Transversalidad y política

Transversalidad y política

"Por fin, echando un cable a tierra: en términos coyunturales, el de Kirchner es un gobierno peronista -aunque no lo proclame- nacido de la crisis de representatividad del conjunto de los partidos. Un producto de la interna Justicialista y de un Partido al que con bastante acierto se le atribuyen vocaciones hegemónicas, sobreviviente y sobreviniente de la crisis denunciada por la ciudadanía el 20 de diciembre del 2001 que, con sus virtudes y defectos, por sobre todo lo que se quiera argumentar, es una realidad inexcusable. 'Nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio' ".


1. Los compañeros del Grupo Promotor del Comité Argentina-Tucumán del FORO SOCIAL MUNDIAL han dado a conocer en los últimos meses dos documentos: "OTRO MUNDO MEJOR ES POSIBLE ¡VAMOS JUNTOS a CONSTRUIRLO!", del 9 de junio, y "A 20 MESES DEL INICIO DE LA CONTRAOFENSIVA POPULAR EN ARGENTINA, Y A 4 MESES DEL GOBIERNO KIRCHNER", del 15 de setiembre. Denotan la continuidad de un esfuerzo por fundamentar una propuesta política concreta de acción. Eso es lo que más me entusiasma.

Los documentos son un lugar donde encontrarse. Eso no implica compartir en su totalidad los contenidos. Más bien, la importancia que tiene esta producción es que convoca al debate desde una posición -aunque polémica- sustentable.

Creo, también, que esos materiales están expresando un modo de pensar bastante difundido, que alienta incluso algunas actitudes del gobierno del compañero Kirchner. Por todo eso me parece oportuno dejar sentadas observaciones que su lectura me sugiere.

2. En el primero destacaban la necesidad de aprovechar la coyuntura "para continuar progresando en la Elaboración de un PROYECTO NACIONAL POPULAR y LATINOAMERICANO y en la Construcción de un MOVIMIENTO POPULAR preparado y organizado para llevarlo adelante". Y añadían que "Es imprescindible buscar mecanismos para articular las acciones de los componentes del campo popular… en la construcción de una base social y política, preparada y organizada para dar una respuesta rápida y eficaz en el momento que sea necesario para definir situaciones, en la inevitable confrontación entre los sectores populares y los antipopulares".

De acuerdo. Ahora, lo compañeros creen que "tras una primera fase de acumulación, la relación Sectores Populares-Gobierno Kirchner comienza a dar un salto en calidad". E incorporan un nuevo concepto: el de la Alianza Pueblo-Gobierno: "A este salto en calidad que comienza a dar la relación Sectores Populares-Gobierno Kirchner, es necesario consolidarlo, bajo la forma de una Alianza Pueblo-Gobierno con el contenido programático de un Proyecto Nacional, Popular y Latinoamericano, acompañado de medidas concretas que permitan ir resolviendo de manera permanente una seguridad alimentaria, trabajo digno, salud y educación de calidad, para toda la población".

Otra vez, de acuerdo. Porque, como ellos analizan: "El Gobierno Kirchner, no cuenta, ni contará en lo inmediato con una estructura política ni parlamentaria propia… Para la magnitud de la confrontación que se avecina…, la relación de fuerzas alcanzada, todavía no es la más favorable, ni la necesaria para asegurar los avances alcanzados hasta ahora por el campo popular". Y es correcto entonces proponer la "reconstrucción del tejido social", con algunos actores que mencionan: "Los Sectores Populares, los Movimientos Piqueteros y de Derechos Humanos, (que) han sostenido socialmente con sus movilizaciones permanentes, las decisiones políticas del Gobierno Kirchner…".

Aunque tal vez sea apresurado afirmar que "Las Organizaciones Sociales y Políticas que representan a los Sectores Populares, han comenzado a definir en la acción y en sus resoluciones políticas, su alianza estratégica con el Gobierno Kirchner…", pienso que no deja de ser correcto que éstos serían: "los diferentes espacios "kirchneristas" que han surgido a lo largo y ancho del país, con una fuerte composición transversal".

Sin embargo, pensemos en el último párrafo del último material, que a manera de propuesta y conclusión remata: "Esta dinámica… está requiriendo por parte del "kirchnerismo" la necesidad de GENERAR un ESPACIO TRANSVERSAL ÚNICO de CARÁCTER NACIONAL, de discusión de las decisiones políticas y de la organización social necesaria para sostenerlas" (las mayúsculas están en el original).

