Contigo, asado, pan y cebolla

Contigo, asado, pan y cebolla

Los trabajadores de Alé Alé recuperaron su fuente de trabajo tras la fuga de los empleadores. Los dueños del inmueble se niegan a negociar un alquiler. A pesar de la orden de desalojo, siguen allí.


Además de las buenas carnes, en Alé Alé, la parrilla de Villa Crespo devenida en cooperativa gastronómica desde enero, lo que sobran son las ristras de ajo. Es que lo que sobra, dicen los mismos trabajadores, cada uno de los 40 que la componen, es la esperanza. Y la necesidad de protección. Andrés Toledo, su presidente, cuenta que todavía no pueden creer la convocatoria que tuvo la cena de solidaridad del último lunes, en la que NU estuvo presente, ocasión en la que, por un menú de 80 pesos que incluía entrada, asado, ensalada libre, una bebida y ensalada de fruta de postre, 500 personas brindaron su apoyo a la causa. Antes de las 9 de la noche ya estaban repletos los dos pisos de Estado de Israel 4503, y los mozos, pese a cargar más días sin dormir que bandejas, ofrecían menú, sonrisa y estado del asunto: que por estas horas viven una tregua parcial, mientras los exempleadores, Sergio Lipovich y Jorge Andino, estudian la iniciativa de alquiler. Y quedó gente afuera.

Sucede que se venía viviendo una semana tensa, sobre todo en la madrugada del mismo lunes. Antes de que los gallos cantaran, la Policía Metropolitana había vallado el lugar: no hacía falta ser un cráneo para darse cuenta de que estaba con la orden de desalojo bajo los dientes. La patronal, denunciada por los trabajadores por llevar a cabo maniobras de vaciamiento que se produjeron a fines del año pasado, no quería saber nada con alquilarles el local. En esa esquina, mucho tufo a negocio inmobiliario. “La orden de desalojo es de hace un año y desde entonces estamos intentando llegar a un acuerdo. Nuestra situación es preocupante, y conocemos los antecedentes de la PM. Es inminente el desalojo y creemos que puede darse a principios de diciembre. No queremos un Borda más”, declaraba Toledo, quien junto a sus compañeros en ese momento esperaban que Martín Christiello, titular del Juzgado Civil 103, desistiera de la medida y convocara a las partes para lograr una negociación pacífica, ya que desde el inicio del conflicto los dueños del inmueble se negaron a firmar un contrato de alquiler con la cooperativa.

Finalmente, el desalojo no se concretó. Pasaron las asambleas hacia dentro de la cooperativa y también hacia fuera, junto a sus pares autogestionados nucleados en la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta), en la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT), la Federación de Cooperativas de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y Cooperar. Pasaron las conferencias de prensa con el aval de diputados nacionales, legisladores y comuneros, autoridades del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), organizaciones gremiales y sociales, partidos políticos y clientes y vecinos que se solidarizaron con el proyecto desde el primer día.

“No queremos llegar a una instancia en que la Metropolitana entre violentamente porque queremos dialogar. Los trabajadores planteamos llegar a un acuerdo con los dueños del inmueble para lograr un contrato de alquiler por un tiempo razonable, que nos permita reunir el dinero para buscar un nuevo inmueble donde instalar el restaurante recuperado”, expresaba Toledo, tras la jornada solidaria que demostró que, en casi un año se servicio, Alé Alé Cooperativa pudo duplicar y hasta triplicar en ocasiones su clientela. “Pasamos de 4.000 servicios de mesa mensuales a 9.000”, cuenta orgulloso el miembro de la Cooperativa Alé Alé, quien trabajó cinco años en la parrilla nacida en 1998. Hasta que en diciembre, la costumbre de pagar de a puchitos se convirtió en la tragedia de siete meses de atraso salarial.

“Viví en Villa Crespo durante 12 años, a cinco cuadras del restaurante. Muchísimas veces cené en familia, celebrando acontecimientos. Alé Alé es un lugar muy frecuentado por mí en una etapa de mi vida. Ahora deseo que estos trabajadores puedan superar esta etapa”, refiere Elisa Nasi. Analía Argento, por su parte, relató a NU: “Yo viví hermosos momentos en esa parrilla y en la de los compañeros de la misma cadena. Siempre se comió bien, barato y con buena atención. Ojalá todo esto se solucione”. Analía habla, además de Alé Alé, de Los Chanchitos (Ángel Gallardo 601), Don Battaglia (Scalabrini Ortiz 802), Mangiata (Ángel Gallardo 1008) y La Soleada (Monroe 1800), locales que tuvieron el mismo destino que la cooperativa de Estado de Israel al 4500 pero que ya tienen firmado el contrato de alquiler. Pequeña diferencia. ¿Los comensales? Chochos. Basta chusmear cualquier guía gastronómica online para confirmarlo.

“Esta semana tuvimos dos acercamientos, en el ámbito del Congreso, facilitados por el diputado nacional Andrés ‘el Cuervo’ Larroque. Los dueños están evaluando la propuesta de alquilarnos el local hasta el 31 de julio, así tenemos tiempo de juntar recursos para mudarnos. Se comprometieron a estudiar seriamente la oferta. Si aceptan, podríamos mudarnos con el apoyo del Inaes y del Ministerio de Trabajo, que se encargarían del costo de las llaves y el traslado. Lo único que queremos, bajo cualquier punto de vista, es preservar la fuente laboral. No somos 40 trabajadores: somos 40 familias. Entre lunes y martes nos van a dar una respuesta. Esperemos que sea positiva”, expresa Toledo, quien supo googlear sobre experiencias de empresas recuperadas, tomar aire cuando el gremio les dio la espalda –o el cachetazo de sacar en cara deudas patronales– y convencerse de que los negros –así los denomina la jerga explotadora– iban a poder durar más que unos pocos meses. Se trató, sin más, de convencerse y convencer al resto. Ni ellos pueden creer hasta dónde llegaron.

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