Que se rompa y no se doble

Que se rompa y no se doble

Por Horacio Ríos

Los acuerdos distritales de dirigentes de la UCR con partidos que no integran el Faunen encienden alarmas que alimentan la sensación de vulnerabilidad de una alianza que no termina de solidificarse.


El acuerdo político que habrían pergeñado Sergio Massa y Gerardo Morales en la provincia de Jujuy, en la que este ofició como anfitrión, volvió a poner en jaque a la coalición Frente Amplio Unen, desnudando la precariedad de los puentes que comunican las distintas riberas que la conforman. Como efecto secundario, el encuentro volvió a poner la lupa sobre el futuro del centenario partido que fundaron Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen.

Con la excusa de firmar un acuerdo entre el municipio de Tigre y el Centro Cultural jujeño Héctor Tizón, ambos referentes se reunieron, no sin antes convocar a la prensa, para lanzar algunas definiciones no demasiado sustanciales, porque, en realidad, la noticia fue la reunión en sí misma.

“Las encuestas indican que Massa sería presidente y yo gobernador –lanzó el jujeño–. Coincidimos en la independencia de los poderes y en muchos temas y por eso abrimos el diálogo político”, remató Morales.

El tigrense, por su parte, expresó, para explicar la reunión: “Se acabó el tiempo de la Argentina dividida entre peronistas y radicales. El mejor mensaje fue de Perón: para un argentino no hay nada mejor que otro argentino. A partir de su abrazo con Balbín, algunos no entendieron que comenzaba una nueva etapa en nuestro país”, remató, más doctrinario que nunca.

Lo más curioso es que este vendaval se desató ante la sola existencia de una foto y de una breve conferencia de prensa, que dio origen a esta especie de “gran equívoco”, en el que no hubo en realidad un acuerdo de equivalencias. Lo cierto es que Massa solo apoyó a Morales en su futura batalla por la gobernación de Jujuy, mientras que el jujeño siguió afirmando –por lo bajo y en público– que “su” candidato presidencial sigue siendo el actual senador y presidente de la UCR, Ernesto Sanz.

Estos chisporroteos nacen por el proceso de constante fraccionamiento que vive la estructura del radicalismo, que se ha profundizado en los últimos diez años a caballo de la exagerada devoción que profesan algunos de sus dirigentes por la práctica de la interna constante y, para empeorar la situación, por la crisis –aún irresuelta– en la que cayó el partido tras la fracasada experiencia de la Alianza, que eyectó a Fernando de la Rúa de la Presidencia en los días finales de 2001.

En realidad, ambos dirigentes tenían en Jujuy objetivos distintos, aunque coincidentes, para concretar el encuentro. Massa buscó instalar en la opinión pública el concepto de que es un dirigente con proyección nacional, en tanto que Morales solamente buscaba darle visibilidad a su candidatura a gobernador en la provincia norteña. Este, por lo demás, podría encontrar –tras su regreso a Buenos Aires para ocupar su banca de senador–, un ambiente cargado de tensión si su acuerdo con el tigrense excediera los exiguos límites de su provincia de Jujuy.

Oportunistas, go home!

La presencia que posee el radicalismo en casi todo el país, sumada a su propia crisis, conforman un combo que atrae, como la miel a las moscas, a todos los partidos noveles con aspiraciones de imponer a sus candidatos en la Casa Rosada, pero que no gozan de poder territorial. La contradicción radica en que el centenario partido posee una fuerte inserción en todo el país, a la vez que su crisis pareciera acercarlo a su propia disolución.

De esta manera, el Pro y el Frente Renovador han salido a la caza de los líderes distritales del partido que aún extraña a Raúl Alfonsín, para intentar seducirlos, convencidos de que prefieren retener el poder en sus territorios antes que respetar una integridad doctrinaria que se hizo añicos el 20 de diciembre de 2001.

Esta contradicción, que deriva del conflicto interno que divide permanentemente a los radicales, provocó ya hace demasiados años que el partido renunciara –no voluntariamente– a ejercer el poder en una larga serie de municipios y gobernaciones, de las cuales retienen muy pocas por el imperio de su propio sello partidario.

En los días que corren, el radicalismo ejerce la titularidad del Poder Ejecutivo en una sola provincia, si se exigiera un examen de pureza. Aun así, el gobernador de Corrientes, Ricardo Colombi, el único que permanece fiel al partido, llegó a su puesto tras aliarse con el kirchnerismo, al que abandonó posteriormente para volver al redil yrigoyenista.

