Invasión de “trapitos” en Cañitas

Invasión de “trapitos” en Cañitas

Llegan a cobrar 40 pesos por sus "servicios", generando la deserción de muchos clientes en el famoso polo gastronómico. Vecinos denuncian "falta de control policial".


El polo gastronómico de Cañitas, situado en el barrio porteño de Palermo, se ha convertido en un clásico de la movida porteña. En el cual gran cantidad de gente se moviliza para degustar algunos de los mejores platos de la Ciudad, especialmente durante los fines de semana.

Al estar concentrada en sólo seis manzanas, el área encuentra un importante déficit para albergar el tránsito vehicular que genera la oferta gastronómica. Por lo que los estacionamientos de la zona se “rebalsan”, los visitantes entran en cualquier tipo de infracción con tal de garantizarse “ese lugarcito” y muchos “vivos” hacen su negocio.

En esa última categoría entran los trapitos, que en grupos de a dos llegan a repartirse una misma cuadra para ofrecer sus servicios de “cuidado” por la módica suma de 40 pesos.

Resulta una postal cotidiana ver como los cuidacoches le piden a los conductores que dejen sus autos en doble fila o que, incluso, se queden con las llaves de los mismos, convirtiéndose en una suerte de “valet parking urbanos”, con el fin de tener acceso al vehículo en el caso de tener que correrlos.

Lo que ocurre es que, los famosos “trapitos” obstaculizan sin problemas rampas para discapacitados y sendas peatonales. Cuestión que perturba a más de un vecino.

“A pesar de que hay patrulleros y agentes para hacer prevención del delito, la policía no controla estos temas. Y no tenés forma de denunciarlo. Es como un agujero negro que tenemos en Las Cañitas, no hay nadie que se haga cargo”, se quejó la secretaria de la organización “Cañitas Activa por la Calidad de Vida”, Alejandra Rodríguez.

El dueño de uno de los restaurantes de la zona sostuvo que al planificar el polo gastronómico no se tuvo en cuenta el problema del estacionamiento de vehículos y, por consiguiente, no se estableció una infraestructura acorde a la afluencia de gente.

Asimismo, subrayó como un inconveniente fundamental que los trapitos pidan sumas fijas por cuidar los vehículos, ya que mucha gente se va, no dispuesta a pagarla. En este sentido, destacó que es necesario hallar una solución eficaz y que sirva también a los comerciantes: “Si la gente se va, perdemos todos”, sostuvo.

Si bien normalmente hay un patrullero en la esquina de Báez y Arévalo, no hay control policial sobre la actividad de trapitos. Los vecinos incluso recuerdan que la última vez que la Dirección de Tránsito ubicó un móvil fijo en la zona, los cuidacoches propinaron una golpiza a los agentes.

La postura del Gobierno de la Ciudad con respecto a los “trapitos” es prohibitiva. Sin embargo, no cuenta con la mayoría necesaria como para aprobar una ley que acompañe la posición. Tras el apuñalamiento de un “trapito” en Villa Mitre, el jefe de Gabiente Horacio Rodríguez Larreta se comprometió a reimpulsar la cuestión en el parlamento porteño.

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