Entre el hielo y el fuego habitan la victoria y la derrota

Entre el hielo y el fuego habitan la victoria y la derrota

Se configuran dos polos mayoritarios: el de los gobernadores y el que gira en las cercanías del kirchnerismo.


La clave estuvo, desde tiempos inmemoriales, en la provincia de Buenos Aires. Para bien o para mal. En sus primeros días, si se habla de la vuelta de la democracia, en 1983, y en los últimos, cuando llegue 2019 y deba volver a enfrentar otra elección complicada.

El peronismo deberá revisar sus políticas hacia el distrito electoral más importante del país, porque desde 1983 hasta la fecha perdió allí siete veces (1983, 1985, 1997, 2009, 2013, 2015 y 2017). Por el contrario, triunfó en ese territorio básico en once ocasiones. Luego se hace necesario discriminar, porque en elecciones ejecutivas, para gobernador, perdió sólo en 1983 –cuando resultó electo Alejandro Armendáriz– y en 2015, cuando María Eugenia Vidal arribó a la Gobernación platense.

Esto quiere decir que las demás elecciones en las que el justicialismo fue derrotado fueron legislativas de medio término, las que se realizaron en 1985, 1997, 2009, 2013 y 2017.

Un torpe gigante

En ese contexto, en las elecciones distritales el peronismo perdió en las tres últimas ocasiones en las que hubo elección. Solo ganó en 2015, en los comicios presidenciales que enfrentaron a Mauricio Macri y a Daniel Scioli, aunque por apenas dos puntos. Esta exigua ventaja apuntaló la victoria del líder de Cambiemos.

El peronismo es el partido más grande de la Argentina (y quizás uno de los más grandes del mundo), pero eso ya no le garantiza más la victoria, en estos tiempos de atomización de las voluntades, de diásporas partidarias y de escasas armonías de intereses. En estos tiempos se vota por humores, ya que los votantes se rigen no por convicciones personales, ni por ideologías individualistas o colectivistas, ni siquiera por comunidad de intereses. Hoy son tan importantes las redes sociales y la manipulación mediática como los padrones de afiliados, los programas de gobierno que se entregan a la ciudadanía o los acuerdos partidarios superestructurales.

Esto provoca que el horizonte se vea borroso, como si un parabrisas embarrado impidiera ver la realidad, a causa de las constantes operaciones de limpieza y de ensuciamiento. En este contexto de confusión, el peronismo se debate entre dos dilemas básicos.

El primero es la naturaleza de su proyecto político. ¿Se va a proponer la anulación de todo lo hecho por Mauricio Macri? ¿Se va a plantear la consabida fórmula “lo bueno quedará y el resto se corregirá”? ¿O, por el contrario, se privilegiará la producción y el trabajo argentinos y las negociaciones salariales a la suba, acordes con el desarrollo del mercado interno? ¿Hay resto para rescatar a la industria nacional? ¿Existe aún la ilusión de la justicia social?

El segundo dilema tiene que ver con el/la candidatx. ¿Es posible la unidad de los gobernadores que conforman Alternativa Federal (Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto, Juan Manzur y Sergio Massa) “con Cristina adentro”? ¿Cuál es el límite que se plantearán estos? ¿Será Cristina el límite o el límite es Macri?

Aquí habrá que empezar a desmalezar el campo. Está claro que, en principio, se conformaron al menos dos polos, que giran en direcciones no siempre coincidentes ni siempre contrapuestas.

El grupo que conforman los mencionados en el penúltimo párrafo amenazan con la “blitzkrieg” que dividiría al peronismo si Ella es la elegida. El polo restante, que conforman CFK, Alberto Rodríguez Saá, Felipe Solá y Agustín Rossi, entre los que guardan aspiraciones presidenciales, asegura que tiene los votos de su lado.

Un enfrentamiento tan claramente visible posiblemente esconda un segundo escenario. Las negociaciones entre ambos sectores nunca se detuvieron, ni cuando hubo que designar a los miembros del Consejo de la Magistratura ni cuando se negoció el cargo que le correspondía a la oposición en la Defensoría del Pueblo bonaerense. Para el Consejo, el peronismo designó –con el voto unánime del universo del Frente para la Victoria, Encuentro y de Argentina Federal– a cuatro miembros: Miguel Ángel Pichetto, Graciela Camaño, Ada Itúrrez de Cappellini y Eduardo “Wado” de Pedro, en tanto que Juliana Di Tullio será la que maneje la relación con los territorios y con las 34 delegaciones que posee la Defensoría del Pueblo a lo largo de la provincia de Buenos Aires.

