Construir hechos es el objetivo de la política

Construir hechos es el objetivo de la política

"Una de esas deudas, tal vez de las más antiguas, es resolver el problema del constante desbordamiento del arroyo Maldonado que corre entubado bajo la avenida Juan B. Justo. Un hecho que ha convertido a las palabras Maldonado e inundación en tristes sinónimos porteños".


La política no puede seguir llegando tarde a la realidad. Y la realidad hoy nos habla a las claras de una ciudad de Buenos Aires que tiene aún infinitas deudas con sus vecinas y vecinos. Una de esas deudas, tal vez de las más antiguas, es resolver el problema del constante desbordamiento del arroyo Maldonado que corre entubado bajo la avenida Juan B. Justo. Un hecho que ha convertido a las palabras Maldonado e inundación en tristes sinónimos porteños.

No es para menos porque sólo desde 1985 hasta la fecha, los vecinos de los numerosos barrios afectados tuvieron que soportar 35 inundaciones. Casi dos por año. Inundaciones que se llevaron vidas, bienes, fuentes de trabajo. Inundaciones que se van a seguir sucediendo si no se ponen manos a la obra para frenarlas.

Y hoy el gobierno de la ciudad ya puede poner manos a la obra. Porque ya cuenta con los instrumentos normativos para hacerlo. La Legislatura, ese lugar donde la política se parte en todos los colores ideológicos para la salud de la democracia, sancionó la ley que autoriza a la administración porteña a endeudarse para realizar esta obra.

No fue fácil explicar por qué es favorable tomar un crédito internacional como el que se aprobó finalmente, para llevar adelante este proyecto fundamental para la ciudad. Porque era hablar desde un concepto de cultura política distinto al que tenemos en lo que hace a la gestión pública: la de construir una normativa – herramienta que no sólo sirve como empuje para empezar una obra tan esencial como compleja. Sino que es un motor que garantiza su finalización en tiempo y forma. Es decir que, con este criterio, optamos por la inversión responsable y no por seguir levantando elefantes blancos que luego se convierten en monumentos a la corrupción.

¿Quién puede creer, a esta altura de nuestra historia, que esta obra pensada para terminar con las inundaciones del Arroyo Maldonado, se va a realizar en cuatro años pero se va a pagar en veinte? Es muy difícil. Pero es posible. Sobre todo si nosotros, hombres y mujeres elegidos democráticamente para representar todo el espectro ideológico de los porteños, nos comprometemos a custodiar el futuro para que este proyecto se convierta en obra y que la obra se convierta en realidad.

En pocas palabras, debemos pasar del hábito de esperar a que el otro no haga o se equivoque, al concepto de empujar todo el tiempo las promesas hacia el lado de la realidad.

Por eso estoy convencido de que es imprescindible unir al poder la palabra hacer para entonces poder hacer. Porque construir hechos es el objetivo final de la política. Y más cuando hablamos de obras de infraestructuras que parecen eternas deudas internas con el vecino.

En la sesión del jueves 17 los legisladores porteños realizamos apenas un esbozo de la historia del arroyo Maldonado que viene inundando a gran parte de la ciudad de Buenos Aires desde hace décadas. A tal punto que en los últimos veinte años nos encontramos que por efecto de las lluvias se desbordó en 35 oportunidades. 35 inundaciones que anegaron la ciudad sólo desde 1985. Es decir, casi dos inundaciones por año.

Uno de estos desastres, el que ocurrió en 2001, afectó nada menos que a 117 mil viviendas y unos 16 mil establecimientos industriales y comerciales. Los daños materiales generados sólo por esta inundación, ascendieron a 53 millones de dólares. Una cifra que a valores actuales representa el 41 por ciento del total del crédito que aprobamos en la Legislatura.

Muchos de mis colegas, con la mejor de las intenciones, propusieron que esta obra se realice con fondos propios del gobierno de la ciudad, producto del superávit fiscal. Pero la pregunta que no se puede responder desde el color partidario sino desde la objetividad de la economía es la siguiente: ¿Vale la pena arriesgarnos, exponernos a los ciclos naturales económicos cuando podemos tomar créditos a tasas bajas, e incluso con reaseguros que eliminan el riesgo de volatilidad?

Hoy estamos hablando de una obra cuyo costo total es de 190 millones de dólares, es decir, uno de los proyectos más ambiciosos de la ciudad. Estamos hablando de un crédito internacional, a tasas muy accesibles por valor de 130 millones de dólares cuya amortización comenzará recién en 2011 cuando terminen los vencimientos del bono Tango. Estamos hablando de hacer posible un futuro que se merecen todas las porteñas y porteños.

Un futuro que sea más auspicioso del que vivíamos en el año 2001 cuando el Jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra dijo a los medios que "habrá inundaciones hasta el 2004”. Y fue precisamente en 2004 cuando la ciudad se volvió a inundar. Y fue una inundación que costó cuatro muertos y cincuenta heridos. En ese momento, la explicación del gobierno fue que "la cuenca más desprotegida, porque no tiene obras encaradas, es la del arroyo Maldonado, en la avenida Juan B. Justo".

Hoy hay proyectos analizados positivamente por numerosos académicos argentinos y del exterior; hay financiación a tasas accesibles; hay normativa legal que respalda el inicio de esta obra. Entonces, ya no puede haber excusas para no hacer. Sólo queda lugar para hacer política. Pero política con todas las letras. Política con mayúsculas. Política para adelante, es decir la única forma que podemos concebir de hacer política si es que no queremos seguir llegando tarde a la realidad.

(*) Diputado de la ciudad de Buenos Aires. Presidente del bloque Juntos por Buenos Aires.

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