Forster se confiesa: “Fue una candidatura inesperada para mí”

Forster se confiesa: “Fue una candidatura inesperada para mí”

Por Horacio Rios

Si las cosas van bien para el FpV, el filósofo Ricardo Forster ocupará una banca en el Congreso. El candidato manifiesta que el ofrecimiento fue una sorpresa.


Habitué de algunos bares determinados, en los que suele sentarse a leer y a escribir, el filósofo Ricardo Forster relata: “Vivo desde hace 30 años en Coghlan. Antes, alterné mis aventuras escolares entre Saavedra y La Lucila, adonde también viví un tiempo”. Se confiesa un “habitante intenso de los barrios”, que suele recorrer en largas caminatas.

Su nombre fue una de las sorpresas en el cierre de las listas de candidatos a diputados del Frente para la Victoria. Si bien es conocida la adhesión de este intelectual, miembro fundador de Carta Abierta, al proyecto político que conduce Cristina Fernández de Kirchner, su inclusión en el cuarto lugar de la boleta que encabeza Juan Cabandié fue una audacia del kirchnerismo, que decidió apostar por el filósofo para traccionar votos, en una decisión despojada de los artilugios del marketing que suelen teñir algunas campañas políticas.

Confeso hincha de River Plate, Forster narra con humor que nació en 1957, “por lo que se puede decir que estuve 18 años en el exilio futbolístico, hasta que River volvió a salir campeón en 1975”. Poco después partió al exilio real. “Durante la dictadura estuve fuera del país, viviendo en Europa primero y luego en México. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estudié Historia, aunque no alcancé a terminar esa carrera. Cuando volví, completé la carrera de Filosofía en la UBA.”

“Una vez de vuelta en el país, en 1982 comenzamos a juntarnos con algunos amigos, militantes de izquierda, a leer, discutir y comentar los libros prohibidos por la dictadura, y recomencé la militancia barrial. En 1985 me uní al Club de Cultura Socialista, del que formaban parte José Aricó, Juan Carlos Portantiero, Beatriz Sarlo, Jorge Tula, Emilio de Ipola y Carlos Altamirano, entre otros”, narra el intelectual.

“Fue una experiencia interesante –asegura Forster–. Se discutía sobre la crisis de la izquierda en una época en que la política entraba en crisis, en especial después del levantamiento militar de Semana Santa de 1987 y de la hiperinflación que provocaron las grandes empresas para derribar a Alfonsín. En ese año, 1985, conocí también a Nicolás Casullo, con quien compartimos una cátedra y sacamos en los 90 la revista Pensamiento de los Confines, en los tiempos en que querían hacernos creer en estupideces como que había llegado el fin de la historia y que se había producido la muerte de las ideologías”, se indigna el filósofo.

Forster es muy crítico con la experiencia de la Alianza. “La coalición que encabezaron Fernando de la Rúa y Chacho Álvarez encarnaba un republicanismo vacío, que aceptaba pasivamente las reglas de juego que nos había legado el neoliberalismo. Yo no quiero pecar de animosidad, por lo que prefiero creer que había en ellos cierta ingenuidad”, dice, aunque no se muestra demasiado convencido de esto último.

Cuando llega a los últimos días de De la Rúa en su recuento, Forster se refiere al “estallido de 2001” y describe en clave literaria aquel final de ciclo como los “tiempos espectrales”. De todos modos, aunque ratifica que existía “un estado de inclemencia social”, reconoce que “al mismo tiempo se podía ver que algo venía pasando”. Así, termina comparando al fin de los 90 con Esperando a Godot, la obra teatral de Samuel Beckett, en la que dos vagabundos aguardan a un tal Godot, que nunca llegará. Entretanto, en su inútil espera junto a un camino, Vladimir y Estragón –los vagabundos– nada hacen más que hablar. Beckett ni siquiera reveló a lo largo de la obra quién era Godot, ni para qué deseaban los andrajosos personajes encontrarse con él.

Quizás tenga razón Forster en la comparación, ya que Beckett fue uno de los principales exponentes del Teatro del Absurdo, una denominación que define con cierta precisión aquellos primeros días del Siglo XXI en la Argentina.

A continuación, llega el momento de hablar de la aparición de Néstor Kirchner en el panorama político. “Apareció cuando no estaba en la agenda de nadie. Su discurso inaugural nos conmovió a muchos, y las señales de lo que iba a ser su gobierno fueron inmediatas. Recuerdo el episodio de cuando se bajaron los cuadros, de la política de derechos humanos y del nuevo protagonismo que comenzaron a tener los movimientos sociales.”

Nuevamente en clave literaria, Forster describe los días de 2008, en los que los terratenientes se sublevaron contra el Gobierno nacional, como “un momento de gran clivaje”. Por aquellos días –relata a Noticias Urbanas–, el catedrático comenzó a sentir la necesidad de involucrarse en el debate público. “La posibilidad de trascender el mundo académico se dio con la creación de Carta Abierta, un espacio que hace cinco años que existe, en el que muchos intelectuales nos reunimos cada 15 días para discutir y para seguir involucrándonos en la política”, explica.

“Este involucramiento nuestro siguió creciendo hasta que llegó el momento inesperado del ofrecimiento de mi candidatura. Para mí eso significó un gran cambio, porque nunca esperé verme en el lado profesional de la política. Hasta este momento solo me dediqué a la discusión y el análisis político”, manifiesta, y suena sincero.

Por estos días en los que arrecian las acusaciones sin fundamento y las declaraciones vacías, el novel político declara que “estas elecciones son extremadamente importantes, porque se discuten proyectos de país y la realidad nacional atraviesa el debate político. Lo mismo, existe una maquinaria que intenta impedir la discusión de ideas. Ojalá que la campaña sirva para discutir modelos de país, sin golpes bajos, porque algunos partidos políticos están vacíos y se han convertido en correas de transmisión de los intereses económicos de los grupos concentrados”, se esperanza –no demasiado– Forster.

En el terreno de las elecciones de agosto y octubre, el filósofo asegura que sus rivales de centroizquierda “no existen como tales. En realidad son de centroderecha. Hay que ver cómo votaron en estos años, porque el autor de la Resolución 125 figura en la misma lista que quienes votaron en contra de su aprobación, por ejemplo”.

Forster califica a la coalición opositora como “una construcción oportunista”, y la ejemplifica trayendo a colación las declaraciones de “Hermes Binner, que en abril manifestó que votaría a Capriles, que es la derecha venezolana y también aseguró que las muertes las provocan los gobiernos populistas, justo en el momento en se había matado a siete partidarios de Maduro. Esto muestra que algunos partidos están desideologizados, y eso es muy grave”.

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