Vidal, entre el trono y las sombras

Vidal, entre el trono y las sombras


“Por las amenazas se demoran los anuncios”, dijo a Noticias Urbanas un miembro clave del gabinete bonaerense. Aludía a la oficialización de la normalización del Pro provincial, intervenido por el partido nacional tras perder su personería jurídica en 2015. Fue puesto en el freezer por unos días hasta que mengüen las turbulencias.

El mismo funcionario, de máxima confianza de la gobernadora María Eugenia Vidal, confiesa: “A nosotros no nos da miedo nada, el tema es que ante estas cosas pensamos más en nuestros hijos y que no se metan con ellos”. Crudo y realista, grafica así el clima que se vive en la cúpula de Cambiemos.

La semana pasada, los armadores del vidalismo aceitaban el anuncio de que en algún día del próximo mes de octubre se convocaría a elecciones internas partidarias en el Pro bonaerense para volver a tener autoridades y regularizar el partido. Iba a ir acompañado del aviso de que la gobernadora buscará ser la presidenta del partido, forzando al resto a consensuar una lista de unidad.

En ese menester, le toca un lugar a Jorge Macri, presidente de hecho del partido, fundador en 2007 de la fuerza en la Provincia por encargo de su primo Mauricio, hoy presidente de la Nación. Al intendente de Vicente López le interesa mantener un rol clave en el organigrama partidario, no porque haya tenido un brote de similitud con sus socios de la UCR, sino porque intuye que, en los hechos, quien conducirá el partido no será Vidal –ocupada con nada menos que la gestión de Buenos Aires– sino él.

“Yo seguramente la acompañe como vicepresidente”, le confesó Jorge Macri a uno de los dirigentes con los que suele conversar. El intendente y presidente del Grupo Bapro (premio consuelo que le otorgó Vidal cuando desarticuló la idea de que él sería su jefe de gabinete) ya batalló con ella fuertemente durante la precampaña de 2014, en la que parte del escaso pero existente aparato del Pro le respondió a él y no a ella. Hoy, la dueña de la marca es Vidal y la alianza táctica con el primo presidencial resulta más rentable, especialmente con algunos adversarios comunes (léase Emilio Monzó, para dentro, o Sergio Massa, para afuera).

La entronización de Vidal como figura central del Pro provincial venía acompañada de otros gestos de alto impacto, como la jura del cargo de ministro de Producción del exintendente massista Joaquín de la Torre. Un pase largamente negociado, ya desde mediados de 2015. Quizás por eso, se vio a pocos miembros del Frente Renovador en la ceremonia protocolar, y pocos también del denominado Grupo Esmeralda, que comanda –o intenta hacerlo– el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde.

Como señal de estos tiempos, aplaudieron en forma presencial el pase los intendentes Alejandro Granados (Ezeiza) e Ismael Passaglia (San Nicolás), que componen ese peronismo tradicional no kirchnerista que se acerca cada vez más a Cambiemos, aunque desde una vereda de enfrente. También estuvo el exaliado Jesús Cariglino, quien perdió en Malvinas Argentinas por irse con Massa a último momento en el cierre de listas anterior.

Tras el acto de asunción, el flamante ministro habló con la prensa y le bajó el tono al impacto de que sea el único ministro bonaerense con origen en el Justicialismo. “Ella ya tiene dirigentes [peronistas]. María Eugenia me sumó porque soy un exintendente, esa es la mirada en la que hay que poner el eje. Ella quería a alguien con experiencia en gestión local”, opinó. Pero De la Torre sabe que es la cara más conocida de una gangrena intencionalmente provocada por el macrismo al PJ y al massismo con el ojo puesto en 2017, incluso a pesar de las quejas de los aliados de la UCR y la Coalición Cívica. Pero la meta es consolidar el trono de la gobernadora y no mimar a los socios.

La foto, sin embargo, se vio ensombrecida por las amenazas recibidas por Vidal en las últimas horas, un fenómeno que tampoco en la cúpula del Gobierno bonaerense se termina de entender. “Tenemos un cartucho de escopeta en el garaje de casa.” Vidal notificó así a su equipo del hallazgo sorpresivo en su residencia en Castelar, partido de Morón. El cartucho era de escopeta calibre 16. Para peor, en las últimas horas había recibido un total de tres llamadas con un mismo mensaje: “Mañana le explotamos la gobernación a Vidal”. El mensaje no varía en los tres llamados al 911 registrados en menos de 24 horas. El primer mensaje es una voz de hombre, que llamó desde un teléfono público desde la Unidad 9 del Servicio Penitenciario Provincial. El segundo y el tercer llamado provienen desde un teléfono móvil platense. La voz no es la misma pero el mensaje sí, según se difundió oficialmente.

El preso que hizo la llamada fue identificado horas después por la policía. Aunque todavía resta entender cuánto de articulación hay entre todas estas señales y hasta dónde los llamados no son parte de un sector fanatizado e irracional que en forma lúdica improvisa actitudes golpistas, o si cada cosa es parte de un todo más macabro. Dos elementos, más que las llamadas telefónicas, encienden la luz roja: la violación del domicilio del ministro de Gobierno, Federico Salvai, meses atrás, y la aparición de este cartucho en el domicilio de la propia gobernadora.

Pese a estos hechos –que a muchos hace recordar la disputa con la Policía Bonaerense luego de que se les pidiera a los comisarios presentar su declaración jurada, entre otras reformas administrativas–, la gobernadora quiso mantener su rutina: visitó un hospital público, se mostró con el intendente opositor Gabriel Katopodis y buscó dar muestras de normalidad.

Revival de antaño: Massa corteja a la UCR
Hace dos años y medio, el entonces flamante diputado Sergio Massa anunciaba su interés de lanzar una línea interna de radicales renovadores, para sumar masa crítica en su sueño presidencial. Con alianzas tácticas que aún perduran, como con el gobernador jujeño Gerardo Morales, el Comité Nacional de la UCR le dio la espalda y se fue con el Pro.

Unos meses después, el Frente Renovador volvió a la carga y salió a la caza de correligionarios decepcionados con el oficialismo. El dirigente massista y exradical Mario Meoni confirmó en declaraciones públicas que “ya se han sumado nuevos referentes” del centenario partido a su espacio, y dio como ejemplos al exprecandidato a intendente de Cambiemos en Campana, Axel Cantlon, y al concejal de Pergamino Arturo Terrile.

Si bien se trata de dirigentes intermedios, la confirmación de las fugas desde Cambiemos en dirección al massismo cristaliza una especie de contragolpe por parte del Frente Renovador, que ya había dejado trascender su molestia por los intentos del Pro de quedarse con dirigentes suyos (como fue el caso más notorio del exintendente de San Miguel, Joaquín de la Torre).

Otro motivo de enojo para el jefe del Comité Provincia, Ricardo Alfonsín, como si no tuviera poco con la incorporación malquerida de peronistas a Cambiemos. De hecho, días pasados, Alfonsín se encontró con Massa en un estudio de TV de América. Allí, en vivo, le recriminó la jugada.

“Te voy a decir al aire lo que te dije el otro día en privado en la Cámara [de Diputados]”, espetó Alfonsín. “No hace falta”, respondió entre risas nerviosas el tigrense. Y allí, el hijo del expresidente se quejó de que Massa haya vuelto a salir por la Provincia con su ambulancia renovadora para cooptar radicales y agrietar Cambiemos. Nuevos tiempos, viejas costumbres.

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