3. Y bien, en función del hallazgo de formulaciones políticas concretas y prácticas, vamos a poner la lupa en el aspecto metodológico que, sin temor a simplificaciones, puede sintetizarse en una idea que está de moda: la TRANSVERSALIDAD. Un concepto aún vacío, apenas una interpretación de los últimos acontecimientos políticos, impuesta por el imperativo categórico -pero irreflexivo- de algunos divulgadores mediáticos de un repentino y difuso "kirchnerismo".

Pero convengamos a punto de partida en que, si la "transversalidad" es el camino hacia un proyecto de ación, es porque involucra a y supone construir mucho más que un partido o "fuerza propia" y requiere preparación, conocimiento, experiencia, vocación de servicio y ética.

4. Este examen nos lleva de la mano también a averiguar previamente qué es eso de "kirchnerismo".

Primero. No es el "kirchnerismo" -ese espacio todavía definido exclusivamente por la dinámica personal impuesta a su gestión por el Presidente- quien debe GENERAR espacio alguno. Es el protagonismo que la sociedad debe asumir, autónoma e independientemente de las decisiones políticas de Estado, lo que dará por resultado un PROYECTO NACIONAL POPULAR y LATINOAMERICANO y la Construcción de un MOVIMIENTO POPULAR preparado y organizado para llevarlo adelante.

Es obvio, no obstante, que el apoyo con políticas de Estado, que superen el actual nivel de asistencialismo, puede contribuir decisivamente al progreso de la alternativa deseable a la que estamos tendiendo. Pero esa es harina de otro costal. Ojo con inventar globos. La emergencia económica y social, la dependencia política de origen y la inmadurez o inconsistencia del tan arriesgadamente llamado "kirchnerismo", no dejan por ahora margen alguno a un desarrollo político alternativo. Kirchner se propone por ahora regresar al sentido común -todavía bastante obnubilado por la prédica del capitalismo rapaz- para construir un país en serio. Que no es una utopía, y por tanto, aunque supone una revolución ética al partir de una teoría del conocimiento que instala al hombre y la mujer argentinos en el lugar del mercado como sujeto de la política, no está en la orilla sino en el centro de la realidad.

Segundo. Esa realidad nos ilustra sobre que este incipiente proyecto, en una batalla todavía no definida contra la impronta neoliberal que el menemismo impuso en la vida política del país, se sustenta por ahora en un seguidismo exclusivamente práctico y oportunista de las dirigencias partidarias hacia quien las encuestas ubican en posición de liderazgo. Y está sujeto a las posibilidades institucionales de un sistema político que arrastra las secuelas de la falta de debate impuesta por el pensamiento único, de la expulsión de la militancia voluntaria con el terrible saldo ético que implica, de la predominancia de conductas utilitaristas y del avasallamiento cultural que genera el clientelismo.

Por fin, echando un cable a tierra: en términos coyunturales, el de Kirchner es un gobierno peronista -aunque no lo proclame- nacido de la crisis de representatividad del conjunto de los partidos. Un producto de la interna Justicialista y de un Partido al que con bastante acierto se le atribuyen vocaciones hegemónicas, sobreviviente y sobreviniente de la crisis denunciada por la ciudadanía el 20/12 que, con sus virtudes y defectos, por sobre todo lo que se quiera argumentar, es una realidad inexcusable. "Nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio".

Esa estructura política, con diferente configuración y procedimientos a lo largo del país, todavía reina a la hora de las definiciones electorales en los distritos más poblados. Es "esa mayoría ignorada, poco visible a los ojos pero tan concreta como la suma de las boletas que cada dos años depositan disciplinada y esperanzadamente en las urnas", que yo nombraba en mi documento sobre "La debilidad de Kirchner". Es la fuerza numérica de cualquier cambio democrático. Que aún diezmada y percudida por el clientelismo es el reservorio de la identidad nacional, y de las solidaridades y capacidad de lucha que está necesitando hoy el movimiento popular. "Sobre la potencia de su existencia descansa la posibilidad de la victoria del reclamo nacional por la dignidad y grandeza de la Nación y contra la pobreza y la desigualdad". Es muy peligroso negarse a reconocer su existencia y su vigor, pero sobre todo, su riqueza.

