Gobernadores opositores: el nombre del juego

Gobernadores opositores: el nombre del juego

Los gobernadores no miran sólo el presente. En octubre buscarán conservar su poder, pero piensan en 2019.


El jueves que viene -tres de agosto- los gobernadores peronistas se encontrarán en Buenos Aires, adonde comenzarán a delinear una estrategia para estos tiempos de cólera, que supere la mera coyuntura. El dilema de hoy es sólo distrital, ya que en octubre todos ellos deberán revalidar sus títulos territoriales, en la convicción de que no existe poder en 2019 si no hay alegría en 2017.

Lentamente, los mandatarios provinciales comienzan a rearmar la antigua coalición de jefes distritales. En todos los países del mundo -y en todas las épocas, recordar sino al “Rector Provinciae” romanos y al “Sátrapa” persa-, los gobernadores ostentaron importantes cuotas de poder, por lo que no es extraño que un proyecto político nazca en las provincias.

Así fue que Carlos Saúl Menem y el propio Néstor Kirchner llegaron a la Casa Rosada, sin olvidar las fugaces experiencias de Eduardo Duhalde y Adolfo Rodríguez Saá, que arribaron a la Casa de Gobierno siendo o habiendo sido también jefes provinciales.

Esta semana, el objetivo será el inicio del proceso de unidad del peronismo, que hoy luce disperso. El PJ nacional se encuentra en manos de José Luis Gioja, que es un exponente de la antigua Liga de Gobernadores -del cual fue estratega, figura principal y hasta su vocero en las lides nacionales-, pero que hoy tiene por misión sostener el testigo hasta que surja un líder que todavía no asomó.

Los desafíos que les plantean los actuales jefes políticos en ejercicio -Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner- no será respondidos por ahora por los jefes provinciales, más concentrados en la supervivencia que en el futuro mediato. No confrontarán de manera directa con el presidente, a no ser que sea por las arcas provinciales, ni echarán al olvido a Cristina. Primero, ésta deberá revalidar la hegemonía peronista en la provincia más importante. Después verán de qué manera y en qué condición será la relación que entablarán con la exmandataria.

Hoy por hoy, el diálogo con CFK es esporádico, pero el puente no está roto. ¿Alguien puede pensar que la Liga se negaría a tener en cuenta al peronismo bonaerense en 2019, fuera quien fuere su jefe? La pelea por el poder tiene etapas. Las primeras son frías, pero luego la temperatura comienza a elevarse, hasta llegar a su punto de ebullición en sus fases finales. La mención a la gradación calórica no es casual, porque por ahora el proceso de coincidendias se encuentra en sus etapas iniciales, más cerca del frío que del calor.

Lo que ocurre es que hoy Cristina Fernández de Kirchner crece en las encuestas por dos razones paralelas. La primera es su propia vigencia política, que viene superando aún a una serie de procesamientos, como mínimo cuestionables. La segunda es una errónea concepción -nacida de una mente ecuatoriana, no argentina- que juzga que las apelaciones morales superan a las razones políticas y que procesar a la expresidenta es suficiente para arrojarla fuera del campo electoral y de la disputa por el poder.

En esta primera etapa, los mandatarios provinciales se darán por satisfechos si consiguieran darle proyección nacional a sus eventuales triunfos provinciales, con un ojo puesto en 2019. Luego, si se les diera a elegir entre la vigencia o la ausencia de CFK, elegirían seguramente esta última, pero la realidad es la realidad y ellos lidiarán con las ulterioridades que los resultados impongan.

El jueves, voceros de la naciente Liga aseguraron que estarán presentes todos. Asistirán los más cercanos a la Casa Rosada, entre los que se cuentan Juan Schiaretti (Córdoba), Sergio Uñac (San Juan) y Gustavo Bordet (Entre Ríos) y los más enfrentados, como Mario Das Neves (Chubut) y Juan Manzur (Tucumán).

A Macri le van a reclamar un tratamiento al menos similar a los que reciben los distritos porteño y bonaerense y un pacto de gobernabilidad que les permita planificar -aunque sea en el corto plazo- sus proyectos provinciales. Se quejan de que las palabras con las que son recibidos son dulces, la misma dulzura que adorna el flujo de caja que vuela hacia las provincias que gobierna Cambiemos, pero se muestra amargo con los territorios peronistas, que son mayoría, justo es decirlo.

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