Los casos de los radicales Maurice Closs, gobernador de Misiones, actualmente alineado con el Gobierno nacional; José Alperovich, gobernador tucumano, que abandonó el partido para afiliarse al justicialismo en 2001, y el del santiagueño Gerardo Morales, un radical que debió renunciar a su postulación a gobernador en 2011, dejando a su esposa en su lugar, son emblemáticos para este partido, que desde el acceso de Hipólito Yrigoyen a su primera presidencia, en 1916, proveyó al país de cientos de gobernadores, intendentes y hasta de cinco presidentes de la Nación, que podrían ser seis si se considerara radical a Arturo Frondizi.

Este caos partidario, que convoca desde hace varios años a la diáspora a los dirigentes distritales que se plantean retener el poder en sus zonas de influencia, es el campo fértil para las incursiones de los cazadores de talentos del Pro y del Frente Renovador.

En el seno del Frente Amplio Unen, conscientes de que cualquiera de sus candidatos tiene muy bajas posibilidades de llegar a la Casa Rosada, la opción de máxima es llegar al poder en unas diez provincias, en las que las encuestas les otorgan algunas posibilidades a sus mejores postulantes.

En este panorama, son al menos dos de sus candidatos los que apuestan a duplicar sus posibilidades presentando sus candidaturas a gobernador en dos boletas simultáneas en las PASO. Ellos son el propio Morales y el tucumano José Cano, que incluso le planteó esa opción al Pro, generando un incidente político de grandes proporciones.

El partido que lidera el Jefe de Gobierno porteño rechazó la propuesta del tucumano en forma terminante, ya que su condición sine qua non es que quien comparte boletas distritales con los candidatos del partido amarillo debe asegurar, como contrapartida, el apoyo a la candidatura presidencial de Mauricio Macri. Además, como ocurre en La Rioja, en Santa Fe, en Entre Ríos y en alguna otra provincia, el Pro les planteó a los que buscan opciones de doble boleta electoral que si no hay acuerdo armarán sus propias listas y les quitarán a los radicales y sus otros aliados los cinco o diez puntos que necesitan para ganarles a sus siempre complicados rivales peronistas. Esta opción podría hacer que los diez distritos se reduzcan a no más de siete u ocho.

Los “otros” radicales

Ernesto Sanz, entretanto, lanzó su candidatura presidencial en el Luna Park el viernes 3 de octubre, dentro del marco del Frente Amplio Unen, fuerza a la que aspira a representar en octubre de 2015.

El senador mendocino disiente con Morales en cuanto a las posibilidades y opciones que ofrece el panorama político. Aunque el jujeño no sacó los pies del plato, cuando regrese a integrarse en el bloque radical de Senadores, que ambos comparten, es seguro, según voceros partidarios, que habrá pedidos de explicaciones por parte del propio Sanz y de otros miembros de esa bancada.

Es sabido que Sanz prefiere acordar con Mauricio Macri, al menos en algunos distritos del interior. El problema es que el porteño no acepta, al menos por ahora, que sus aliados abonen a otras candidaturas presidenciales, aunque esa cláusula podría ser objeto de revisión en el futuro, porque cuando el calendario electoral comience a correr y los porotos se empiecen a contar, la necesidad tendrá cara de hereje.

De todos modos, la ciudad de Córdoba podría ser testigo de una foto en la que aparecerían Sanz y Macri si el radicalismo cordobés formalizara un acuerdo con el Pro, que está muy avanzado a partir del éxito obtenido el 8 de septiembre último en Marcos Juárez, cuando la alianza entre ambos partidos se alzó con la victoria, dejando atrás al candidato de José Manuel de la Sota.

Pero, aunque los publicistas pintan de rosa el mundo de las coincidencias UCR-Pro, muchos radicales desconfían del expresidente de Boca Juniors, acusándolo de dividir la oposición al kirchnerismo presentando candidatos propios, a costa de los radicales. Consideran que esta dicotomía podría ser el germen para la conformación de una alianza que deje de lado, en un futuro cercano, a los de la boina blanca. Así de frágiles se sienten en los tiempos que corren los radicales, otrora casi invencibles en algunos distritos.

Un armador del Pro, de todos modos, aseguró que los hombres del cartel amarillo están dispuestos a continuar con su propia construcción, manteniendo su posición “de seguir abiertos al diálogo”, según declaró a Noticias Urbanas.

Si bien todos hacen alarde de firmeza doctrinaria, para el caso de que antes de fin de año ningún candidato del Frente Amplio Unen haga saltar el termómetro de las encuestas, los radicales que gobiernan o tienen posibilidades de gobernar estarían dispuestos a dar el batacazo y acercarse a los candidatos opositores con mayores perspectivas de triunfo, es decir, Mauricio Macri o Sergio Massa.

La realidad más cruda indica que nadie hace política para vivir lejos del poder. Y los seguidores de Leandro Alem están dispuestos a que ese pragmatismo sirva para empezar a recomponer su condición ganadora.

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