5. Si hemos tomado debidamente en cuenta el contexto en el que estamos proponiendo al "kirchnerismo" una alianza con el movimiento popular, podremos ahora entrar al otro tema.

Etimológicamente, la palabra transversal remite a "atravesar" de un lado a otro, o que se aparta de una dirección principal. También podría asimilársela a la idea de "tangencial". Geométricamente, transversal sería perpendicular a las paralelas, o acercamiento a un punto de un círculo, sin penetrarlo. Esto es, tratándose de una dirección secundaria o subordinada a otras, lo transversal no modifica lo principal.

6. Trasladémonos ahora al sentido político de la palabreja en cuestión.

¿Qué "atraviesa" lo transversal? Sin duda, e imaginando una línea muy sinuosa: las paralelas que trazan los Partidos que forman el sistema político de la democracia argentina. Y ¿porqué serían trazos paralelos los Partidos?. Sin duda porque, aunque nunca se tocan pese a que se identifican en los principios políticos y prácticas éticas, son los pilares en que se afirma el status quo: un sistema político con ganadores y perdedores, con izquierdas y derechas, pero moldeado a la imagen y semejanza del modelo económico, para servirlo. ¿Qué es entonces "lo transversal": una política, una forma, un método?

7. Si lo miramos desde la práctica histórica de los últimos años, el FREPASO fue producto de una forma transversal de hacer política; sin embargo, no llegó a constituir "una política". La política de poder fue la Alianza, que no fue transversal.

El objetivo de lograr un consenso transversal había sido parcialmente logrado en el comicio nacional de 1995, cuando el FREPASO "atravesó" casi exclusivamente al PJ, y por eso no le alcanzó para derrotar al menemismo. Luego, la necesidad de instalar un tercer Partido para institucionalizar la presumible nueva composición de las mayorías, condujo al FREPASO a una alianza con estamentos transversales del radicalismo y otras fuerzas menores. Pero esta alianza que, de acuerdo a sus objetivos, pasaba "a través" principalmente de los partidos Justicialista y Radical, pilares del bipartidismo, no tuvo pensamiento propio ni programa de gobierno, porque no se apoyó en una nueva organización del pueblo ni construyó un nuevo consenso; sólo apeló a la masa electoral desde el marketing político. Y se conformó una alianza superestructural y mediática de dirigentes, tan huérfana de fervor popular, vertical, autoritaria y mediocre como lo que decía venir a reemplazar.

Esa versión de lo "transversal" no fue más que una maniobra política destinada a conseguir el desplazamiento de Menem. Rindiendo tributo a la eficacia del pragmatismo dominante en la época alcanzó la victoria electoral, pero su éxito fue efímero. Si por la negativa dio origen al delarruismo, por la positiva demostró históricamente que una salida de ese tipo sólo sirve para obturar lo nuevo, para desviar las mejores energías de las viejas y jóvenes generaciones hacia un camino sin salida y destruir las ilusiones de un cambio. La inevitable catástrofe a que condujo dejó a la ciudadanía sumergida en otra frustración, que hizo perder tiempo y esperanzas al movimiento nacional, como lo exhibió la anomia social que precedió al estallido que hoy nos sigue planteando la exigencia de algo nuevo.

Y la Alianza se disipó sin pena ni gloria. Mientras, desde la dispersión de sus cuadros, lo que fue el FREPASO tiene una experiencia para aportar en esta hora de concertar un nuevo proceso transversal. Al fin, se aprende de las derrotas.

En el otro aspecto, si el movimiento nacional fuese un círculo, "transversal" sería aquel modelo político en que se basó el oportunismo de los trotskistas al querer "cabalgar junto a las mayorías, sin mezclarse". Un ensayo de tangencialidad obrerista que renegaba de la "fuertemente pigmentada" clase trabajadora real. El camino que con tan magros resultados viene transitando la llamada "izquierda" actual.

8. Otra de las ópticas desde las que el sentido común mira la "transversalidad" supone una exterioridad de la política al movimiento real de la historia. Un traslado teórico que se propone adaptar el cuerpo social al traje de los deseos. Es decir, que imagina una identidad postiza, pretendidamente superior, distante de aquellas en las que se reconoce la ciudadanía. Una misión política imposible, orientada al hallazgo de un patrón perfecto del sujeto político, sin involucrarse en el conflicto real protagonizado por estructuras reales y hombres y mujeres de carne y hueso que piensan y accionan según su conciencia y sus necesidades y deseos. Un proyecto que no contribuye al perfeccionamiento de la democracia sino a sustituirla. Peligroso por elitista y caldo de cultivo de autoritarismos.

