fino” Palacios al frente de la Metropolitana. Pero sus razones no tienen nada que ver con las conocidas públicamente.

“Nombrar a Palacios al frente de la policía fue tomado, y con razón, por los ‘federicos’ como una declaración de guerra, ya que el Fino venía a disputarles el poder territorial con el claro objetivo de crear una fuerza que tuviera atributos tan amplios como los de los azules. Su idea era construir una policía con tanto poder como la Federal, para de esa manera poder pelearle los principales negocios sucios. Estas cajas de recaudación son muy codiciadas en todas las policías del mundo y mucho más en la Argentina, ya que no es por los magros sueldos que perciben los comisarios de mayor jerarquía como llegan a convertirse en millonarios de la noche a la mañana. Para peor, la ida de Palacios no alteró demasiado la situación de bronca de los ‘federicos’, porque en los cargos de mando de la Metropolitana quedaron los efectivos leales a él, que tenían en común un pasado en la Federal”, aseguró la fuente.

La concreción sobre la continuidad de los hombres del Fino en la institución fue ratificada por el propio Jefe de Gobierno a través del decreto 142/10 que firmó el miércoles 11 de febrero, que ratificó la cúpula policial nombrada por Palacios y cuyas figuras principales se encontraban a cargo de las cuatro superintendencias que tiene la PM, estructuras de alta jerarquía si se toma en cuenta que por encima de ellas sólo se encuentra el jefe de la misma. Estos comisarios generales, que también integraron la Federal, son: Miguel Ciancio (Superintendencia de Policía de Seguridad y de Policía Comunal), Carlos Kevorkian (Superintendencia de Investigaciones), Eduardo Martini (Superintendencia de Comunicaciones) y Jorge Roberto Cots (Superintendencia de Desarrollo Policial). La cercanía de estos comisarios con el Fino desagrada profundamente a la fuerza que lidera el comisario general Néstor Valleca. “Para la Federal, la permanencia de estos hombres en lugares de poder es una clara demostración de que Palacios sigue manteniendo una influencia importante en la PM, institución que está conformada en un 70 por ciento por ex azules. Ambos hechos siguen provocando una fuerte oposición de la Federal hacía la institución porteña”, detalló ante NU un comisario de la Metropolitana cercano al Fino, que conoce los recelos que la policía macrista sigue despertando. El decreto 142/10 incorporó nuevos nombres en cargos sin injerencia sobre el mando de la tropa. Con él se designó como director general de Administración de Recursos Humanos a Ignacio Gustavo Greco, como director general de Suministros a Carlos Fabián Etcheverrigaray, como director general de Infraestructura a Leonardo Spataro y como directora general Administrativa y Legal a Cecilia Marcela Aun.

LA INTERNA OCULTA

La situación se volvió insostenible hasta para su padrino político, el hombre que lo había llevado a la fuerza y era nada menos que el jefe de la policía porteña, Eugenio Burzaco. El malestar que el comisario despertó en sus subalternos derivó en múltiples quejas que los sometidos uniformados hicieron llegar a las máximas jerarquías de la Metropolitana. La realidad se calentó tanto que ni el propio Burzaco puso salvar a su pollo y debió aceptar la renuncia a la fuerza que el jueves 18 de febrero el director de Vigilancia Preventiva, comisario Carlos Roncatti, le presentó por escrito. Roncatti había sido el único oficial de peso que el jefe de la Metropolitana hizo ingresar a la policía macrista. Su corto paso por la institución tuvo su causa en “los malos tratos que les propinaba a sus dirigidos”. A eso se sumó el pasado nada elogioso del comisario que había sido denunciado por el periodista Miguel Bonasso y por los organismos de derechos humanos de haber participado en la represión contra los trabajadores de la empresa recuperada Brukman en abril de 2003.

Roncatti no guarda un buen recuerdo de su jefe político. El policía se quejó ante otros comisarios de la fuerza sobre la actitud de Burzaco, acusándolo de no “bancarlo”. Crítica que, por lo bajo, es muy repetida por los jerarcas de la PM y que Palacios fue el primero en manifestar cuando debió renunciar por la presión opositora, expresando también, en los días de su salida, que “el macrismo le había soltado la mano”. Los uniformados están convencidos que ante la primera acusación pública, sea del calibre que fuere, los responsables políticos “los tiran por la ventana a la primera de cambio sin ensayar una mínima defensa”. Esta actitud no cae nada bien en los policías y provoca un malestar interno que perjudica el accionar diario de la Metropolitana e influye en el compromiso que los comisarios le ponen a la fuerza.

