El peronismo bonaerense busca una dificultosa síntesis

El peronismo bonaerense busca una dificultosa síntesis

El peronismo busca una síntesis postkirchnerista que, paradójicamente, podría incluir a Cristina Fernández de Kirchner y a otros que estuvieron en su gobierno. Si hay unidad hay esperanza, si no, no.


En el plazo que corre hasta el 24 de junio próximo, el día de cierre de las listas de candidatos para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), el peronismo bonaerense, que hoy es una suma de voluntades dispersas, deberá haber culminado su proceso de unidad, sus prioridades políticas y su proyecto de alcanzar el poder en 2019. El objetivo pareciera, a priori, difícil de conseguir, dada la multiplicidad de planetas que deberían alinearse para esa fecha. De todos modos, la dificultad de conseguir los objetivos puede impulsar al resurgimiento de la épica peronista, que en el pasado impulsó al Movimiento a lograr imposibles. Será cuestión de esperar.

De los tres mencionados, el primer y el segundo puntos están íntimamente relacionados, porque en la controversia que enfrenta a “renovadores” y “pragmáticos”, está la clave del futuro inmediato del Movimiento que creó Juan Domingo Perón en 1945. Los primeros abogan por la candidatura de Florencio Randazzo y los segundos están decididos a llevar al tope de la boleta a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Detrás de la postulación de Randazzo se alinean, en el caso de los renovadores, algunos intendente del Grupo Esmeralda, como Juan Zabaleta (Hurlingham), Gabriel Katopodis (San Martín), Eduardo “Bali” Bucca (Bolívar) y Juan Pablo De Jesús (Partido de la Costa), a los que habría que sumar a los jefes comunales alineados con el expresidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, que forman parte del Grupo El Establo, que conforman, entre otros, Marina Fasi (Cañuelas), Mario Ishii (JOsé C. Paz), Ricardo Casi (Colón), Juan Carlos Gasparini (Roque Pérez) y Ricardo Curutchet (Marcos Paz). También hay otros mandatarios no alineados que se inclinarían por la opción del exministro del Interior.

Detrás de la candidatura de la expresidenta se alinean, en cambio, los intendentes del Grupo Fénix, como Verónica Magario (La Matanza), Gustavo Menéndez (Merlo), Ariel Sujarchuk (Campana) y Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), a los que suman algunos intendentes del Grupo Esmeralda, como Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Mariano Cascallares (Almirante Brown). En el mismo espacio se alinean el exgobernador Daniel Scioli y el titular del Partido Justicialista provincial, Fernando Espinoza.

¿Renovación?

Los renovadores aseguran que la expresidenta es el pasado y se encuentran a la búsqueda de las opciones que signifiquen dejarla atrás definitivamente. En este camino es que reclutaron a dos “heridos” en la batalla electoral de 2015. Por un lado, Randazzo, que quería ser el heredero de los doce años de kirchnerismo, una posibilidad que le fue negada al elegir la entonces presidenta a Daniel Scioli para que fuera el candidato del Frente para la Victoria, relegando sus aspiraciones presidencialistas. Luego el rebelde exministro eligió sumirse en el ostracismo político, del que sólo salió en dos ocasiones a lo largo de 2016.

La primera aparición de Randazzo se produjo el 13 de febrero del año pasado, cuando fue invitado por el presidente de la Nación, Mauricio Macri, a la inauguración del tramo Constitución-Quilmes de la electrificación del ferrocarril Roca. La segunda emersión acaeció en la primera semana de abril, también en 2016, cuando cenó con la mandataria bonaerense María Eugenia Vidal de manera reservada. Así, el suceso fue conocido un mes después, por una infidencia de la propia gobernadora, que intentó convencerlo de que se uniera a su proyecto de crear una “cuarta lista” para dividir al peronismo. Randazzo, conciente de que ése no es su camino, declinó por segunda vez un pedido femenino.

Desde entonces, el exministro de Cristina Fernández de Kirchner se mantiene en silencio, sumiendo en la desesperación a sus posibles seguidores. ¿La razón? Randazzo se postulará solamente si el candidato del kirchnerismo es Daniel Scioli. Si la candidata fuera Cristina, volvería a declinar su candidatura, ante la enorme ventaja que le dan a ésta las encuestas frente cualquier adversario que se presente, incluido él mismo. Por estas razones, esperará hasta que los demás tomen sus propias decisiones para tomar la propia.

El Pragmatismo

Todos los números obtenidos en múltiples sondeos de opinión colocan a Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza de cualquier elección, en especial en el conurbano, donde consigue ventajas considerables.

