Llegó la hora de la posición argentina, le guste a quien le guste

Llegó la hora de la posición argentina, le guste a quien le guste

Opinión.


La Argentina vive momentos de decisión. De vital importancia ya que las mismas se dan en el plano internacional, que es donde más duelen los errores, aunque también es donde más se festejan los aciertos. El continente entero está siguiendo la movida que va a realizar nuestro país ya que es uno de los tres grandes de la región, detrás de México y de Brasil, y justamente porque estos dos países también están redefiniendo sus futuros mediatos en el esquema global y regional. El gigante brasileño incluso con elecciones presidenciales este mismo año.

Se puede mirar para cualquier lado, solo un rato. Porque mientras tanto el mundo se está poniendo cada vez más duro a la hora de negociar los socios y  las compañías que cada país elige para desarrollar los avances tecnológicos o para entrar en algún lugar de la cadena de los commodities y de la riqueza que países como el nuestro posee, en alta proporción comparado con otros lugares no tan beneficiados por la naturaleza o la extensión.

El reciente acceso a la Presidencia pro tempore de la CELAC de la Argentina constituye otro motivo más para observar qué hace en el estreno de su mandato, algo que se suma a la aguda mirada que el mundo (sobre todo el financiero) tiene acerca de lo que sucederá entre nuestro país y el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras todos los días aparece algún comentario (casi todos negativos) acerca de lo que fue el préstamo más alto (57.000 millones de dólares) otorgado por el organismo a una Nación que venía -y se sabía- con todas las variables macro y micro distorsionadas.

La cuestión es que, si algo le faltaba a este menú ya bastante complejo, fue la presencia de Daniel Capitanich, el embajador argentino en Nicaragua que fuera propuesto por la vicepresidenta argentina Cristina Fernández, en la asunción de la cuarta presidencia de Daniel Ortega, junto a un acusado de haber participado en la planificación del atentado a la AMIA en Buenos Aires y que tiene pedido de captura de Interpol, el iraní Mohsen Rezai. Hay que resaltar aquí que la Argentina no mandó ningún representante a esa ceremonia desde acá, y que ese gesto no pasó desapercibido en donde el dato interesa.

El embajador jura a los cuatro vientos que nada sabía de su presencia hasta que se enteró in situ de la “desagradable” compañía, pero si bien los iraníes son bastante sigilosos en sus movimientos fuera del país, la hipótesis de no saberlo para Capitanich (o la de no haberlo averiguado dado como vienen las alianzas hoy en el país donde está acreditado) es tan grave como poco creíble. Y lamentablemente esto sucede pocos días antes que el canciller Santiago Cafiero viaje a Estados Unidos a explicar (entre otras cosas) que la Argentina no apoya los regímenes de todos los países que ahí acompañaban a Ortega (de hecho no mandó a nadie) en una asunción que fue boicoteada de manera muy fuerte por el propio Presidente Joe Biden.

Además de su nuevo rol en “Misión Imposible”, el canciller Cafiero pasa buena parte del día ajustando la agenda del Presidente Alberto Fernández en su visita oficial a China -a principios de febrero- que además contempla la presentación mundial de los Juegos Olímpicos de invierno de Beijing 2022 también boicoteados diplomáticamente por la alianza occidental que comanda Estados Unidos. Para despejar incógnitas, por supuesto que habrá una reunión a solas entre Xi Jinping y Fernández en la cual Argentina adherirá a la Ruta de la Seda y está casi confirmada una bilateral -por fuera de la visita oficial- con el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin. Cartón lleno para Washington.

La pregunta del millón es la siguiente: en la situación en la que está hoy el país, qué le conviene más, cerrar el tema FMI con Estados Unidos (la voz decisiva del Fondo), evitar el default y empezar de nuevo el caminito del desendeudamiento de la manera que mejor se pueda arreglar o llegar a un buen acuerdo en Beijing y encarar con el gigante asiático buena parte de las cosas (incluido envío de dinero) que la Argentina necesita urgentemente. ¿Estados Unidos puede o quiere enviar dinero de nuevo?. ¿La dura posición de China en el FMI (incluso más que la de USA) es para volcar a nuestro país hacia sus intereses?

Hay algunas cosas que hay que recordar y es que tanto con unos como con otros ya hemos incumplido varios acuerdos, unos más recientes y otros más lejanos. Y que ya nos conocen, saben de nuestras capacidades y sobre todo de las falencias, pero es tal la competencia desatada a nivel global que todavía somos requeridos por las dos súper potencias económicas del mundo, para no ser entregadas al enemigo. Y es ahí donde, dentro de nuestras escasas posibilidades, tenemos alguna oportunidad de elegir con quién avanzamos en el tema del 5G y todas las innovaciones tecnológicas que ello conlleva, la infraestructura de transporte nacional, la cuestión energética, la modernización de nuestras Fuerzas Armadas, de qué modo nos “ayudan” a normalizar una economía que -aunque haya rebotado el pasado año-, tiene variables que la desestabilizan continuamente. En definitiva, ya que Estados Unidos es el “dueño” de la decisión detrás del Fondo, sería bueno poder hablar con ellos sin agenda previa de qué modo se imaginan el relacionamiento a corto y mediano plazo de nuestras economías y que esto sí incluya el acuerdo equis al que se pueda llegar con el FMI, más allá de la autarquía y pluralidad del organismo. Partimos de la base que si Donald Trump lo presionó intensamente para dar un suculento préstamo también lo pueden hacer ahora para recomponer la situación.

Argentina tiene hoy demasiadas necesidades para volverse a equivocar. Esta vez es un momento delicado para el mundo y para nosotros a la vez, pasa de todo en el mundo, se pelea lo estratégico, lo táctico y lo comercial a la vez. Ni siquiera es necesario tener que optar por uno o por otro, si tenemos las cuestiones bien claras acerca de lo que se necesita hacer aquí. Bien se pueden lograr acuerdos y negocios con los dos como lo hacen la mayoría de los países del mundo, salvo unos pocos que gustan de aplicar sanciones pedantes y ridículas o que por decisiones unilaterales bloquean a otras naciones.

Dentro de lo posible todo, dentro de lo imposible nada. Esa es la máxima que debemos llevar a todas las mesas del planeta. Tiene que haber un mensaje claro de Argentina, firme y fundacional. Quizás en estas idas y vueltas de este principio de año lo podamos redondear y el mundo lo entienda mejor, sea quien sea. Ojalá.

 

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