La crisis catapultó a Larreta al frente de la oposición

La crisis catapultó a Larreta al frente de la oposición

Los últimos sondeos elevaron el rango del exjefe de Gabinete de Mauricio Macri, relegando a éste a un papel secundario.


S us carreras políticas, paralelas, tienen fuertes puntos en común. Con el mismo cargo de jefe de Gabinete, ambos se hicieron conocidos dentro del gran público por ser los ejecutores de las decisiones de otros. Uno, de los Kirchner; el otro, de Mauricio Macri. Elogiados por su capacidad de trabajo, se ganaron el respeto de sus pares, pero nunca ocultaron su objetivo central: ser validados por la gente en las urnas. A Horacio Rodríguez Larreta le tocó en 2015, en la Ciudad. A Alberto Fernández en 2019, en la Nación. Y hoy, llamativamente, sus caminos vuelven a encontrar una coincidencia central: el coronavirus les dio un nuevo e impensado impulso a su futuro.

El caso del Presidente ya está más comentado. En apenas un mes aumentó su imagen positiva en cerca de 20 puntos y hoy exhibe números históricos, comparados con algunos picos de valoración de ex mandatarios taquilleros como Raúl Alfonsín, Carlos Menem o Néstor Kirchner. Algo impensado hace menos de un año, cuando Fernández era más bien un lobista de otros candidatos y ni siquiera había podido plasmar su sueño de competir para ser intendente de la Ciudad. Un anhelo que intentó desde 2007, justo cuando Larreta comenzaría su labor como ministro coordinador y entablarían una relación de par a par.

El caso del jefe de Gobierno es también llamativo. En los sondeos de opinión –decenas- que fueron trascendiendo durante la cuarentena, Larreta puede mostrar dos datos centrales: en todos los estudios tiene más imagen positiva que negativa y en muchos, es el segundo dirigente mejor  ponderado, debajo justamente de Fernández. En algunos, según la muestra, lo puede superar el gobernador bonaerense Axel Kicillof.

 

Algunos ejemplos:

• Un estudio de la Universidad de La Matanza, en el AMBA (Capital y Conurbano bonaerense) le da al Gobierno nacional una ponderación positiva de 75,2 puntos (50,1% de imagen “muy buena” y 25,1% de “buena”). La gestión porteña queda apenas por debajo, con 72,8 puntos (40,1% de “muy buena” y 32,7% de “buena”). La administración provincial, en cambio, no llega a 60 puntos (31% “muy buena” y 26,3% “buena”).

En otra encuesta, también del AMBA pero de la consultora Clivajes, Larreta junta un 57% de imagen positiva (27% “muy buena” y 30% “buena) y 26% de negativa (18% “mala” y 6% “muy mala”). Queda claramente debajo de Alberto Fernández (+85% y -9%), casi igual que Kicillof (+56% y -25%), pero sobre todo muy pero muy arriba de Mauricio Macri (+25% y – 61%).

¿Por qué vale la comparación con el ex presidente de Juntos por el Cambio? Por la interna desatada en el principal grupo opositor, a partir de la relación que establecieron sus dirigentes –con o sin cargos- con el Gobierno nacional. En esa grieta amarilla, Larreta representa a los dialoguistas, se muestra sin problemas con el Presidente y elogia medidas del Gobierno nacional. Macri, con algún matiz, quedó del lado de los “sin tierra”, como Miguel Pichetto o Patricia Bullrich, muchos más confrontativos con el kirchnerismo.

Esta tensión Macri-Larreta, que se activó apenas JxC perdió la elección nacional, seguramente se mantendrá latente hasta 2023, con show asegurado para 2021. El año que viene hay elecciones legislativas y allí empezarán a dirimirse las disputas internas que antecederán a la pelea mayor: el próximo comicio presidencial. En esa carrera, larga y con futuro incierto –el coronavirus dio prueba de que cualquier previsión puede quedar patas para arriba-, Larreta tomó ahora un impulso inimaginado.

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