Ante ese panorama, repercutió de la peor manera en los mandos de la PM la declaración pública de los funcionarios macristas sobre la purga que se viene en la flamante fuerza y que, según las versiones oficiales, involucra a un número de uniformados que oscila entre 14 y 34. A eso se agregó la afirmación de Macri sobre la iniciativa de poner a un civil en el área encargada de los ingresos a la PM, el cual tendría la tarea principal de “analizar uno por uno y con lupa los legajos, no sólo de los aspirantes sino de todos los miembros de la policía”. El hombre elegido para ese puesto sería el decano de la Facultad de Estudios para Graduados de la Universidad de Belgrano, Andrés Fontana, quien ya viene trabajando con Burzaco. Ambas noticias provocaron el malestar de los cuatro superintendentes de la fuerza, ya que uno de ellos se vería muy perjudicado por la iniciativa oficial. Ése el caso del capo de Investigaciones, Carlos Kevorkian, al cual la Federal le realizó un sumario administrativo por las irregularidades cometidas en el operativo que terminó con la muerte, el 25 de junio de 2005, del hincha de River Fernando Blanco, de 17 años. Otro de los hombres de Palacios y de alta jerarquía en la PM que tendría problemas en un futuro cercano es el jefe de Análisis e Información Delictual del área de Inteligencia, el comisario Alejandro Parodi, que perteneció a la Federal hasta 2003 y en su paso por la fuerza estuvo en la ex Coordinación Federal (estructura dedicada a tareas de inteligencia política) y en Seguridad Interior. Además, en su paso por la Unidad Antiterrorista que entonces comandaba el Fino, trabajó en la provincia de Misiones, y se lo vincula a Mónica Amoroso la ex mujer del ex legislador de Nueva Dirigencia Miguel Doy (fallecido), que en su oportunidad fue acusada por el histórico líder de ese partido, Gustavo Beliz, de ser una agente de Inteligencia de los azules infiltrada en el espacio que él dirigía.

Otro de los hechos que incrementó el malestar de los jerarcas de la PM fue la destitución del comisario Miguel Ángel Colombo, que se desempeñaba en el área de Investigaciones, luego de que se hizo pública la noticia de que estaba procesado y a la espera del juicio oral por una causa de 1999, época en que era subcomisario de la Comisaría 15ª, con jurisdicción en el barrio de Retiro, por brindarle protección a prostíbulos de la zona. Colombo era otro de los alfiles de Palacios y el nulo respaldo que recibió de las autoridades macristas les dio más motivos a los capos de la Metropolitana acerca de la inexistente “banca” que los funcionarios porteños les brindan a sus hombres. Para ellos, la causa fue fogoneada desde la cúpula de la Federal.

Además, se quejan de que en ese sumario Colombo no era el oficial de mayor rango y, por consiguiente, el que arreglaba la coima con los prostíbulos era el comisario de la seccional y él solo cumplía sus órdenes. Por eso, “consideran que debió recibir un cierto apoyo del macrismo. Los metropolitanos ponen de ejemplo lo que sucede con quienes son cuestionados en la Bonaerense, que reciben un mejor respaldo y no son obligados a renunciar apenas lo pide la prensa o la oposición. Se espera que el caso se calme un poco y después se toma la decisión”, le señaló a Noticias Urbanas un funcionario PRO del Ministerio de Justicia y Seguridad con buena llegada a los oficiales porteños. El enojo de los comisarios se hizo patente luego de la conferencia de prensa del Jefe de Gobierno, de la cual esperaban alguna defensa y nada de eso sucedió. El ingeniero prefirió centrarse en anunciar una batería de proyectos en la que se destacan la persecución del trabajo de los “trapitos”, nombre que reciben los cuidacoches porteños, y la prohibición de taparse la cara y llevar palos durante las manifestaciones urbanas de protesta. El proyecto sobre los trapitos fue adelantado en exclusiva por el semanario NU en su edición del jueves 4 de febrero en la nota titulada “Entre el cielo y el infierno”, donde se aseguraba que “tanto al Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, como Burzaco pretenden avanzar con proyectos legislativos que limiten la venta ambulante y el trabajo de los cuidacoches, ya que, según ellos, con un marco legal actualizado y adecuado se mejorará el trabajo de la Metropolitana y se beneficiará a los vecinos”.

A pesar de lo actual de ambas problemáticas, los oficiales de la PM sintieron un gusto amargo en la boca una vez finalizada la conferencia de prensa. Sus rostros de pétrea seriedad no eran una buena señal para el futuro del jefe comunal. Y los antecedentes enunciados corroboran cruelmente esa afirmación.

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