Quiere donar libros a la UBA, pero no hay plata para el traslado

Quiere donar libros a la UBA, pero no hay plata para el traslado

El reconocido filósofo a nivel mundial, Mario Bunge contactó a la Facultad de Filosofía y Letras para donar 250 libros de su autoría, pero el traslado sale 2 mil dólares y no pueden pagarlo.


La educación pública sigue pendiendo de un hilo si no se resuelve un aumento del presupuesto universitario, que depende de la Secretaría de Políticas Universitarias. Esa es la realidad de los establecimientos que se ocupan que nuestros jóvenes tengan un futuro. Si no se resuelve ese punto central, todo el panorama comienza a caer.

El jueves 12 de mayo, docentes y alumnos de todas las universidades marcharon de manera masiva para reclamar por el aumento de la partida presupuestaria. Pero no alcanza. Mientras, la Secretaría de Políticas Universitarias justifica todo con el “cambio” que atraviesa la política educativa, por lo cual “se ven imposibilitados para reasignar esos recursos”.

La misma justificación tuvo la Secretaría cuando Mario Bunge, el filósofo de las ciencias y epistemólogo, que vive en Canadá, se contactó de manera voluntaria con las autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras para poner a su disposición 250 libros de su autoría. Un material invaluable, que reconoce la Secretaría, al mismo tiempo que la rechaza, que el “acervo bibliográfico se vería notablemente enriquecido al contar con sus publicaciones completas”.

El problema es que esos 250 libros necesitan ser trasladados desde Canadá –donde vive el filósofo- y ese “viaje” cuesta dos mil dólares. Como la Facultad no cuenta con ese dinero, hizo un pedido a la Secretaría, que sostuvo “se ven imposibilitados para reasignar esos recursos al traslado de la donación”.

Por teléfono desde Canadá, Mario Bunge lamentó el rechazo de la Facultad y dijo que había elegido ese destino para sus libros porque consideró que su obra “es menos conocida en la Argentina que en España”.

En caso de que las gestiones no conduzcan a buen puerto, los investigadores del Instituto de Filosofía recurrirán al Conicet, organismo al que pertenecen muchos de los miembros de esa casa de investigación. Si todas esas gestiones fracasan, “pensamos hacer una colecta entre los investigadores para pagar el flete”, dijo uno de sus miembros.

Veremos entonces cuantas cosas se van perdiendo en este camino marcado por el ajuste en la educación pública. Que la historia –o los 250 libros- los juzguen.

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