“Las formas tradicionales de la militancia ya no son suficientes”

“Las formas tradicionales de la militancia ya no son suficientes”

Por Marcelo Maccio Villegas

El excandidato a presidente y actual diputado por la UCR, Ricardo Alfonsín, analiza los próximos comicios. Asegura que le preocupa más crear una fuerza de centroizquierda que pensar en postulaciones.


El departamento sobre la avenida Santa Fe en el que vivió el expresidente Raúl Alfonsín funciona ahora como base de operaciones de su hijo Ricardo. Allí recibe a NU dispuesto a una charla que abarcará desde las próximas elecciones hasta un balance de las gestiones en Ciudad y Provincia.

Sobre los comicios que se celebrarán en 2013, el diputado radical y excandidato presidencial señaló que “van a influir mucho dos cuestiones: una tiene que ver con el equilibrio en el poder y la otra con el control del poder. El oficialismo concentra mucho poder y la ciudadanía va a ponderar, entre otras cosas, estas cuestiones al momento de votar. También influenciarán las consecuencias negativas que se advierten en lo económico y social, como producto de errores acumulados durante tantos años. Es una elección bastante más complicada para el oficialismo que la de 2011”.

–¿Y cuál será el papel de la UCR?

–Hay que recomponer el sistema de partidos. Sin un adecuado sistema de partidos se complica la gobernabilidad, la calidad de gestión, la democracia. Hoy existe un partido, el gobernante, con tendencias hegemónicas y dominantes, y una profusión de partidos en la oposición, ninguno de los cuales está, por sí mismo, en condiciones de garantizar alternativa o alternancia.

–¿Cuál es la salida, entonces?

–Debemos esforzarnos para reunir a quienes pensando igual han estado trabajando de manera separada. Las conversaciones con fuerzas afines se deben encarar teniendo en cuenta la necesidad de recomponer el sistema de partidos, que trasciende el calendario electoral de 2013 y 2015. Hay que crear una fuerza poderosa electoralmente, socialdemócrata, de centroizquierda, republicana y democrática. Esto obliga a los dirigentes a postergar preocupaciones partidarias y personales y poner por encima de ellas la necesidad de aportar a la reconstrucción del sistema de partidos.

–Las conversaciones arrancaron, en el caso de la UCR, por el FAP.

–Ha habido conversaciones informales. La UCR se expresó mediante su Convención en la Provincia para comenzar conversaciones con fuerzas políticas afines, como el FAP o la Coalición Cívica. Somos optimistas, pero debemos esperar porque cuando dos no quieren uno no puede.

–¿Su idea es renovar su banca en la Cámara de Diputados?

–Puedo parecer un político atípico. Deseo aportar a la recuperación de las fuerzas progresistas, socialdemócratas y ocuparé el lugar que más útil sea para eso. Si es útil que forme parte de la lista, lo voy a hacer; pero si es más útil que esté en otro lado, estaré en otro lado. Pero creo que vamos a tener que asumir la responsabilidad y presentarnos.

–¿Qué autocrítica realiza de las alianzas llevadas a cabo en las pasadas elecciones?

–Fueron acuerdos limitados a la provincia de Buenos Aires, donde no teníamos demasiados márgenes de acción porque estábamos todavía en una situación muy difícil en la UCR. No hubo concesión de tipo programático-ideológico, fue un acuerdo con el PJ disidente. Allí nosotros teníamos una debilidad, que todavía se registra, y no logramos que nos acompañaran la cantidad de electores que nos hubiera gustado para forzar una segunda vuelta.

–¿Entonces la de 2011 fue una mala elección?

–Representó un progreso respecto de las performances electorales anteriores. En 2001 el partido entró en crisis como consecuencia de los hechos que todos conocen. Después hubo tres elecciones, en las que pasamos de obtener el 2 por ciento en 2003 a más del 12 por ciento en 2011, lo que representa una recuperación importante. El año 2013 es la posibilidad de dar un salto cuantitativo en términos del partido y cualitativo en relación a reconstruir un partido que pueda reemplazar al del Gobierno.

