Según datos de la UAI, el 85% de los porteños duerme mal

Según datos de la UAI, el 85% de los porteños duerme mal

Así lo reveló una encuesta del instituto FLENI, que fue llevada a cabo en la Ciudad y el GBA, y elaborada por la Universidad Abierta Interamericana. Los problemas en el sueño son una epidemia global.


La encuesta del instituto FLENI que fue llevada a cabo en la Ciudad y el Gran Buenos Aires, y elaborada por la Universidad Abierta Interamericana (UAI), reveló que el 41 por ciento de los consultados admitió que tuvo dificultades para conciliar el sueño y el 34 por ciento, que le costó permanecer dormido durante toda la noche tres días en la semana o más durante el último mes. Un 85 por ciento considera que duerme mal.

Los problemas en el sueño son una epidemia global que amenaza la salud y la calidad de vida a más del 45 por ciento de la población mundial.

Sufrir trastornos o déficit de sueño puede provocar alteraciones en el aprendizaje, la memoria a largo plazo y el comportamiento de los niños y jóvenes y puede producir somnolencia diurna, efectos en la salud cardiovascular y en la atención y hasta incrementar el riesgo de sufrir accidentes de tránsito en el caso de los adultos.

De las 700 personas consultadas por el estudio difundido por FLENI, más de la mitad (52,6 por ciento) duerme entre seis y siete horas y un tercio (33,6 por ciento) entre cuatro y cinco.

“En sintonía con la tendencia de los últimos 50 años en la población general, la encuesta indica que el 85 por ciento de los porteños y habitantes de GBA consultados, no duermen las horas suficientes que sugerimos para que un adulto tenga un descanso reparador”, señaló Claudio Podestá, jefe de la Unidad de Medicina del Sueño de la institución.

Al ser consultados sobre cómo se sienten durante el día, el 35 por ciento admitió haber tenido excesiva somnolencia tres días en la semana o más.

Amanecer cansados y sentir sueño durante el día pueden ser síntomas que, si permanecen por un tiempo prolongado, pueden indicar que la persona necesita consultar a un especialista.

Podestá indicó que “dormir bien significa tener un descanso reparador, que dure las horas suficientes para encarar el día, alertas y con energía”.

En ese sentido, el especialista manifestó que “afecciones que fragmentan la continuidad del dormir como los movimientos periódicos de miembros inferiores o las apenas obstructivas del sueño atentan contra ello”.

“No debe tomarse al ronquido como un signo de buen dormir, en gran número de casos sólo es el indicador de obstrucciones respiratorias durante el sueño. Un paciente que las padezca, que no tenga diagnóstico y tratamiento de ellas, tiene riesgos de desarrollar hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, infarto de miocardio y ACV, afecciones no menores más allá de la somnolencia (conduciendo un automóvil, piloteando un avión o navegando un buque)”, indicó Podestá.

Según los investigadores, una buena higiene del sueño y abandonar los hábitos que retrasan la llegada de nuestro sueño, puede evitar gran parte de los trastornos. Desconectarse de la tecnología que se usó durante todo el día, poco antes de de irse a dormir, favorece la capacidad de conciliar el sueño.

No obstante, mientras que los expertos recomiendan suspender el uso de las pantallas y apagar las luces de los artefactos que están en la habitación para concentrarse en el descanso, el 71 por ciento de las mujeres y el 66 por ciento de los hombres encuestados admite mirar el teléfono y la computadora en la cama. Del estudio también se desprende que el 91 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 34 años permanece conectado antes de dormir.

Al respecto, Podestá explicó que “la luz que emiten los aparatos electrónicos, al tener la misma gama espectral que la del amanecer, interfiere nuestros ritmos circadianos, ya que confunde a nuestro organismo con señales de despertar en lugar de entender que es hora de dormir”.

No mantener horarios regulares para acostarse y despertarse también puede producir un desbalance.

Seis de cada diez encuestados por UAI señaló que tuvo dificultades para despertar a la hora habitual una vez a la semana o más durante el último mes, siendo esta tendencia mayor entre los adultos de entre 18 y 54 años.

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