Tiene sus antecedentes, que van desde los mesianismos de Onganía a los del Proceso, que se propusieron suplantar no sólo a los actores sociales de la democracia por una voluntad iluminada sino también a los de la historia, la cultura y el pensamiento por doctrinas importadas.

Pero también hay formas más civilizadas de este modelo de transversalidad. Más de una vez se la imaginó como el método para constituir "el tercer movimiento histórico", en tanto proyectos "fundacionales" decretados antes que el movimiento real de la historia diera por definitivamente muerto al peronismo. O, ¿recuerdan lo de "la clase obrera va al paraíso"?; una experiencia de idealización y endiosamiento de la clase obrera que impidió reconocer al actor real del modo capitalista de producción: un sujeto que defendía razonablemente su presente y sus intereses inmediatos, con vicios y virtudes, con mezquindades y grandezas.

Esta perspectiva escapa a la interioridad de la política, de su sujeto social, de los Partidos y sus estructuras materiales y humanas, rastreando desde la comodidad de la teoría o desde los poderes de facto un actor sano con el que realizar un proyecto irreal. Así como no hay cabida para la dictadura y el neoliberalismo no la hay para el mesianismo de izquierda.

Estará destinado al fracaso todo intento de convocar a la transversalidad desde la ideología revolucionaria o la religión de los principios occidentales y cristianos, al menos mientras los aparatos políticos que dominan los territorios tengan algo que ofrecer a la gente sumergida en sus necesidades acuciantes, sea clientelismo, asistencia social o simplemente esperanza. No es momento para ofrecer el sacrificio de la generación actual en beneficio de las futuras.

9. Por contraposición a aquella versión general e ideologizada, hay una mirada micropolítica de la transversalidad. Es la que supone que se puede construir una identidad política con vistas a la toma del poder con las minorías. Y propone "articular" o "hacer redes" que vinculen a los movimientos reivindicativos solidarios, de género, los indígenas, los portadores de HIV, el municipalismo, los homosexuales, las cooperativas, los chicos de la calle, los inquilinos, etc. Y que, últimamente, rondan también a los movimientos de desocupados, piqueteros, fábricas tomadas, etc. Movimientos concebidos desde el nucleamiento de fenómenos sociales de una sociedad cada día más compleja y atomizada destinados a la defensa de las libertades individuales, pero al margen de la economía capitalista, la cultura política y también de las tradiciones organizativas y las grandes líneas de la historia. Lo sabemos: en política no pasa como en las matemáticas; una suma de minorías jamás genera una mayoría.

10. Para agregar alternativas y profundizar este análisis de la transversalidad, recurramos a la experiencia histórica.

Transversal fue la construcción de los ejércitos de la emancipación americana que, bajo el liderazgo de españoles revolucionarios y criollos liberales, alinearon gauchos, esclavos, negros, indios y jóvenes militantes revolucionarios de los patriciados del interior. Transversal era la integración de las montoneras del siglo XIX, que encuadraron a todos los hombres y mujeres de pata al suelo sin contemplar raza, procedencia ni adscripción política tras los caudillos surgidos de las economías regionales. Transversal fue en sus orígenes el radicalismo que supo llevar a la lucha por la ciudadanía a criollos e inmigrantes de diferentes ideologías del campo y las ciudades junto a cooperativistas rurales y militares como Savio y Mosconi.

11. En 1945, los forjistas intentaron un acercamiento del naciente movimiento popular con el viejo
radicalismo, con vistas a la construcción de una síntesis entre lo "progresista" y lo nacional y popular: ése quizás haya sido el primer intento de fundar una política "transversal", con la acepción más moderna del término.

