Ricardo Ragendorfer: ¿patán, mito o qué?

Ricardo Ragendorfer: ¿patán, mito o qué?

El periodista y escritor Ricardo Ragendorfer publicó “Historias a pura sangre”, relatos policiales donde el cuidado de la prosa
y las ideas son el esfuerzo por contar una historia con todos sus matices y no encontrar la verdad que quién sabe qué es.


Si se suman los materiales a los inmateriales, el mundo
nunca presentó tantos peligros como ahora. Los predadores
son invisibles, proliferan, están afuera, adentro, sólo son imaginarios cuando no provocan daño. No sabés, no sabés cuándo, dónde, cómo están, en qué estado, en acto, en potencia, no es disuasión, tampoco es amenaza, es un horizonte.

Los nuevos virus que infectan los cuerpos, las computadoras, las redes. Los nuevos tipos de guerra, la vigilancia constante produce miedo, o efectos de miedo. La hipocondría es la enfermedad del tercer milenio. El predador del tercer
milenio podría estar representado por un sujeto “normal” que
sin pensarlo, estalla. Nada indicaba que lo que sucedió fuera a suceder y sin embargo sucede. La escala que tiene en el mundo contemporáneo el investigador para medir el gradiente de violencia será su astucia para leer las pistas falsas en las noticias que siembran los medios de comunicación con el objeto de influir en la opinión pública.

En la Argentina, el caso de la inseguridad es el más notorio.
Cuánto de cierto, de relativamente cierto, de mentira, cuánto de paranoia inducida existe, es imposible de medir sino es apostando, tirando de un hilito casi invisible que permita lanzar una hipótesis. Pero no se trata de la verdad, de dos
verdades enfrentadas, de una verdad que se impone.

Pareciera, mejor, de un conjuro contra la incertidumbre. Ricardo Ragendorfer se sienta a hablar con un genocida, llama por teléfono a un vigilante, se toma una botella de whisky con un asesino (y escribe, “por naturaleza”). ¿Busca una historia? Busca una historia antes que una verdad, la
verdad está supeditada a la construcción de la historia. A
Ragendorfer también le han cambiado verdades por historias. Se dice que la verdad no existe, es relativa, etcétera. Pero la verdad es diferente a la justicia. A veces la
verdad se enfrenta a la justicia, a la supuesta justicia. Ese variante, la incertidumbre, y el olfato (impresionismo puro) lo conducen a sentarse con éste y con este otro. Las preguntas son distintas.

“Historias a pura sangre” traza una diagonal entre el delito clásico, material, y el informático, digital, forzando los términos: inmaterial, pero sin excluir ninguno de los clásicos. Estamos en la Argentina, es decir, en un país pobre, corrupto y pauperizado. A falta de Dillinger están el Negro Sombra, los topos que infiltraron al Ejército Revolucionario del
Pueblo, las mujeres asesinas, los freaks de Graña, todo ese combo atraviesa el primer libro sobre delincuencia, delitos, marginales, exclusiones, asesinos y atorrantes que no pretende levantar el dedo juicioso de la culpa ni los orígenes
míticos en una infraestructura de la cual emergerían como
marionetas de superestructura, a lo Raymond Chandler, con todo respeto.

Esta es otra época. Es la época que a la incertidumbre le opone la delación, en todos los campos: policial, financiero, político, sanitario, impositivo, psicológico; en una palabra: económico. El estado contemporáneo no es benefactor ni terapéutico ni desregulado. Es un estado de delación constante. Primero se sospecha, no se está seguro pero a lo seguro: se delata. Es la época del buchón. A la fiesta del monstruo le sigue la fiesta del buchón. Ragendorfer no
juzga, pero su extrañamiento se tramita con humor, humor negro, negrísimo. Ragendorfer no dice todo tiempo pasado fue mejor, no dice el futuro ya llegó. Antes que juez y parte, es testigo de estas iniciativas que nos retrotraen a los tiempos de la desinformación, con campañas de publicidad personalizadas, relaciones públicas, periodistas,
consultorías políticas, económicas y psicológicas.

Se sabe que los centros para la prevención y el control de enfermedades trabajan en colaboración con universidades, forenses, policías y laboratorios de biología molecular para crear defensas contra un invisible ataque de microbios patógenos. Los microbios letales han vuelto y lo han hecho
reforzados, blindados como los mosquitos de Puerto Madero.

Los gobiernos, principalmente de los Estados Unidos y Gran Bretaña, usaron el miedo generado por el 11-S para recortar las libertades civiles. Esos gobiernos ganan delatores sin pagar sueldos, hacen ahora cosas antes inconcebibles: leyes antiterroristas, medidas de urgencia, más guerras, el revival
de la tortura, una práctica abandonada formalmente desde el siglo XIX. El miedo es fácil de estimular.

El amor no se estimula, el miedo sí. Es más fácil provocar
miedo que odio. Enfermedades que se creían aniquiladas
hacen acto de presencia. El terror está presente en las ondas
hertzianas, en el aire, en el medio ambiente, en el ciberespacio: los anónimos, los saboteadores electrónicos
de datos, los especialistas que no sólo pretenden el dinero
digital sino también el control de las transacciones financieras e identitarias, ese conjunto de operaciones obliga a una atención constante, a una preparación inédita (precisamente en la época donde se multiplican los trastornos de atención).

Pero si el medio ambiente es el nicho perfecto para el ataque inmaterial, la propiedad privada se revela una ilusión que se tapona con murallones. En ese intersticio operan los informes de Ragendorfer.

LOS PREDADORES MÁS PELIGROSOS SON INVISIBLES, Y A MENUDO ANÓNIMOS

Hasta los aspectos más físicos de la vida han sido conquistados por ese poder. La salud se ha convertido en una propuesta mente/cuerpo/espíritu: evidencias cada vez más sólidas muestran que la integridad física resulta afectada
por el estado de ánimo. House, Expedientes X, Lost, todas estas maniobras de la industria cultural trabajan (y provocan)
el terror a la incertidumbre.

El cerebro gobierna los fenómenos físicos. El neurobiólogo Niels Birbaumer logró usar las vibraciones que emite la mente de un cobayo humano en estado de laboratorio para mover objetos. ¿Es el triunfo de la mente sobre la materia?
Es un nuevo mundo (que todavía no tiene sinfonía) pero sí actores muy diversos que pretenden reducir la insoportable levedad de lo incierto. Se impone la sumatoria de disciplinas, como enseña el caníbal Lecter. En esa sumatoria no está ausente Ragendorfer, el Patán, sus investigaciones, conjeturas y refutaciones.

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