En este contexto, los gobernadores que conforman Alternativa Federal van a tensar la cuerda hasta donde puedan, según aseguraron a este cronista algunos de sus asesores. No es negocio para nadie que “el límite” achique el territorio propio. Nadie disminuye su propia geografía si no es por razones de fuerza muy mayor. Más conveniente, evalúan, es que el adversario a batir sea externo, no suma que sea del propio campo.

En buen criollo: van a convocar al peronismo, al progresismo y a los radicales disconformes, van a hacer actos, van a armar listas propias en sus territorios y, una vez consolidados, van a negociar con el kirchnerismo y con los peronistas “salvajes” –los que tienen poder propio y no necesitan de su apoyo para ganar en sus distritos– una unidad que los contenga como factor de poder y no como furgón de cola. Condicionar el armado es el verbo que conjugan.

Entretanto, en las estepas rusas…

Todo esto está muy bien –o quizás no tanto–, pero falta el componente principal, que es el armado en la provincia de Buenos Aires. La opción en el territorio es de hierro, porque allí milita la figura más importante que tiene Cambiemos a nivel nacional. Hoy por hoy, quizás más importante que el propio Mauricio Macri, si este continúa aplicando medidas económicas draconianas.

La estrategia será la confrontación, sin medias tintas.

Como para ir calentando el ambiente, en septiembre algunos intendentes declararon la emergencia alimentaria, en salud, sanitaria y de seguridad en sus distritos y exigieron desde la Federación Argentina de Municipios la devolución del Fondo Sojero, que Macri suprimió en el Presupuesto nacional.

Hoy, el poder reside en los intendentes y estos adoptan estrategias diferenciadas, aunque empezaron a coordinarlas trabajosamente en el último año. En este contexto, la búsqueda de un referente nacional ya está definida. Para ellos, la dirigente que realmente mide en sus distritos –algunos de ellos aseguran que ronda los 50 puntos– es Cristina Fernández de Kirchner y ella fue la elegida. Son pragmáticos y no están presos de ningún corsé ideológico, solo quieren perdurar.

La junta promotora de su candidatura está conformada por una amplia gama de jefes distritales, como Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Fernando Gray (Esteban Echeverría) –que termina de asumir la presidencia del PJ provincial–, Mariano Cascallares (Almirante Brown), Gabriel Katopodis (San Martín), Juan Zabaleta (Hurlingham), Gustavo Menéndez (Merlo), Leonardo Nardini (Malvinas Argetinas) y Alberto Descalzo (Ituzaingó).

Sabedora de su predicamento, el 17 de diciembre último, Fernández de Kirchner citó por separado al Instituto Patria a los referentes del Conurbano y del interior de la Provincia. A la mañana concurrieron a su despacho Katopodis, Descalzo y Zabaleta, y por la tarde estuvieron Marcelo Santillán (González Chávez), Alfredo Fisher (Laprida), Hernán Ralinqueo (25 de Mayo), José Luis Horna (Roque Pérez), Ricado Casi (Colón), Alberto Conocchiari (Leandro Alem), Gustavo Cocconi (Tapalqué), Gustavo Barrera (Villa Gesell) y el concejal David de Felipe, que representó a su jefe, Oscar Ostoich (Capitán Sarmiento).

Un intendente relató: “Nos planteó la necesidad de una unidad amplia” y “no se habló de candidaturas”, aunque la expresidenta insistió en que “hay que abrirles las puertas a todos”.

Entretanto, Sergio Massa le camina a Cristina el territorio, por encargo de los caciques provinciales. Arma su opción por fuera de la opción K, pero no demasiado lejos, tanto que sus campamentos están a la vista casi permanentemente. Hemos informado en números anteriores que sus encuentros con Máximo Kirchner y Wado de Pedro se mantienen desde hace al menos un año y seguirán produciéndose.

Para buscar que su alternativa ser la definitiva, el único camino que le queda al tigrense es que haya desdoblamiento en las elecciones municipales y provinciales del año próximo. De esta manera, obligaría a los intendentes a pensar en él y no en Ella. De todos modos, este camino no tendría salida. Ni en Cambiemos ni en el peronismo esa salida seduce a sus protagonistas.

Un dirigente provincial resumió la situación con lucidez. “Cristina tiene que tomar una decisión entre diciembre y febrero. Si llega a esa instancia con las encuestas ubicándola detrás de Cambiemos en el balotaje, debería dar un paso al costado. Al menos, eso sería lo ideal”, resumió, sin pelos en la lengua.

En la lejana Rusia, las estepas suelen arder en las vísperas del verano, pero en la estepa bonaerense –así la calificó en 2005 un analista político, hoy de moda– los fuegos son cosa de todos los días. Al contrario que la economía, a la que casi todos los analistas le auguran la llegada de la Era del Hielo. Es la contradicción siberiana: incendios en verano o en las vísperas, hielo en el resto del año.

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