Crujen los pactos y Magario siente más cerca la victoria

Crujen los pactos y Magario siente más cerca la victoria

Mientras Cambiemos y el Frente Renovador deben reconstruir permanentemente su pacto de gobernabilidad, pareciera que primó el sentido común y no habrá descuartizamiento del bastión del peronismo.


Desde que la gobernadora comenzó a analizar el proyecto de dividir el territorio de La Matanza en cuatro partes, las aguas ya agitadas en el partido que gobierna Verónica Magario comenzaron a levantar temperatura.

La idea surgió hace unos meses en el seno del bloque del GEN, que responde a la diputada Margarita Stolbizer, pero se extendió como un reguero de pólvora y llegó hasta los oídos siempre atentos de la gobernadora María Eugenia Vidal, que en 2017 jugará gran parte de su futuro político en una elección legislativa que es el escalón imprescindible para llegar con posibilidades de repetir a 2019.

Posteriormente, el 29 de agosto, en un acto celebrado en la planta embotelladora de la gaseosa Manaos, se desató una miniguerra cuando a la intendenta Verónica Magario se le impidió compartir el acto que protagonizaron el presidente de la Nación, Mauricio Macri y la gobernadora bonaerense. Esta ramplona declaración de guerra desató la inquietud entre la dirigencia peronista, que de todos modos desafía que si la Gobernación impone su plan de dividir como se pensaba el municipio, se impondrían lo mismo en las cuatro circunscripciones.

Perder aliados, el peor camino

Gobernando con una alianza con el Frente Renovador que necesita un replanteo a gritos (ver más adelante), los votos de la coalición que lidera Sergio Massa le resultan imprescindibles a Vidal para llevar adelante el proyecto de partición del bastión del peronismo bonaerense.

Pues bien, esta circunstancia le va a resultar difícil de superar, si se toma en cuenta lo ocurrido en la celebración del Día del Empleado de Comercio, adonde el diputado provincial massista Julio Ledesma, que es además el secretario general del Sindicato de Empleados y Obreros de Comercio y Afines de Zona Oeste, convocó a la diputada nacional Mirta Tundis, también massista, al triunviro de la CGT Carlos Acuña y a la intendenta Magario, que mostraron simbólicamente su oposición al fraccionamiento proyectado desde La Plata.

Allí, el propio Ledesma -el hombre fuerte de Massa en Matanza- señaló sin eufemismos que “entre todos juntos tenemos que pujar para que no cometan torpezas con La Matanza. Es peronista, es grande y hay que solucionar muchos problemas antes de llegar a lo que quiere el oficialismo, que es dividirla para reinar”.

Por su parte Magario señaló que “los que queremos a nuestro pueblo sabemos que dividirlo sería dejar a alguno de esos municipios ricos, pero a otros muy pobres. Habría una gran brecha entre unos y otros y eso no es lo que queremos para nuestras ciudades”.

Antes, en una foto que se usó para difundir la partición, diputados del GEN -Marcelo Díaz, presidente del bloque, fue el que presentó el embiró del descuartizamiento municipal-, del Frente Renovador y de Cambiemos se mostraban frente a un mapa de La Matanza que hacía las veces de “mesa de guerra”, similares a aquellas que protagonizaba el popular “Yéneral” González de antaño, de la mano de Alberto Olmedo.

La puesta en escena -que incluía en la foto al massista Rubén Eslaiman, ahora retirado del proyecto- fue el puntapié inicial de una propuesta que fue perdiendo soldados a medida que avanzaba, hasta esta demostración de fuerza final, en la que el FR y el PJ le marcaron los límites a la madataria bonaerense, que sin el apoyo del massismo no logrará gobernabilidad.

Por ahora, recomponer es el verbo

Hasta la semana pasada, la que transcurrió entre el 19 y el 25 de septiembre, la trabajosa alianza que conformaron la gobernadora bonaerense con el Frente Renovador había ingresado en el punto de quiebre, en medio de acusaciones cruzadas de uno y otro bando y desencuentros variados.

En ese marco, dos proyectos eran las piedras de la discordia. Por una parte, el oficialismo buscaba la aprobación de la ley de adhesión al blanqueo, a la vez que el massismo buscaba que se votara la ley de paridad de género en las listas electorales.

Cuando Cambiemos solicitó la demora para votar el proyecto que impulsó Malena Galmarini en la Cámara de Diputados, estalló la furia renovadora. Allí primó la muñeca negociadora de parte del oficialismo, antes que el ruido de los aceros. Así, el bloque que responde a Vidal dejó caer la sesión para evitar que estallara el acuerdo de gobernabilidad con el massismo, porque de habérselo propuesto hubiera podido aprobar con los votos peronistas el proyecto de blanqueo de capitales.

De esta manera, evitó que quedara expuesto uno de los artífices del pacto, el presidente renovador de la cámara baja, Jorge Sarghini. Allí primó la prudencia, porque Sarghini es el único punto fuerte de la alianza entre Cambiemos y el Frente Renovador y desairarlo significaba la implosión del pacto. Así, este miércoles 28 de septiembre habrá ley de blanqueo y también ley de paridad de género.

En el camino quedaron otros proyectos, que por ahora seguirán flotando en agua de borrajas. Entre ellos figura, por ahora, el plan para desmembrarle el territorio que el peronismo considera casi como el patrio trasero de su casa.

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