Perón en persona viajó a Villa María a ofrecerle, primero, el acompañamiento en su candidatura a Sabattini y, luego, el primer término de la fórmula: ni así don Amadeo dejó de pensar en el ya podrido tronco radical y sus mezquinos intereses partidarios. Y si bien la UCR fue la columna vertebral de la Unión Democrática, las bases leales al pensamiento de Yrigoyen se sumaron a lo nuevo. Los propios forjistas, para ser consecuentes, no tuvieron alternativa: fueron a la cola, como quien empieza de nuevo, y con humildad revolucionaria se incorporaron anónimamente al peronismo. Pero tanto el conglomerado electoral como el elenco de gobierno que Perón sumó, fueron "transversales"; reunieron las más diversas vertientes ideológicas provenientes de una experiencia de luchas populares: irigoyenismo, socialismo, anarquismo, sindicalismo, comunismo, en todos los ámbitos del campo y la ciudad. Así fue. "La revolución, como Saturno, devora a sus hijos", había dicho Mirabeau. "No es cierto: devora a sus padres", lo corrigió Jauretche desde la cruda experiencia, dejando una enseñanza trascendental a la práctica política: "la revolución se hace con los nuevos".

12. Otra transversalidad del mismo cuño llegó a constituirse en 1958, con los votos proletarios del peronismo y el liderazgo de Frondizi, un intelectual de clase media. Tanto Scalabrini y Jauretche como Cooke creyeron encontrar una salida a la feroz antinomia peronismo-antiperonismo, batir a la "fusiladora" y abrir un ancho cauce de consenso a la continuidad de la revolución peronista con dirigentes que reemplazaran a la corrupta burocracia que dominaba la conducción de las fuerzas nacionales y populares, cuyo enfrentamiento había allanado el camino de la reacción liberal. Dejarían así en el olvido las tenebrosas conspiraciones con que el radicalismo había jaqueado al gobierno popular de Perón y se abriría un proceso de fructífera colaboración transversal entre la burguesía nacional y el movimiento obrero. Pero Arturo Frondizi, favorecido en el pacto por la proscripción y la debilidad a que la persecución había arrojado al movimiento mayoritario, no pudo, no supo o no quiso superar sus vicios políticos de origen y negoció conspirativamente con el enemigo. Formado en la universidad liberal y en una práctica política de desprecio a la voluntad de las masas, desconfió del poder popular. Su "progresismo" terminó con 10.000 presos políticos, su "izquierdismo" con las concesiones petroleras y su declamada vocación democrática en la anulación de los comicios en las provincias donde había ganado el peronismo.

13. Si se quiere forzar el término, transversal fue la experiencia de los 70. Lo nuevo lo aportó la militancia juvenil, las masas las puso el movimiento obrero organizado y la vocación de poder la conducción de Perón, y a su alrededor se construyó el FREJULI para contener a las vertientes de las capas medias urbanas, los estudiantes y profesionales "progresistas".

Desde siempre, las trasnversalidades sólo son posibles si hay un polo hegemónico, como lo demuestra la vocación histórica del peronismo por construir fuerzas electorales sumando aliados frentistas. Entonces, es otra cosa; es transversalidad con un eje cardinal: el peronismo. No es lo mismo decir eje en una fuerza histórica que decir en el PJ, pero de ninguna manera puede excluirlo, como mostró esa experiencia.

14. Y bien, ¿qué demuestran estos casos?

· Uno. Que la transversalidad no es una política sino un método de construcción de consensos.

· Dos. Que la construcción de los consensos políticos es, por definición, necesariamente transversal.

· Tres. Que hay transversalidades buenas y malas, porque depende de a qué política sirve.

· Cuatro. Que todo triunfo popular supone alguna forma de transversalidad.

· Cinco. Que todas las formas de transversalidad son útiles y necesarias a la hora de construir el movimiento nacional y popular.

· Seis. Que la única transversalidad exitosa es la que se verifica entre las diferentes expresiones de lo nacional.

· Siete. En estos términos, construir la transversalidad no es nada nuevo. Y, a la vez, es la más difícil de las labores estratégicas.

15. Sin embargo, hablando desde la política práctica, la conclusión más importante es que los militantes del campo popular, nacional y revolucionario no debemos permitir que al concepto trascendente de transversalidad se le impongan propuestas restrictivas, elitistas, excluyentes, marginales y exteriores al movimiento real de la historia y sus actores institucionales constituidos, y se lo convierta en patrimonio del enemigo de nuestra causa.

Los medios de comunicación han manufacturado un sentido común de tales características que impide reflexión alguna: atribuye poderes mágicos al término "transversal". Pero detrás de ellos está el oportunismo de aquellos dirigentes que nunca supieron construir PODER, desde la izquierda rebelde hasta el partido comunista y todas las variantes burguesas del "progresismo".

