Hubiera sido bueno que el progresismo presentara un candidato único

Hubiera sido bueno que el progresismo presentara un candidato único

"Lo lógico hubiera sido que el campo nacional y popular, el progresismo de Buenos Aires, presentara un candidato único y fuerte para ganar o ganar la batalla que se aproximaba. El Gobierno nacional, en una decisión que francamente nunca hemos entendido, resolvió poner en la cancha su propio candidato, el ministro de Educación Daniel Filmus".


Las elecciones porteñas están entrando en la recta final. Todo se tensa entonces, como es lógico y habitual. Las críticas entre los candidatos se hacen mas agudas, se rebuscan argumentos, muchos de ellos difíciles de sostener seriamente. Se recurre incluso a las trampitas, al golpe bajo también y, porque no, al ingenio agudo y la fina o gruesa ironía. Sería bueno, no obstante, no olvidarse de qué es lo que está en juego en estos comicios, no solo en la Ciudad, sino también en una medida no desdeñable, en el país. Y tener claro qué es lo que representa y busca, en verdad, cada candidato.

En este sentido, es nuestra opinión que cuando Mauricio Macri decidió finalmente competir por la candidatura a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y no por la de Presidente en octubre, no lo hizo en términos de una decisión personal, sino que hubo allí, en lo esencial, una apuesta de lo más consistente de la derecha argentina. Es decir: entre intentar convertirse en el candidato opositor más votado en las presidenciales, pero sin posibilidades de estar en segunda vuelta y seguramente con una cantidad de votos que, en el mejor de los casos, podía estar en el 20%, y buscar ganar las elecciones porteñas, consiguiendo así un trampolín que lo proyecte con chances hacia el 2011, Macri y sus mandantes, optaron por esto último.

De ninguna manera debemos subestimar la apuesta de los poderosos. Buenos Aires es una ciudad que tiene una fuerte base social, por tener buen pasar económico, a la que no le disgusta demasiado el neoliberalismo; al que adhirió, en su momento, entusiastamente. Recordemos no sólo los triunfos de Menem aquí, en 1991, 1993 y 1995 sino, además, que los votos de este ex Presidente sumados a los de López Murphy, llegaron al 40% en las elecciones del 2003, cuando ya se había consumado el derrumbe de aquel modelo y se verificaba, en todos lados, un fuerte repudio al mismo.

Pero no sólo esto hay que tener en cuenta. También hay que decir que este distrito no sólo es rico (su ingreso per cápita es tres veces mayor al promedio nacional) sino que el presupuesto de su gobierno no depende casi de la coparticipación federal. Es decir, que puede ser muy autónomo. A lo que debemos agregarle que, si está en manos de una derecha lúcida, no será fácil enfrentarlo y conmocionarlo desde los sectores populares, que aquí no tienen la densidad de otras provincias.

En síntesis, si la derecha gana la Ciudad de Buenos Aires, no sólo estaremos en un problema los que aquí vivimos, sino que no hay que dejar de ver el desafío que eso va a representar para el proyecto nacional que encabeza el Presidente Kirchner. En especial, teniendo en cuenta que ésta es la vidriera del país, que lo aquí sucede rebota hasta el último rincón de nuestra Argentina y que, aquí, se encuentran los principales medios de comunicación masivos; los que, como es sabido, no son manejados propiamente por los intereses populares.

Ya sabíamos, de entrada nomás, que Macri tenía un piso alto de votos. En el 2003 obtuvo en la primera vuelta el 36%, y en la segunda el 46,5%. Dos años después, en las legislativas del 2005, se impuso con el 34,5% de los sufragios. No había sucedido nada, desde ese entonces, que indicara un retroceso suyo. Por lo tanto la pelea que se venía, como sabíamos todos, era contra él desde el mismo momento en que se conoció su decisión de competir en la Ciudad. Lo lógico, entonces, hubiera sido que el campo nacional y popular, el progresismo de Buenos Aires, presentara un candidato único y fuerte para ganar o ganar la batalla que se aproximaba.

Lamentablemente, esto, no ha sido así. El Gobierno nacional, en una decisión que francamente nunca hemos entendido, resolvió poner en la cancha su propio candidato, el ministro de Educación Daniel Filmus, y lanzarse a disputar, no sólo con Mauricio Macri, sino también con Jorge Telerman el que, perfectamente, podría haber sido un candidato de unidad de todos los que queremos un país y una ciudad mejor. Con todos los riesgos que conlleva esta competencia.

Pero bueno, mas allá de nuestros lamentos (y, nos consta, no sólo de nosotros) lo cierto es que las cartas ya están echadas. Allí va Macri, la gran apuesta de la derecha, y aquí vamos nosotros, divididos. Una desgracia, pero por suerte, no definitiva. Ya sabemos que en las elecciones de Buenos Aires hay segunda vuelta. Por tanto, de ganarle en ella a la reacción, se trata, y de mantener en buenas manos la Ciudad.

Para ello, insistimos, no hay que perder de vista por mezquinos intereses o, simplemente, por miopía política, lo que se está jugando. Muy erróneo sería que en lo que falta para el 3 de junio, los cañonazos sean entre nosotros. Mucho mas aún, que en la segunda vuelta se confundiera al enemigo con quién no lo es, y se sostuviera, ligeramente, que allí compiten sólo "dos variantes de lo mismo", como si se hubiera comprado el discurso del trotskismo. No, en esta primera ronda y luego en la segunda, desgraciadamente, estará el señor Macri. Ése es el enemigo a vencer.

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