De todos modos, su postulación exige una reflexión profunda. Hace pocos días, uno de sus colaboradores más cercanos, el exministro de Economía, Axel Kicillof, planteó que “al Gobierno le resulta muy funcional que esta elección se discuta en términos de si gana Cristina o pierde Cristina. ¿Éste es un plebiscito a Cristina Kirchner en 2017? Si Cristina terminó de gobernar con un millón o medio millón en la plaza y se fue. Estamos plebiscitando a Macri”, resumió.

Las palabras de Kicillof desnudan, de alguna manera, la estrategia que tejieron los estrategas del Gobierno desde el mismo 10 de diciembre de 2015. A partir de esa fecha, no dejaron de atribuir a “la herencia recibida” cualquier dificultad que acusara, mientras trataban de ubicar a Mauricio Macri en el rol del “hombre que superó al populismo” con una gestión moderna y eficiente. En el mismo sentido, por estos días, ante la inminencia del comienzo de la campaña electoral, la palabra es “polarizar”. De esta manera, intentan traer nuevamente al primer plano a la gestión kirchnerista, de manera de eludir posibles cuestionamientos a su propio Gobierno.

No sólo eso, en los últimos meses, Macri eligió a sus enemigos, entre los que nominó a la expresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, al líder de los docentes, Roberto Baradel y a ciertas difusas “mafias” sindicales, que no especificó. Con este sistema buscó estigmatizar a todo un sector que suele traerle problemas por sus constantes reclamos salariales y sociales, eludiendo la necesidad de explicar porqué existen tantos problemas con la distribución del ingreso nacional.

El futuro no se puede presagiar, pero es posible que CFK no compita en esta ocasión. Las razones, además de las ya expuestas, tienen que ver con la realidad que vive el peronismo bonaerense en estos días. La dispersión es el rasgo principal de su presente. La falta de liderazgo, origen de la carencia anterior, es un estado permanente del peronismo desde que falleció el General Juan Domingo Perón, el 1º de julio de 1974. Esta carestía fue superada fugazmente entre el día en el que Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación y el día que falleció, pero antes y después de esa circunstancia sólo existieron los liderazgos regionales, no uno que abarcara a todo el peronismo.

El peronismo bonaerense es un exponente de esa característica, que cruza todos los espacios nacionales del partido. Esto no quiere decir que no existan los “cuerpos orgánicos”, pero también marcan sus limitaciones. Allí se definen candidaturas, se dictan políticas y se trazan algunas líneas de acción, las mismas que a menudo son desobedecidas en casi todas las instancias a las que son trasladadas, ya que en estos tiempos no hay quien mande.

La otra limitación que enfrentaría la candidatura de CFK tiene que ver con que su presencia es un obstáculo para la unidad de todos los sectores. La misma grieta que corre por fuera del peronismo, corre también por adentro. Los enfrentamientos que genera esa grieta son radicales, profundos y eternos. No tienen vuelta atrás y esa naturaleza impide que se puedan reparar.

Esta circunstancia genera hacia adentro del peronismo una situación dual. No sería posible reunir a todos detrás de la figura de la expresidenta, pero si fuera ella la cabeza de la lista de senadores, el triunfo estaría casi asegurado. Es necesario señalar en este punto que nadie más lograría lo que la exprfesidenta no lograría: unir a todos bajo su figura.

Scioli y Randazzo son buenos candidatos para pelear la victoria, pero las encuestas les otorgan una ventaja mucho menor sobre los postulantes de Cambiemos, sean éstos Lilita Carrió, Jorge Macri o Facundo Manes.

De cómo se resuelva esta ecuación dependerá el futuro político de Mauricio Macri, de María Eugenia Vidal, de Cristina Fernández de Kirchner y aún de Florencio Randazzo. Un triunfo de Cambiemos, que le otorgue a Mauricio Macri una buena performance, aumentaría la presencia parlamentaria de su fuerza. Esta circunstancia podría abrir el camino a una victoria en 2019. Por el contrario, una victoria del peronismo le dificultaría seriamente esa tarea al oficialismo y podría abrir una senda a la oposición para arribar al poder en dos años.

El panorama es, entonces, la opción 1, que es la candidatura de CFK, que significa una lista única en las PASO. La opción 2 llevaría a una compulsa entre Daniel Scioli y Florencio Randazzo, que dividiría las aguas entre los dos sectores y, una vez saldada, colaboraría a una síntesis política imperfecta e impredecible.

Para el caso, es difícil contabilizar el alineamiento futuro de los heridos que arroja una contienda electoral en el peronismo. Si los bueyes permanecieran en el redil, esa circunstancia podría aportar a un resultado favorable. De lo contrario, si el enfrentamiento fuera sin vuelta, el oficialismo obtendría una ventaja inesperada.

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