La manipulación de la opinión pública por los medios de comunicación de masas es una constante en la política argentina, por lo menos desde Yrigoyen. Pero esta vez cuenta a su favor con el individualismo, el oportunismo, el pasotismo, la indiferencia, la corrupción de los métodos y la declinación de la conciencia y la devaluación de la política, que han penetrado hasta el fondo de la sociedad argentina. Habrá que sobreponerse a enormes desafíos, una vez más.

¿O queremos otra vez afirmar que "transversal" es lo nuevo, sin intentar cambiar nada de lo viejo? ¿Queremos formular una fuerza política gatopardista, que parezca pero no sea, para darle nuevos aires al sistema político asfixiado por la pueblada del 20/12? ¿Queremos construir otro partido político rescatando los pedazos más o menos pulcros de los partidos tradicionales y sumando a los perdedores de todas las lides políticas desde 1955? Creo que NO.

No se construye nada nuevo sumando pedazos de lo ya perimido. Cuanto más, haremos alguna de aquellas colchas a cuadros que cosían nuestras abuelas con retazos de telas en desuso que, aunque eran vistosas, no abrigaban.

16. Transversal es la política del campo nacional y popular, que se apoya en la movilización de las conciencias. Sobran los dirigentes que confían más en la argucia que en la política y andan por la superficie de las cosas. Busquemos lo profundo para asegurar la victoria y que ésta sea trascendente, no exclusivamente electoral. La voluntad nacional que nos anima es cosa distinta de la simple y ocasional suma de opiniones que se da en oportunidades de votar. Es mucho más. Y no puede construirse desde arriba, sino trabajando en el seno del pueblo.

Queremos y podemos ganar todo: junto a Kirchner podemos recuperar el Estado, restituir la cultura del trabajo y restablecer la justicia social; con las mayorías podemos desempeñar la soberanía del pueblo; con un pueblo movilizado y un gobierno representativo podemos redimir la independencia económica perdida. No nos conformamos con menos. Por eso no importa la inquietud transitoria por algunas candidaturas, sino los gritos de toda la sociedad argentina aclamando el cambio de rumbo de la República. Habrá que avanzar por sobre la dificultades. Pero, ¿para qué estamos si no para protagonizar una nueva épica?

17. Lo nuevo no es transversal a nada de lo conocido, justamente, porque es NUEVO.

No se trata de amontonar dirigentes de diversas extracciones políticas de partidos que, con matices, son cuñas de un mismo palo. Ni siquiera es oportuno ni eficaz recomponer un cuadro destruido de alianzas transversales entre sectores "progresistas" de todos los partidos. Sería caminar a contrapelo de la historia, desaprovechando la grave crisis del sistema político. No sólo no hay que permitir que se renueve con nuevas apariencias sino que hay que contribuir a su definitivo entierro.

Repetir fórmulas sería letal para el movimiento que viene alumbrando Kirchner, que si no tiene una política clara sí tiene una ética que recoge las mejores tradiciones de solidaridad y lucha de la Política (con mayúsculas) argentina. Desde esa impronta impresa desde el gobierno la tarea es renovar la democracia argentina, con nuevos actores, nuevas fórmulas organizativas y, sobre todo, con nueva militancia.

18. Por lo tanto, transversalidad, sí; pero no con actores, fórmulas y profesionales de la política perimida. Transversalidad en el sentido de variedad de actores e identidades políticas e ideológicas. No con la base conceptual de los intelectuales que mantienen la pureza ante las contingencias de la política dando consejos desde sus gabinetes sin haber visto jamás a un pobre, a un desdentado, a un miserable, a un negro. La política se hace para ellos y con ellos.

Entonces, transversalidad sí con los que vienen sudando la camiseta en cuesta arriba sin desertar de ninguna batalla política y han desarrollado una experiencia de resistencia desde la práctica "en el seno del pueblo" (como decíamos antes), con el sano mesianismo de la militancia, con ética, heroísmo y solidaridad. Para ellos sí es válida y necesaria la idea de "atravesar", porque es un hecho que núcleos dispersos e individuos militantes hay en todas las fuerzas políticas argentinas. Aunque tal vez convenga llamarla de otra manera: ¿unidad?, ¿pluralidad?, ¿frente?, ¿comunidad?

