Milei no gestiona pero lastima, el Pro se desarma y el peronismo duerme

Milei no gestiona pero lastima, el Pro se desarma y el peronismo duerme

Opinión


La macroeconomía desvela a Javier Milei desde su ingreso a la vida pública argentina, primero como panelista televisivo y luego como candidato político que llegó hasta la Presidencia de nuestro país.

La conquista de la “cucarda” de bajar la inflación, un mal endémico en la Argentina, es el fin perseguido para esta primera etapa de su gobierno, y cualquier experimento necesario en ese sentido será realizado. La sensatez o crueldad social de las decisiones no está por ahora siendo analizada por el equipo de gobierno que paga todos los costos políticos y se hace cargo de ello, no teniendo en cuenta ninguna de las críticas vertidas, vengan del sector que vengan. En líneas generales no le entran las balas.

Algunas consideraciones a tener en cuenta para el análisis de lo que puede suceder en el devenir político. La comunicación horizontal con la que se maneja el Presidente es aún indescifrable para el sistema político argentino que queda atrapado en casi todas las falsas disyuntivas que propone desde sus redes, patrimonio éste que constituye gran parte del capital que Milei -con su intensa personalidad- derrocha con tiempo a sus anchas.

Su núcleo duro, joven, masculino y de clase media empobrecida, resiste su estrategia disruptiva con estoicismo, sigue dando batalla y suma tanto nuevos adeptos como enemigos.

El primer secreto del mantenimiento de su imagen positiva en estos 120 días de gobierno radica en que la sociedad argentina no está tan loca como desde algunos sectores parecen predicar. El veredicto en las urnas de noviembre y la consolidación de un eje liberal (en su plan de quedarse con la construcción hecha por Mauricio Macri) avanza, y le brindan por el momento cierta tranquilidad. Ese 60 y pico por ciento que abogaba por un cambio abrupto sigue pensando igual, aunque algunos de ellos no lleguen con la plata al día 15 de cada mes.

La percepción del fenómeno en el peronismo es nula, y las movidas, bastante pocas y no enamoran. Demuestran que la potencia política que supo administrar en otras épocas no hace pie en un escenario resbaladizo en el que aparece muy poco por temor a irse al piso y salir del juego sin darse cuenta que ya salió.

Cuando uno se refiere a comprensión nula, es porque la autocrítica brilla en esa fuerza por la ausencia y poco hace para reinventarse para defender los valores históricos, pero con otros nombres, ideas y herramientas. La elección algorítmica que depositó a Milei en Balcarce 50 no fue correctamente analizada y tampoco puede el PJ aprovechar a su favor algunas situaciones de retrocesos de conquistas sociales que en otro momento hubieran sido imposibles de realizar.

Milei no llegó para coronar una opción liberal dentro del menú del sistema político argentino. Llegó lisa y llanamente para sacar al peronismo del poder, al kirchnerismo que lo guio los últimos años desde fuertes liderazgos. Se cortó la lona del catre decían los abuelos, no da para más un sistema que no resuelve los problemas de la gente por lejanía, negación o desinterés. Y esta etapa denominada “democracia moderna” generó demasiados pobres para un país como el nuestro. La sociedad por dos tercios contra uno, más allá del resultado del ballotage, dio su veredicto. Los echaron del gobierno de modo contundente. Quien quiere oír que oiga. Y reaccione.

A los que sueñan con un Milei que vuelca seguro producto de su ajuste feroz y su impericia política, y se colocan de manera automática -quienes fueron doblegados- como herederos del poder, habría que indicarles que no va a ser así. Haga lo que haga Milei e incluso si se la pone de sombrero. Si hay alguien que no está legitimado para gobernar nacionalmente en este momento histórico es el peronismo, el ex sello Unión por la Patria, ya que por más necesidades que pase el pueblo argentino, el escenario de noviembre y esa “tarjeta roja” alevosa y directa, sigue tan vigente como entonces.

Pareciera que el peronismo, llamémosle así de manera genérica ya que todos sabemos a quienes nos referimos, no tiene rumbo y se parece a un boxeador que deambula el ring más que a un campeón dominante. Es imposible que ese sector político logre con esta dinámica una posición privilegiada más allá de la situación sumamente desagradable que ya estamos sufriendo buena parte de los argentinos y que tiende a agravarse más en casi todos los sectores, que acosan brutalmente los jubilados, a los salarios precarizados y hacen retroceder hasta a los empleados formales que pugnan por paritarias.

