El choque sindical

El choque sindical

Por Antonio Lizzano

Las paritarias y el paro de Moyano aumentaron las diferencias entre la conducción de Pianelli y la oposición de Dellecarbonara. La influencia K y de la izquierda. El papel de Metrovías y de Pro.


Aunque las aguas de las internas sindicales en determinados momentos parezcan calmas, siempre están a punto de agitarse y de generar maremotos. Lo único que se puede discutir es su grado de intensidad y de las olas que estos conflictos levantarán. En este caso, y aunque parezca raro, las peleas también alcanzaron a un gremio que hasta ahora se movió, al menos hacia afuera, de forma monolítica. Nos referimos a los metrodelegados, más precisamente a la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (Agtsyp), que lidera Roberto Pianelli. Los trabajadores del subte que, años atrás, fundaron este gremio en oposición a la Unión Tranviaria Automotor (UTA), a la que acusaban de no representarlos y de ser un órgano burocrático, ahora padecen un conflicto interno en el que uno de los sectores, el opositor a la conducción y que es liderado por el delegado de la Línea B, Claudio Dellecarbonara, acusa de los mismos pecados a aquellos compañeros con los que codo a codo forjó la entidad gremial. La discusión se agigantó con la firma de la paritaria realizada la semana pasada, pero el conflicto comenzó a tener una trascendencia mayor los días previos al paro general del jueves 10 de abril, que encabezaron los sindicalistas Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli.

Aunque los metrodelegados decidieron no apoyar la huelga, el sector que lidera el integrante del Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), Dellecarbonara, decidió en una asamblea con trabajadores de la Línea B que su ramal paraba. A su vez, la UTA, que jugó para la CGT de Moyano, realizó piquetes y obstrucciones de andenes en las terminales y en los distintos tramos de los recorridos de las demás líneas de subterráneos, lo que dio por resultado que el servicio no funcionara.

La lectura rápida de lo sucedido demostraba que existía un quiebre en la autoridad de la cúpula gremial de la Agtsyp. “En medidas de fuerza anteriores los metrodelegados fueron siempre juntos y pararon el servicio con un acatamiento total. Y aunque siempre tuvieron la oposición de la UTA, ese no fue ningún obstáculo para impedir el normal desarrollo de las huelgas. Lo sucedido el 10 de abril abre una puerta para avizorar que algo se rompió puertas adentro entre los metrodelegados. Esto también puede deberse a la filiación política de Dellecarbonara y a su militancia en el Frente de Izquierda”, señaló ante Noticias Urbanas un trabajador sindicalizado del subte, al explicar las posibles causas de la crisis interna de los trabajadores.

La tensión entre la dirigencia de la Agtsyp y el sector rebelde de Dellecarbonara se agudizó la semana pasada, cuando se trató en paritarias el aumento salarial. El pedido inicial de los metrodelegados era de un aumento del 37 por ciento, más un 2 por ciento por año de antigüedad y un pliego de mejoras en las condiciones laborales. El acuerdo paritario de los trabajadores de subterráneos había vencido el 31 de marzo y antes de esa fecha los sindicalistas pidieron una reunión con la empresa ante la “pérdida” de un ingreso de 3.000 pesos en dos cuotas firmado en el acuerdo anterior.

En la mesa de negociación se sentaron, por el lado de los trabajadores, el secretario general, Pianelli; su adjunto, Néstor Segovia; el secretario gremial Néstor Etcheto, y el secretario de prensa, Enrique Rositto. Por el lado del Gobierno porteño, el representante del Ministerio de Hacienda que encabeza Néstor Grindetti. En dichas reuniones, tanto los directivos de Metrovías como los de la UTA solo terminan avalando, con alguna mínima objeción, pero aceptando al fin, lo que acordaron los funcionarios porteños con los metrodelegados. Y así fue cómo luego de una contraoferta del 32 por ciento que se les hizo a los trabajadores el miércoles pasado por la tarde, en la siguiente reunión del viernes se terminó acordando que el aumento sería de ese monto a pagarse de una sola vez a partir del 1 de junio.

Cuando se dio a conocer el incremento, Dellecarbonara no perdió el tiempo y salió a castigar a los líderes de la cúpula sindical por lo acordado. “Hay malestar entre los trabajadores porque el acuerdo alcanzado en realidad es del 27 por ciento, porque hay que decir las cosas como son: eso es lo que van a recibir los laburantes en su bolsillo. Además, el arreglo no tiene nada que ver con la inflación, que el año pasado fue cerca del 30 por ciento y este año se pronostica en alrededor de un 40 por ciento”, criticó el delegado de la Línea B. Dellecarbonara atacó a Pianelli y a sus compañeros por su cercanía con el kirchnerismo y los acusó de poner al gremio al servicio del Gobierno nacional de Cristina Fernández. “Aceptan los topes salariales que imponen los K”, se quejó el delegado sindical.

“Dellecarbonara fue candidato a legislador en las últimas elecciones legislativas de 2013 y a partir de allí todas sus palabras están teñidas por sus aspiraciones y conveniencias políticas”, le manifestó a NU un hombre cercano a la dirigencia de los metrodelegados, quien no pasó por alto el ataque del dirigente del PTS.

Ante este cuadro de situación y frente a los posibles conflictos que podrían afectar el normal funcionamiento del servicio de pasajeros, Noticias Urbanas requirió la opinión de Metrovías y de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (Sbase). “Metrovías negoció un aumento del 32 por ciento con la UTA, que es el único gremio que tiene personería jurídica y es reconocida por el Ministerio de Trabajo de la Nación”, fueron las escuetas palabras de un vocero de la concesionaria, quien se limitó a responder ante la pregunta de este medio. Por su parte, los representantes de Sbase manifestaron que no tenían ninguna declaración que hacer con respecto al tema de las paritarias y la interna sindical, ya que esto era un tema que le correspondía a Metrovías.

En vista de los acontecimientos y de la creciente pelea sindical entre ambos sectores, nadie se arriesga a pronosticar en qué terminará el conflicto de poderes entre dos grupos que tienen inclinaciones políticas diametralmente opuestas. Por ende, nadie sabe cómo afectará esta pelea el servicio si se vuelven a producir medidas de fuerza. Aunque ni el mayor de los optimistas podría asegurar que de tal confrontación puede resultar algún ganador que satisfaga al Gobierno porteño. Porque si negociar con la Agtsyp era ya de por sí difícil, más difícil lo será si a la serpiente le siguen saliendo cabezas.

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