En fin, para no innovar: transversalidad sí, entre aquellos que desde diversas experiencias de lucha han dado en la década obscena un ejemplo que sostuvieron con sacrificio. Transversalidad entre los que pueden exhibir un testimonio de vida. No entre esos argentinos que están esperando que la política les de otra oportunidad, sino entre los que están esperando construir otra oportunidad política para todos los argentinos.

19. El NUEVO movimiento capaz de elaborar un PROYECTO NACIONAL POPULAR y LATINOAMERICANO y construir el MOVIMIENTO POPULAR en condiciones de sustentarlo, no puede sino pivotear alrededor de la experiencia política del peronismo. Por lo tanto, la resolución de sus contradicciones internas atañe a todos los sectores sociales y fuerzas políticas argentinas que aspiren a formar la base que está necesitando Kirchner. Y voy a repetirlo: "Es ley de la política argentina que los grandes cambios suceden a la irrupción pacífica o violenta de movimientos políticos, sociales y culturales conscientes y largamente procesados. Es ley de la política argentina que no son los líderes los que crean los movimientos sociales; son esos movimientos los que cuando encuentran su liderazgo se convierten en sujetos revolucionarios".

Si alrededor de las banderas históricas del movimiento nacional se suman otros sectores, bienvenidos. Pero en la conducción del proceso deben estar los "morochos", si queremos ganar o al menos empatar:

20. Ni son lo nuevo ni dejarán de serlo: son las eternas fuerzas del cambio hacia la justicia y la dignidad, porque defienden sus intereses, que son inmanentes. ¿Dónde están? "Una muchedumbre multiforme y desordenada, fraccionalmente orientada por anónimos pero experimentados cuadros, ya cansada de tirar piedras, que encuentra su oportunidad y se apresta a protagonizar la etapa para transformar el curso reivindicativo de sus luchas en organización capaz de acumular poder político al calor de los nuevos paradigmas. Fuerzas autónomas e independientes que irán desarrollándose y generando sus propias direcciones en el juego de las luchas que se avecinan".

No necesitan que los ayude ninguna dirigencia de los partidos perimidos; todo lo contrario, necesitan que les saquen las manos de encima. Y poder entablar, sin indeseables intermediarios, su propio diálogo con el poder de Kirchner y su nueva concepción del Estado. Porque son "los sufridos actores de la resistencia al "modelo" ejercida durante la última década: movimientos de desocupados, piqueteros, productores urbanos y rurales fundidos, trabajadores de fábricas recuperadas, jóvenes militantes sociales, intelectuales de izquierda, profesionales liberales y estudiantes sin futuro, luchadores contra los prejuicios y las discriminaciones, grupos religiosos inscriptos en la tradición judeo-cristiana, humanistas de humanismos varios, ecologistas, urbanistas, ruralistas, indigenistas, agrupaciones políticas dispersas, un nuevo sindicalismo de base, "manzaneras" que se levantan diariamente a las cuatro de la mañana a recibir la leche o jóvenes punteros barriales peronistas o el activo de los partidos tradicionales, el núcleo contestatario reunido en torno al Foro Social Mundial, el movimiento antiglobalización neoliberal de trabajadores y clases medias progresistas, militantes desencantados que esperan en su casa, etcétera, etcétera, portadores de una ética de servicio y una moral de lucha que los hará sujetos de la revolución si se constituyen en alternativa política". Si la construcción transversal es con esos actores, es evidente que la acción política y el discurso político ganador de hoy no es tangencial ni transversal: es frontal. Están construyendo el futuro, no rescatando el pasado, y para eso quieren el PODER.

No les cerremos el camino con falsas ilusiones ni vías muertas. Ni admitamos que la agenda del debate en el seno del pueblo la fijen los oportunistas y los medios de comunicación.

21. La experiencia recorrida tiene que servir para aprender. Al rasgado de vestiduras de las dirigencias partidarias le siguieron los parches y en esencia nada cambió. ¿Nacieron partidos representativos? ¿Floreció la vocación de servicio en los viejos? ¿El espíritu transformador se impuso a la preservación de posiciones y privilegios? ¿Se renovaron las formas organizativas con alguna apertura a la participación? Nada de eso. Las excepcionales expresiones de lo nuevo que en su debilidad permite emerger el sistema político, lo hacen en una batalla titánica contra todo lo establecido.

