Ibarra: Un balance tan apretado como las expectativas

Ibarra: Un balance tan apretado como las expectativas

"La nueva coalición que lo mantiene en el poder a Ibarra es de una inédita ingeniería política, tan sofisticada que la única alternativa que posee el jefe de Gobierno para retener el poder reconquistado es ir avanzando con sus aliados "entre bandas" algo así como era en su mometo el "dólar flotante". Esto significa que los irá monitoreando a sus socios cada tanto para ir ajustando los tornillos cada vez que sea necesario (ya sea por él o por imposiciones externas).Tiene asegurada una convivencia difícil pero no imposible. Nadie se va por decisión propia al desierto".


Hoy comienza el segundo mandato consecutivo de Aníbal Ibarra y la ciudadanía porteña recibe el mismo con cierto grado de indiferencia ante la incertidumbre de saber si esto será bueno o malo para sus vidas. Quienes habitan en la Ciudad de Buenos Aires comprenden que una parte del destino de sus vidas se decide en la rosada casa a cien metros de la jefatura de Gobierno. Pero como quedó claro tanto en la conformación del gabinete como en la elección de las autoridades de la Legislatura, no tanto como lo cuantifica el imaginario colectivo.

El primer gobierno dejó la sensación de inocuo. Tuvo puntos altos en la gobernabilidad y algunas de las áreas sociales como Salud y Educación (como escribimos hace más de un año en este mismo espacio), buenas ideas en Desarrollo Económico y el Banco Ciudad y notorios déficit en áreas de gestión más visibles como Seguridad y Obras Públicas. Es justo recordar que afrontó la peor crisis económica-institucional que aquejó a la República en períodos democráticos justo a fin del siglo pasado, cuando Fernando De la Rúa -antecesor de Ibarra en el cargo- huyó en helicóptero de sus responsabilidades ante la masacre que ocurría ante sus ojos.

La nueva coalición que lo mantiene en el poder a Ibarra es de una inédita ingeniería política, tan sofisticada que la única alternativa que posee el jefe de Gobierno para retener el poder reconquistado es ir avanzando con sus aliados "entre bandas" algo así como era en su momento el "dólar flotante", limitado pero flexible. Esto significa que los irá monitoreando a sus socios cada tanto para ir ajustando los tornillos cada vez que sea necesario (ya sea por él o por imposiciones externas).Tiene asegurada una convivencia difícil pero no imposible. Nadie se va al desierto por decisión propia.

De hecho la Legislatura es el lugar dónde ya sintió el rigor del desgarramiento, quedándole como propio un bloque netamente femenino de cuatro legisladoras. Sin embargo- y este antecedente juega a su favor- con un panorama parecido en el parlamento porteño, Ibarra se las ingenió para no sufrir desde ese ámbito las presiones que, por ejemplo, complicaron y complicarán a los sucesivos gobiernos nacionales desde el Congreso. Los sesenta legisladores que hoy dejaron sus bancas a sus sucesores, ejercieron la oposición un tanto de manera responsable y otro tanto complaciente, en los puntos de inflexión que le interesaba al jefe de Gobierno, como la ley de emergencia económica con superpoderes incluída. Como siempre sucede y ya es un clásico, se le puso difícil -y debió resignar posiciones- en el caso de nombramientos para lugares claves de la administración de la Ciudad.

Y si de oposición se habla una de las grandes incógnitas es saber el rol que ocupará Mauricio Macri en los próximos cuatro años. En el párrafo anterior describíamos una legislatura "light" que tiene su razó de ser con que no había jefe de la oposición, ni siquiera un político que alzara la voz por sobre la letanía para acumular poder en las grandes discusiones del distrito. Domingo Cavallo se "borró" para reaparecer tristemente en un rol nacional con el corralito y Gustavo Béliz fue perdiendo credibilidad a pura denuncia. Algo parecido-no tener contendiente directo- le ocurre por estos días al Presidente de la Nación. La diferencia en este punto es que a Ibarra la situación le duró todo el primer mandato y llegó a las elecciones con tres candidatos inventados en Capital como Macri, Patricia Bullrich y Luis Zamora que, aunque se prepararon para dar la batalla en el orden apuntado, le otorgó una ventaja indisimulable en la campaña.

La gran responsabilidad de esta nueva gestión recae en las tres supersecretarías que por algo fueron creadas, pero debe saber el gobierno que la gente lo que más reclama es seguridad y justicia. La ciudad es un territorio esencialmente empobrecido pero no pobre y la realidad dista mucho de otras zonas del país. Las políticas sociales, como salud y educación, abastecen en muchos casos a personas que provienen del Gran Buenos Aires. La mayoría de los porteños desean de mínima -en casde tenerlo- no perder su empleo y, especialmente que no los asalten o maten cada vez que salen de su casa. Como aspiración social parece lamentable pero es la verdad y en este tema hay que hablar con crudeza y es seguir hasta el final, cueste lo que cueste en términos políticos y económicos. Los nuevos cambios en el área alientan una esperanza y fijan desde lo político una prioridad. Veremos como se cumple porque la tolerancia es inversamente proporcional a la sensibilidad.

El equipo es casi el mismo con algunas pocas incorporaciones y algún nombre que no es del distrito; más que nada Ibarra se manejó con enroque de funciones. Quizás la mayor diferencia de la segunda sobre la primera sea la capacidad de conducción del propio Ibarra, hoy con otra firmeza tras su reelección. Parece haber comprendido en los últimos tramos de la campaña que del continuo hacer nacerán nuevos éxitos y con un panorama sin nueva reelección, de su posicionamiento nacional dependerá su futuro político. Tendrá que optar en su momento por seguir acompañando al Presidente o alejarse cuando éste venga por él y ver con que compañeros de ruta encara la próxima jugada. Hoy disfruta de esta que le costó más de lo pensado.

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