A todo o nada: Lousteau insiste, Horacio dice “ni”

A todo o nada: Lousteau insiste, Horacio dice “ni”

Los radicales quieren competir en 2017, e ir en 2019 por la Jefatura de Gobierno. Larreta no está dispuesto a abrirles la puerta si tiene posibilidades de perder. Existe en Uspallata Plan A y Plan B.


Mauricio Macri se lo dijo claramente a Martín Lousteau: “si venís a la Ciudad, tenés que arreglar con Horacio”. Pero Horacio amaga y amaga sin concretar jamás y Lousteau teme que si debe esperar hasta que el jefe de Gobierno porteño se decida, se quedará sin nada.

El solo hecho de depender de los demás, sin tener la posibilidad de marcar sus propios tiempos sería catastrófico, piensa el diplomático, no sin razón.

Esta circunstancia pone felices a todos en el sumarino amarillo. Nada hay que les dé más placer que jugar a la guerra de nervios mientras sostienen la sartén por el mango. Es que en esta jugada, todos tienen mucho que perder. Lousteau, sin aparato, con poco dinero y con el solo capital de su propia figura, encarará una partida muy difícil para ganarle al Pro en su propio feudo. A esto hay que agregar que del antiguo “aparato radical”, que supo ser invencible en la ciudad hasta fines del siglo pasado y en los comienzos de éste, poco queda. De todos modos, agitar el fantasma de la “injusta exclusión” de los radicales, podría revivir algo de aquella antigua mística.

En la reunión de Villa Giardino, más que hablar de política se escucharon las quejas de los radicales, que les reclamaron a sus aliados en Cambiemos que los incluyan en el ámbito de las decisiones, en el cual nunca estuvieron incluidos. Lo que pasa es que el único interlocutor radical válido para Macri es Ernesto Sanz, que hoy es un paria dentro del partido, al que impulsó a la alianza Cambiemos y luego abandonó, aunque al estilo radical, es decir, sin irse a casa.

El correlato de esta situación en el distrito Capital -hasta el año pasado, el único que gobernaba el Pro- fue la morosidad de la hizo gala Horacio Rodríguez Larreta para darle forma a Cambiemos. En este terreno la rogativa radical es que se conforme de una buena vez la bendita Mesa Política y que ésta, una vez en activada, convoque a una interna que los incluya a ellos mismos bajo el liderazgo del embajador en Washington.

La pregunta del millón sería, entonces: ¿para qué haría eso el Pro, si existiera la más mínima posibilidad de que su propio candidato perdiera? ¿Convocaría Rodríguez Larreta a sus aliados a conformar Cambiemos, sólo para ser derrotado y rifar de esta manera su carrera política a manos de un extrapartidario? Porque si Larreta perdiera, su carrera política estaría acabada. Teniendo en cuenta la situación de Lousteau, si se diera, ésta sería una batalla a todo o nada, en la que el ganador obtendría mucho y el derrotado lo perdería todo.

Tanto es así que en Uspallata piensan que quien debería enfrentar a Lousteau, si hubiera una interna, debería ser Diego Santilli. Si esto ocurriera, el actual vicejefe de Gobierno se opondría a ello hasta que el enfrentamiento sea inevitable. Es que el maquiavélico plan lo tiene como chivo expiatorio. Si ganara el “Colorado”, el ganador sería la “gestión Pro”, pero si perdiera, el peso de tal derrota caería exclusivamente sobre sus hombros. El ganador sería, en ambos casos, Horacio Rodríguez Larreta, aunque si se diera el primer resultado, crecería el poder interno del presidente de la Legislatura. De todos modos, éste es un plan de contingencia.

El Plan A -que evitaría la interna y dejaría definitivamente a los radicales en segundo plano- incluye cederles algunos lugares importantes, que en principio estarían fuera del gabinete. En un año de elecciones legislativas, la salida ideal sería otorgarles a los de la boina blanca, antes que lugares en el Gobierno, algunas candidaturas en la lista de legisladores porteños -podrían ser cuatro, “en lugares expectantes”- y en la de diputados nacionales, que no serían más de dos, en principio. Es necesario recordar que en la ciudad se renuevan bianualmente 30 legisladores distritales y -depende del año- 12 o 13 diputados nacionales. Lo habitual es que Pro y sus aliados se queden con unas 14 bancas en la Legislatura porteña y ubiquen unos cinco o seis diputados nacionales.

En Villa Giardino, entretanto, los radicales porteños iban con la intención de abogar ante Sanz para que se conformara la mesa de Cambiemos en la ciudad y que luego se les permitiera ir a la interna, pero el mendocino -zorro viejo- gambeteó oportunamente la cita subiendo al avión que llevó al presidente, a parte del gabinete y a más de 200 empresarios a Madrid. El propio Juan Nosiglia, hijo del mítico operador radical, Enrique “Coti” Nosiglia, pidió a su partido que se le exija a sus aliados del Pro todo el espinel de reclamos porteños: conformación de la mesa de Cambiemos y convocatoria a internas.

Fue escuchado con atención, pero hasta ahora no consiguió ningún tipo de compromiso serio por parte de sus correligionarios. También desmitieron éstos que Macri le haya ofrecido a Lousteau el Ministerio de la Producción nacional, en el que Francisco “Pancho” Cabrera no deja de acumular infortunios.

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