Mansplaining: la reacción machista de Pinedo frente a Lospennato

Mansplaining: la reacción machista de Pinedo frente a Lospennato

¿Cuáles son los límites para discutir entre varones y mujeres? Enterate cuándo, dónde y cómo actúan las cuestiones de género.


Federico Pinedo es el presidente provisional del Senado en la actualidad y fue diputado del Pro en el 2010, cuando la lucha por la diversidad logró igual derechos entre todas las personas de nuestro país. En esa ocasión, Pinedo votó en contra del Matrimonio Igualitario en 2010 porque no le parecía que dos personas autopercibidas bajo la misma construcción social de género sean capaces de criar niñxs. Sin embargo, ocho años después, en pleno debate por la Interrupción Voluntaria del Embarazo, considera que una chica de 10 años, violada por un pariente, es capaz de ejercer la maternidad, un rol impuesto para toda su vida y que, según la Organización Mundial de la Salud, tiene más del 50% de posibilidades perder esa gestación y poner en riesgo su salud, por su precario desarrollo tanto físico como psicológico.

Pero Pinedo, además, entiende que las mujeres no son “capaces” ni siquiera de opinar por Twitter. Eso sucedió este último fin de semana, cuando se burló de un tuit de la diputada del Pro Silvia Lospennato quien citó a la reconocida jurista Aida Kemelmajer de Carlucci y su nota sobre “los argumentos falaces contra la legalización del aborto”. Y aclaró “no se puede engañar a todos, todo el tiempo”.

Federico Pinedo, por su parte, consideró necesario aleccionar a Lospennato. Le exigió “bajar un cambio”.

¿Qué significa aleccionar? Significa “Dar instrucciones a alguien sobre cómo tiene que comportarse u obrar“. La pregunta por excelencia que sigue es:

¿Por qué Federico Pinedo le tiene que dar instrucciones por Twitter a Silvia Lospennato sobre el debate del que ella ya participó el anterior 13 de junio durante 24 horas? 

Porque puede. Ese es el concepto central de todas las cuestiones de género. Varones y mujeres pueden discutir, debatir y hasta incluso agredirse y chicanearse. El problema es cuando se juegan las cuestiones de género en los discursos, donde el varón (que es un género construido socialmente sobre los conceptos: blanco, privilegio, heterosexual) impone su poder sobre la mujer (género construido socialmente con menos acceso a la educación, trabajo remunerado y derechos limitados). Al revés jamás podría darse, la mujer no tiene ningún poder para imponer; simplemente, no puede disputarle sus privilegios porque no está parada en el mismo lugar que un varón.

La idea de aleccionar mujeres es de toda la sociedad. La sociedad es machista, patriarcal, y sostiene la desigualdad entre los géneros. Por eso en los delitos sexuales contra las mujeres, no se trata de un varón “enfermo” con “deseos” sexuales, sino de imponer poder sobre el cuerpo de la mujer, a la que llaman “puta” cada vez que se considere que está “corrida” o “lejos” del deseo del hombre, si bien nunca recibió remuneración alguna por esto en toda su vida.

En los micromachismos o terrorismo blando, como le dicen algunxs, también se manifiestan las cuestiones de género. Son espacios muy naturalizados y, por tanto, más invisibles. Además, estamos hablando de prácticas legitimadas por el entorno social, en contraste con otras formas de violencia machista denunciadas y condenadas habitualmente.

Un micromachismo muy conocido es el Mansplaining y que viene al caso porque es, en parte, lo que hizo Pinedo con Lospennato. 

Empieza con una frase del tipo: “Yo te explico…”, o en su variante más amable: “Dejame que te explique…”. A veces, toma la forma de una interrupción abrupta.

El término mansplaining (una palabra compuesta por la unión de “man” y “explaining”; en español, “varón” y “explicando”) refiere al hábito de algunos hombres de explicar temas de toda índole a una mujer sin considerar el conocimiento previo del tema que puede tener o incluso si se trata de un asunto en el que ella puede ser una experta. Este último punto es esencial para distinguir este hábito de otras situaciones similares.

Está movido por una pretensión paternalista que expone la relación desigual de poder entre los géneros: la mujer siempre fue, en la historia, hija de su padre o esposa de su marido. Como dice Engels, la familia es la relación de propiedad más naturalizada que tiene el hombre.

La inspiración para esta expresión se atribuye al libro “Los hombres me explican cosas”, del 2014, de la escritora norteamericana Rebecca Solnit. Luego de varias experiencias similares, la autora reunió en esta publicación una serie de anécdotas en las que hombres intentaban explicarle cosas de toda naturaleza, incluso (aunque resulte casi increíble) sus propios libros.

Mansplaining, que puede traducirse como “explicación de varón”, esas exposiciones signadas por la sensación de autoridad que tienen los hombres al hablar, básicamente porque tienen un mundo entero validando sus palabras.

Esto está relacionado con la idea de que el hombre es el ser superior y también con un entendimiento de la seducción. La mujer que es seductora es la que se hace la tonta, la que no sabe ni dónde queda la Argentina en el mapa. Es la idea de que la mujer ignorante es sexy y que, a la inversa, el hombre sexy es el culto, el que sabe todo.

Se ve mucho ahora con esta irrupción del feminismo, muchos varones tratando de explicarnos qué es ser mujer, cómo luchar por nuestros derechos, cómo ser madre. Es Daddy Brieva diciendo “soy más feminista que mi mujer”.

Es Luli Salazar, por ejemplo, que  tuiteó: ” FMI es “pan para hoy y hambre para mañana”, y la mataron a críticas porque “qué se hace la economista”. Millones de mensajes explicándole que era una “burra” que no entendía lo que estaba diciendo. Esa “suposición” de que no entiende es el mansplaining.

Las cuestiones de género actúan todo el tiempo. La clave está en identificarlas. Y vos, ¿de qué lado vas a estar?

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