Alicia Pierini: “El pueblo votó tres opciones”

Alicia Pierini: “El pueblo votó tres opciones”

Nota de opinión


La elección del 25 de octubre mostró un mapa no previsto. No imaginamos que la sociedad se reconstruiría en tres tercios desiguales, pero que sumados cubren el 92,53 por ciento del electorado.

Quizá sea una rebelión contra la doctrina de la bipolaridad, la política del “ellos o nosotros”. Ahora somos todos partidos en tres.

Y también ahora la ley electoral nos obliga a elegir a uno de los dos tercios mayoritarios. Se hace inevitable confrontar.

De nuestra vocación de asumir que “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”, volveremos a Von Clausewitz, que planteó que “la política es la guerra por otros medios”, para recién después del 22 de noviembre recuperar el espíritu fraterno de la democracia. Ojalá.

Aunque todo indica que hasta el 22, dos de los tres tercios exaltarán sus diferencias, hasta condimentadas con salsa de desprecios. Cada uno, alegando ser todo el bien y acusando al otro-adversario de ser todo el mal, en espejo. El balotaje obliga a optar con mente binaria.

Las urnas mostraron otra realidad: una sociedad compleja que se encolumnó en tres opciones. No en dos ni en diez, ni mucho menos en una sola.

La historia y la reflexión política pueden darnos otra luz. Una estrategia debe ser coherente con el fruto que se quiere conseguir. Una estrategia política reconoce raíces, diagnostica el presente y prepara el futuro.

Si el fruto a conseguir es el Bien Común y construir el país para que sea la Casa de Todos, la estrategia no puede ser de batalla, con candidatos en un ring y los tres sectores sociales en desencuentro.

El Bien Común es una utopía que requiere fecundar acuerdos estratégicos, aceptar la negociación inteligente, sin soberbias, donde una mitad no excluya a la otra, ni un tercio a los otros dos, ni los dos primeros al que quedó afuera. ¿O vamos a jugar al tute cabrero con el país?

Los acuerdos o pactos construyen paz y diseñan futuro, aunque sean denostados por los que juegan desde el narcisismo o la extorsión. Muchos creen que la política sigue siendo lucha (la que fue válida contra las dictaduras), pero en democracia la política es diálogo y encuentro para construir paz, desarrollo y justicia social.

Recordemos la exitosa reforma constitucional en 1994: ¿acaso no había intereses diferentes entre el PJ y la UCR? Sí que los había, y muchos, pero también hubo voluntad para dialogar con respeto mutuo y sin extorsión. ¿Acaso el tercer espacio (el Frente Grande) ahorró críticas? No, denostó duramente el pacto de Olivos, pero no fue mezquino y participó activamente, aun sin abdicar nada. Hubo comprensión, sobre la marcha, de que se estaba pariendo una nueva Constitución, moderna, con derechos humanos, mirada ecológica y nuevos institutos de garantía. Y por ello hubo acuerdos sobre lo esencial. Los tres grandes bloques arrastraron a los chicos y sólo quedó afuera, por propia decisión, la derecha irreductible (Bussi).

La de 1994 es la única Constitución Nacional que fue jurada por unanimidad. El expresidente Alfonsín, al agradecer al entonces presidente Menem, resumió esa gesta en una frase: “Esta reforma es un triunfo de la democracia”. Eso tampoco fue magia: fue el fruto de los acuerdos políticos y la inteligente conciliación de intereses. La democracia creció porque el todo es superior a sus partes.

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