Lo primero que tendrían que hacer para intentar detener al Presidente es elaborar un plan alternativo a esta etapa y que contenga nuevas soluciones y no los mismos problemas por los que lo eligieron a él. Este plan deberá contar necesariamente con muchos de los reclamos que tuvieron esos sectores medios que siguen avalando este gobierno y no en las viejas mecánicas que hay que colgar en un cuadrito. Y pararse en esta nueva realidad a ver cuál sería la alternativa para que el Estado ocupe el rol imprescindible para el que fue creado, para que la soberanía no se regale por unos pocos millones de dólares que el país necesita recurrentemente por su errático accionar, que las instituciones funcionen plenamente y que generen cierto conformismo en las mayorías sociales y el Presidente no abuse de los decretos por no tener otro mecanismo de avance.

La política tradicional en todas sus formas, con los más nuevos y los más longevos, con los peronistas, los radicales y todos los demás, tanto a nivel judicial, parlamentario o sindical, ninguno de ellos está a la altura del desafío. Algunos tienen herramientas y aparato (plata y gente) para salir a la calle, para cuestionar algunas salvajadas generadas desde el Ejecutivo, muchos tienen la legitimidad obtenida en los comicios provinciales, pero siguen igual de desorientados los que tienen que gestionar por la falta de recursos (gobernadores) como los que tienen que generar los marcos legales (legisladores) para frenar una sangría que quizás cueste muchos años revertir.

Mientras tanto el Gobierno no gestiona ni siquiera con las luces bajas, encontró un problema sin solución en este experimento que es la falta de dirigentes capaces para ocupar cargos trascendentes y se niega a reforzar el plantel o revisar sus falencias. La reducción de ministerios y cargos solo trajo más confusión a una gestión que no termina de arrancar, que se basa solo en bajar la inflación a cualquier costo y comunicar cualquier cosa para tener entretenida a la gente con la persecución digital a los que fracasaron antes y sus puestas en escena del primer dirigente global libertario.

La política exterior de la Argentina es uno de los puntos más oscuros de esta gestión, desaprovechó ideológicamente la oportunidad de integrar los BRICS sin que nadie se lo pidiera, generó enemigos donde había amigos, se ubicó desde la periferia como un faro a seguir ante las democracias liberales occidentales y compró conflictos internacionales de otras ligas que no integramos, como el viaje a Tel Aviv y tal vez a Ucrania si se concreta.

El PRO de Mauricio Macri (y en general de todos sus dirigentes) se han visto vapuleados por la mesa chica de LLA que se manejan bien cooptando de a uno y bajo su conducción a buena parte de ellos. Todos los amarillos mueren por estar ahí y esa es la llave de Milei y el karma de Macri. Asunto ya resuelto para Milei que le ganó todos los mano a mano al expresidente. Bullrich festeja.

Los que vienen son meses complicados por cuestiones económicas, tanto para el gobierno como –sobre todo- para la gente. La liquidación de la cosecha (sin mucha onda) no alcanzará para generar los dólares necesarios. Son momentos decisivos en los que el Pacto de Mayo no le importa a nadie y la supervivencia de la Patria pasará por otro lado. Habrá agitación.

El gobierno atacó con precisión a los movimientos sociales desde su inicio ya que, por cantidad de gente y rol político, son la hipótesis de conflicto más seria que tendrán que superar ante la crisis. La falta de alimentos e insumos básicos para una vida -ni siquiera digna, ya es alarmante en muchos lugares del país y los distritos en general no tienen recursos para suplantar la ayuda estatal nacional. Y allí se está gestando una de los mayores conflictos que se avecinan con resultado incierto. Nadie sabe cuanta gasolina volará ni con qué intensidad.

Las redes sociales serán otro lugar donde habrá que remontar la goleada que Milei le propinó a la política en el último año. Allí es dónde resiste la imagen del Presidente, su última trinchera.

Y el peronismo en lugar de buscar liderazgos debería preguntarse el porqué y el para qué lo quiere. Cuando eso esté claro, llegarán los jugadores para ponerlo en práctica. Suena a reinvención del espacio, protegiendo algunos valores y sumando otros. La historia mientras tanto sigue corriendo y castigando demasiado para seguir peleando por las migas que les quedaron.

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