22. Tenemos una democracia inservible. Reconstruyamos una democracia al servicio de las necesidades populares. Es necesario volver el rostro hacia el pueblo. El movimiento nacional y popular es más que sus dirigentes. Y contiene a todas las parcialidades políticas, sociales e institucionales. Esa democracia real debe dejar de servir privilegios y empezar a viabilizar el conflicto social y político por el camino civilizado de las instituciones y partidos.

Para ello debe auspiciarse la más amplia y transversal convocatoria en todos los partidos, espacios del movimiento democrático, de la sociedad civil, de los trabajadores, de los ciudadanos, con una agenda que incluya:

· el debate sobre el proyecto de nación y el camino para concretar ese proyecto,

· cuáles son las fuerzas motrices de la transformación, y cuál es el perfil productivo que queremos para nuestro país,

· cuál es la relación a establecer entre partido, movimiento, sociedad civil y trabajadores,

· cuál es la relación entre construcción de poder político, gobierno y procesos electorales,

· qué modelo de gestión de gobierno y con qué formas de participación.

He ahí la política a la que servir desde una práctica transversal. Las definiciones que surjan deben ser mucho más que un discurso abstracto y constituir el instrumento para la construcción de una institucionalidad partidaria abierta, accesible, transparente, democrática, que premie a los mejores con un aparato electoral representativo y eficaz.

Apropiarnos de la democracia significa darle un sentido: no son las formas de la República lo que le preocupa al pueblo; es la Nación y un pueblo con una misión: construir un destino.

23. Es la hora entonces de proponer un marco ideológico-programático alrededor del cual reagrupar transversalmente las fuerzas nacionales y populares emergentes de todo el espectro político y social. Un texto sintético, a nivel de consignas, de una convocatoria sensata, práctica e inspiradora (fundada eso sí en un análisis veraz y estratégico de la realidad nacional e internacional).

Que sea asumido por todas las fuerzas transversales. Que mire adelante y no a la coyuntura. Que, exprese que sin utopía no hay militancia. Que se traduzca en la recuperación del valor y la importancia de la palabra política.

Y en orden a acumular experiencias históricas anteriores, si lo que nos proponemos es convocar a la reconstrucción de la militancia política para constituir la "fuerza propia" que de un cimiento de masas a las batallas que requerirá la nueva etapa abierta en la historia argentina, sería inoperante nombrar conducciones que no conducirán a nadie ni pretender un nivel organizativo para un espacio todavía virtual.

Se trata de convocar alrededor de una consigna y de un programa esencial, a una reconstrucción deliberada y reflexiva de la militancia joven de espíritu en todos sus ámbitos de acción, respetando sus luchas contemporáneas y sus libertades, entroncando sus batallas presentes con las más altas expresiones de las experiencias pasadas.

La consigna tendrá los contenidos que aluden al presente, pero será ecuménica y universal, porque enuncia principios fundamentales que destacan la solidaridad, la igualdad y la unidad:

PATRIA, TRABAJO Y PODER POPULAR

Y un programa pensado como herramienta práctica de lucha que interpele a la nueva juventud militante porque exprese los principales objetivos de la lucha:

1. QUEREMOS PRODUCCIÓN Y TRABAJO, ÚNICA FUENTE DE RIQUEZAS, DIGNIDAD Y PAZ.

2. QUEREMOS RECUPERAR EL PATRIMONIO MATERIAL Y SIMBÓLICO DE LA NACIÓN Y EL MANEJO DE NUESTRAS RIQUEZAS NATURALES Y POTENCIALIDADES PRODUCTIVAS.

3. QUEREMOS RESCATAR NUESTRA AUTODETERMINACIÓN COMPROMETIDA POR LA DEUDA EXTERNA Y LA SOBERANÍA ENAJENADA A LOS ORGANISMOS Y CORPORACIONES FINANCIERAS.

4. QUEREMOS UN PAÍS HERMANADO EN LA TRADICIÓN DE UNA HISTORIA AUTÉNTICAMENTE FEDERAL Y DEMOCRÁTICA Y LA UNIDAD DE LA PATRIA LATINOAMERICANA.

5. QUEREMOS EL ESCLARECIMIENTO DE LOS DELITOS PENALES Y ECONÓMICOS COMETIDOS POR LA ÚLTIMA DICTADURA Y EL CASTIGO A TODOS LOS CULPABLES DE LA DESTRUCCION DE NUESTRA PATRIA.

TRANSVERSALIDAD, entonces, sí. Pero en torno a éstos o parecidos principios que constituyen LA POLITICA.

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