Las gestiones

Alfonsín se refirió también al justicialismo en el poder. “Hemos celebrado que hayan coincidido con nosotros en que fue un error la privatización de YPF, que ellos mismos llevaron adelante. Nos alegra que hayan revisado su posición con respecto a los derechos humanos. En la década del 80 estaban en contra del juicio a los militares, decían que sería jurídicamente nulo porque había una ley de los militares que no se podía derogar. Nos alegra que se hayan dado cuenta, después de tanto tiempo, que teníamos razón nosotros, que hicimos –a pesar de no contar con su acompañamiento– lo que no se hizo en ningún lugar del mundo, en ningún momento de la historia: enjuiciar a los principales responsables del genocidio y llevarlos a la Justicia sin más fuerzas que la convicción democrática y la de nuestro pueblo. Claro que de los errores se aprende, pero alguna vez podríamos aprender sin errores. En algunas cosas ellos se han ido acercando a nuestras posiciones, pero nosotros no las vamos a cambiar por eso. ¿Qué pasaría si el Gobierno propusiera normalizar el Indec? ¿Nos tendríamos que oponer? No, uno tiene que hacer las cosas que cree que son las mejores para el país. Nadie es dueño de la verdad, hay que ser humilde en política, para escuchar y cambiar cuando se demuestra que se está equivocado.”

“La gestión de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires es una de las que menos transformaciones ha hecho de las cuestiones centrales de la Provincia, y tal vez sea especialmente reprochable esta falta de transformación porque ningún gobierno desde el 83 a la fecha tuvo tantos recursos. Cuando la economía crece a tasas chinas, la recaudación también; y a pesar de eso los problemas estructurales de la Provincia, los que se deben encarar cuando uno tiene recursos, no registran mejorías sustanciales e incluso registran retrocesos”, apuntó Alfonsín.

Sobre la administración macrista en la Ciudad, el diputado nacional definió: “También es una mala gestión, que ni siquiera desde la perspectiva más liberal y conservadora que encarna puede ser apreciada de manera positiva. Hacían campaña con una actitud que simplificaba mucho la complejidad de la cosa pública, se están dando cuenta ahora”. Sin embargo, dejó claro que “la experiencia de la policía propia debe ser continuada en el tiempo, sin prejuicio de los cambios y correcciones que quizá se deban hacer”. “En cuanto al Pro, difícilmente tengamos coincidencias en cuestiones importantes”, sintetizó.

–Sin embargo, algunos dirigentes radicales se pasaron al Pro, como Gustavo Posse. ¿Por qué cree que lo hacen? ¿Qué autocrítica hace desde la UCR?

–No es un problema que se da solo en la Provincia, también hay dirigentes de otras provincias que piensan algo parecido. Desde hace tiempo que se habla de unir a todos los partidos de la oposición, incluso a los que piensan diferente. En la UCR esas posiciones son absolutamente minoritarias y quedó demostrado luego de que se reuniera la Convención que definió las alianzas políticas. ¿Por qué ocurre esto? creo que como consecuencia de que el partido no se ha transformado todavía en un vehículo electoral interesante, pero estamos en ese camino. No es fácil recuperar un partido.

–Al Gobierno nacional, ¿qué escenario le conviene que tenga la oposición?

–Hay dos escenarios que le resultan favorables: por un lado, que vayan todos separados; por el otro, que vayan todos juntos. Esta última sería una estrategia vulnerable por inconsistencias programáticas y por sus contradicciones ideológicas. No se puede construir una fuerza entre quienes piensan diferente.

La tarea legislativa

–Si renueva la banca en Diputados, ¿cuál es el proyecto más urgente?

