Con el apoyo de algunos gobernadores peronistas, se logró aprobar el Presupuesto

Con el apoyo de algunos gobernadores peronistas, se logró aprobar el Presupuesto

El peronismo federal votó dividido, pero gracias a esos votos Cambiemos logró la media sanción. El massismo y el kirchnerismo lo rechazaron.


Fue otra día de furia tanto dentro como fuera del Congreso. Afuera hubo destrozos, incidentes y represión y adentro, en el recinto, algunos legisladores casi se van a las manos. Esa sería la crónica de las casi 18 horas en que se debatió el Presupuesto. El otro dato clave fue que gracias al apoyo de alguynos gobernadores peronistas se logró aprobar un Presupuesto cargado de recortas y en sintonía con lo que pide el FMI.

El peronismo federal terminó votando dividio pero fue clave para aprobar la ley de leyes. De esa manera, se le dio media sanción y ahora deberá ser tratado en el Senado. Fue por 138 votos afirmativos contra 103 negativos y 8 abstenciones. 

El Presupuesto 2019, contempla un fuerte recorte del 30 por ciento para obras públicas y un ajuste severo en las cuentas públicas, con el objetivo de lograr el déficit fiscal primario cero, un requisito del FMI.

A las 5.46, luego de más de 18 horas de sesión, la pantalla del recinto marcó 138 votos afirmativos, 103 negativos y 8 abstenciones. En un final escandaloso, el FpV se levantó de sus bancas y dejó el recinto luego de que el titular de la Cámara, Emilio Monzó, hizo lugar a una moción de orden del diputado Luciano Laspina de aprobar en particular la ley en una sola votación. Tras la propuesta de Laspina, Monzó no le dio la palabra al kirchnerista Axel Kicillof, defendiendo que era “moción de orden” y se pasaba a votar, y citó “el criterio” del ex titular de la Cámara durante la última etapa del cristinismo, Julián Domínguez. Los K se levantaron entre gritos y acusaciones de “tramposo” a Monzó, y se fueron del recinto, pero no los siguieron ni el massismo ni la izquierda.

Los 138 votos afirmativos se consolidaron con los del interbloque Cambiemos, de Argentina Federal y fuerzas provinciales, consecuencia del acuerdo que la Rosada tejió con gobernadores opositores en el nuevo Consenso Fiscal -también votado esta madrugada y que posterga la rebaja de impuestos que se había establecido el año pasado-, para que las provincias puedan compensar parte de los recortes que sufren en el Presupuesto, ante la eliminación del Fondo Sojero y las quitas de subsidios al transporte y a la tarifa social eléctrica.

Con el rechazo del Frente para la Victoria, el Frente Renovador, el Movimiento Evita, el flamante bloque de ex massistas que lidera Felipe Solá, y la Izquierda, este Presupuesto resultó el menos votado de la era Macri. El de 2017 había tenido 177 votos a favor (58 en contra y 4 abstenciones) y el de 2018, 165 (64 en contra y 1 abstención).

En los discursos de cierre, Graciela Camaño, jefa del bloque renovador, fustigó al Gobierno y a los K: “Se termina el marketing político de los consultores caros, nunca hubo lluvia de inversiones, el gradualismo pasó sin pena ni gloria, nunca convergieron las variables y formó parte del relato de Macri que intenta centrar el origen de todos los males pasados en el gobierno anterior”. Pero Camaño sostuvo en alusión a los K que “nadie puede erigirse en fiscal de nada. En 2010 fue escandalosa la operación del oficialismo para lograr los votos de la oposición al Presupuesto”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pablo Kosiner, jefe del interbloque de Argentina Federal, justificó en cambio el apoyo de una porción de sus 33 diputados. Sostuvo que “el diagnóstico justifica el voto de rechazo pero el día después, no implica que no tengamos presupuesto”. Enumeró “logros” en la negociación, como la eliminación del artículo 53 que pretendía el Gobierno para “reestructurar” deuda pública según “condiciones del mercado”, hasta la creación de un fondo compensador ante la quita de subsidios al transporte.

El radical Mario Negri fue el último en hablar, muy picante. Les dijo en distintos tramos a los K que dejaron 30 por ciento de pobreza, que eran “socios de Venezuela” que si seguían “nos hubieran dejado forfai”. Los trató de “seudorevolucionarios” y al gobierno K de “populismo cleptocrático”. Hubo revulsión en la bancada kirchnerista, que anticipó el abandono del final.

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