El futuro de la UCR porteña

El futuro de la UCR porteña

Pese a la oposición de su presidente, Emiliano Yacobitti, y su mentor, Enrique Nosiglia, el radicalismo podría confluir en Cambiemos.


La caída de Martín Lousteau, al que el Pro también quiere sumar a su interbloque en el Congreso, favorece al sector liderado por Facundo Suárez Lastra y Jesús Rodríguez, que quiere incorporar al radicalismo de la Capital a Cambiemos. Las negociaciones con Larreta y Santilli. Los comicios internos que se vienen a nivel local y nacional.

La aventura de Martín Lousteau y una parte importante del radicalismo en la Ciudad de Buenos Aires tiene futuro incierto. Obturado políticamente de participar de una interna de Cambiemos, como pretendía, el ex embajador en los Estados Unidos, que hace dos años estuvo a pocos miles de votos de dar el batacazo en las elecciones a jefe de Gobierno, en este turno intentó replicar la hazaña para buscar la revancha en dos años, pero el resultado de las PASO, donde quedó tercero cómodo y muy desdibujado, puede haber cambiado el rumbo que él imaginaba. Desde el Pro ya plantean en on the record que Cambiemos puede estar unificado en territorio porteño para 2019. Incluso, cuentan con que Lousteau se incorpore, desde diciembre, al interbloque oficialista en la Cámara de Diputados, algo que el candidato a diputado, por ahora, descarta. La UCR local reproduce a su interior las disputas que atraviesan al partido a nivel nacional, sacudido en estos días por el alejamiento de Ángel Rozas de la conducción parlamentaria en la Cámara alta, y en las vísperas de renovar autoridades, locales y generales, en los últimos meses del año, lo que exacerba las tensiones.

El formidable resultado de Elisa Carrió en las primarias hirió de muerte las aspiraciones del exembajador de consolidarse como la segunda fuerza metropolitana; es necesario recordar que ella había sido el motor político detrás de la campaña de Lousteau en 2015. Pocos días después del 8 de agosto, emisarios de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta comenzaban a reunirse con los armadores del radicalismo porteño para negociar, con una mano favorable, la tregua a partir del 23 de octubre con vistas a un arreglo definitivo para las siguientes elecciones. Para el Pro es importante llegar a 2019 con la Ciudad en calma: estos dos años todos los ojos y los recursos estarán puestos en retener la presidencia y la gobernación bonaerense, dos batallas que se anticipan arduas y no exentas de obstáculos, por lo que no pueden arriesgar a tener sorpresas desagradables en su propia aldea.

Las negociaciones, hasta entonces subterráneas, salieron a la luz hace pocos días, cuando el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, las blanqueó en una entrevista con Télam: “Siempre trabajamos para armar Cambiemos en la Ciudad, desde la asunción con Horacio Rodríguez Larreta en 2015 lo estamos intentando. Nuestro objetivo es sumar a la UCR y armar Cambiemos en la Ciudad para 2019”, dijo. En los hechos, varios dirigentes boinablanca de larga trayectoria participan activamente del entramado político oficialista en la Ciudad. El exintendente Facundo Suárez Lastra, por caso, es candidato a diputado nacional en la lista que encabeza Carrió. Pero la representación institucional del radicalismo porteño, en manos de Emiliano Yacobitti, hombre de plena confianza de Lousteau, hasta ahora se mostraba reticente a ese acercamiento, confiados en que con esa carta podrían disputarle el poder al Pro.

Como trasfondo de esa rosca asoman las elecciones internas en el partido radical, que renovará autoridades metropolitanas en noviembre y nacionales en diciembre. En la Ciudad, Yacobitti, con el eterno respaldo del Coti Nosiglia, buscará mantener la conducción y la identidad independiente del espacio. Del otro lado, Jesús Rodríguez y Suárez Lastra encabezan el sector que quiere incorporarse completamente a Cambiemos. Detrás de esa gente están Ernesto Sanz y Mario Negri, que además buscan quedarse con la Presidencia de la UCR nacional antes de fin de año. La renuncia de Rozas a la jefatura del interbloque oficialista en el Senado les despeja el camino para imponerse en una interna en la que, del otro lado, solamente queda un puñado de dirigentes bonaerenses, con Ricardo Alfonsín y Federico Storani a la cabeza. De no mediar sorpresas, la rebelión que apunta a diferenciarse del Gobierno y sostener la identidad del partido quedará fácilmente sofocada.

Mientras tanto, Lousteau planea sus próximos movimientos con el cuidado del que sabe que un solo paso en falso más puede descalificarlo definitivamente de la carrera. Su objetivo sigue siendo la Jefatura de Gobierno, pero hay nubarrones en el camino. Con el espejo desalentador de Sergio Massa del otro lado de la General Paz, se enfrenta a la encrucijada de intentar construir una identidad diferenciada tanto de macristas como de peronistas, sabiendo que el margen es finísimo, o plegarse a la caravana ganadora y esperar que llegue un turno que bien puede no llegar nunca.

En el oficialismo, a sabiendas de que el Congreso ofrecerá un escenario áspero los próximos dos años, se mueven para sumarlo a sus filas. Las presiones también vienen de adentro. La candidata número dos de su lista, Carla Carrizo, ya habló de alinearse en la Cámara baja con el bloque que conduce Negri. Por ahora, el exembajador marca distancia: “No somos levantamanos”, advirtió hace pocos días, aunque luego atemperó su definición y prometió “articular” con Cambiemos. “Es donde tenemos más afinidad”, aclaró.

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