–Una reforma del sistema tributario, que actualmente es muy injusto, provoca una redistribución injusta de los ingresos. Presenté un proyecto que modifica sustancialmente el impuesto a las ganancias, eleva las escalas, recrea beneficios eventuales, incorpora el impuesto en la renta financiera. Es un proyecto muy complejo y extenso, que propone dar más justicia y equidad al sistema tributario.

–El oficialismo tiene en carpeta el proyecto de democratización de la Justicia.

–Yo primero hablaría de republicanización de la Justicia, generar condiciones para garantizar la independencia de los poderes, en este caso del judicial, que hoy no cuenta con la independencia que debería por el hecho de que el Consejo de la Magistratura, luego de la reforma del oficialismo, funciona como un órgano que expresa las posiciones del Ejecutivo nacional.

–¿Le preocupa que el oficialismo le “robe banderas” al progresismo?

–No me preocuparía si fuera sincero. El Gobierno tiene la hábil pero inescrupulosa costumbre de utilizar causas muy nobles para ocultar segundas intenciones para nada nobles. La democratización de la Justicia persigue lograr mayores niveles de control. Nosotros tenemos que enfrentarnos a las segundas intenciones, lo que nos genera un problema porque no toda la sociedad advierte que nos enfrentamos a la segunda intención, y el Gobierno procura hacernos aparecer como enfrentándonos a las primeras intenciones, que no tienen nada que ver con las otras.

–¿Deben afinar la comunicación?

–Tenemos que mejorar nuestras formas de comunicación y utilizar toda la tecnología disponible, que en este momento la estamos subutilizando. No estamos en las mismas condiciones en materia de comunicación con el oficialismo. La política es comunicación y es un pecado que subutilicemos las posibilidades que hay. Las formas tradicionales de la militancia ya no son suficientes, tienen que ser modificadas.

–Cambiando de tema, ¿cómo ve las idas y venidas del Gobierno con los sindicatos?

–Hay que preguntarse por qué se distancia la CGT del Gobierno, quién cambió. Yo creo que el Gobierno, que prometía modificar el mínimo no imponible, tratar la ley de participación en las ganancias, que decía que iban por el fifty-fifty. Terminó la campaña y en lugar de avanzar en la distribución acabó pidiendo a los trabajadores que pacten acuerdos salariales por debajo de la inflación. Yo tengo diferencias con dirigentes sindicales porque creo que los sindicatos deben ser fuertes, pero para que sean fuertes deben actuar con responsabilidad, para eso tienen que ser independientes de los partidos políticos, estén o no en el gobierno. Cuando los sindicatos se subordinan a un partido político, lo digan o no, terminan perjudicando a los trabajadores.

Las inundaciones

En cuanto al trágico temporal que azotó principalmente a la Ciudad de Buenos Aires y a La Plata, Alfonsín entendió que hubo “una combinación de elementos” en cuanto a las causas, y que habría que ver “lo que se podía hacer para evitar la inundación y lo que se podía hacer para evitar que la inundación tuviera las consecuencias que tuvo. Es decir, los planes de contingencia”. “Pero me parece que hay que tener mucho cuidado en este momento, ya discutiremos grados de responsabilidades, cómo se asignan los recursos, con qué criterio. Hay que discutir cuánto hubo de negligencia, cuánto de mala gestión, de mala suerte. Pero hacia adelante hay que resolver los problemas. Y esto no se resuelve si no hay entendimiento entre el Gobierno nacional, el Gobierno de la Ciudad y el Gobierno de la Provincia. Hace poco escuché a una señora por la televisión, que había perdido todo, decir que le daba ‘vergüenza ajena’ ver que se peleaban ‘como chicos’ cuando las víctimas eran ellos. Yo siempre he dicho que una familia, una empresa o un país no progresa si los que conducen se pelean entre sí, y no vamos a progresar en la política mientras los gobernantes tengan esta relación de confrontación, crispación y pelea a muerte”.

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