Las consecuencias de una decisión polémica en la Policía de la Ciudad

Las consecuencias de una decisión polémica en la Policía de la Ciudad

Jorge Rodríguez fue asesor del Ministerio de Seguridad y dialogó con NU acerca del malestar que causó en el cuerpo de efectivos la medida de no criticar a la Policía de la Ciudad a través de Internet.


Los hombres que manejan armas tienen códigos distintos al resto de los mortales. “A mí me tienen que matar de bala y no de miedo… de 30 balazos en el semáforo, como tiene que morir un mafioso”, escupió en tono amenazante y bravucón Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, uno de los sicarios de Pablo Escobar Gaviria. Esos códigos, muchas veces, se dan de bruces con el accionar de los políticos a cargo de las fuerzas de seguridad.

En su sitio web, Noticias Urbanas dio a conocer una primicia acerca de una resolución de la Jefatura de la Policía de la Ciudad en la que se sancionará a todo efectivo que “afecte el prestigio” de la fuerza en “redes sociales o sitios de internet”.

El texto emitido por la superioridad de la fuerza dice lo siguiente: “Todo el personal con o sin estado policial, en servicio o fuera de él, de la Policía de la Ciudad, que realice publicaciones en redes sociales o sitios de internet que puedan afectar el prestigio de la institución, podrá acarrear sanciones administrativas. Por otro lado, las disconformidades o reclamo de cualquier índole deberán ser canalizadas por la vía administrativa correspondiente y no expresados en plataformas de acceso público, ya que implican actitudes indecorosas que desprestigian a las fuerzas de la que son parte, y que también pueden ser motivo de sanciones administrativas, publicar imágenes vistiendo uniforme o lucirse en poder de elementos que le pertenecen a la Policía de la Ciudad, porque podría ser considerado un indebido uso del equipo oficial asignado”.

El malestar que provocó en los efectivos la orden de la jefatura de la Policía porteña no se hizo esperar. Los comentarios negativos se multiplicaron a través de las redes sociales. Uno de los mensajes fue contundente a la hora de expresar su disconformidad: “Como siempre quieren cortar la libertad de expresión, es una vergüenza que no haya igualdad ante la ley de manifestarse y reclamar. He mandado reclamos vía e-mail y jamás me respondieron. Mande mensajes a esta y aquella dirección y nadie te da una solución. Una vergüenza lo que hacen, les quedó muy grande el traspaso. Hay menos personal que hace siete años”.

La contundencia del mensaje no deja lugar a segundas interpretaciones. Algunos pensaron en iniciar acciones legales contra la superioridad por este tema, basándose en el derecho a libre expresión.

Pero, lamentablemente, esta disconformidad no solo se manifiesta en las redes sociales. Hay un dato preocupante: tanto en la Ciudad como en el Conurbano, los hechos de inseguridad crecieron. Pese a que hay múltiples razones que expliquen el aumento del delito, hay uno que tiene que ver con el malestar reinante en las fuerzas de seguridad. Varios efectivos de la Policía Federal que fueron traspasados a la Policía de la Ciudad se lo confirmaron a Noticias Urbanas. “Se trabaja a media máquina y no es casualidad que aumenten los hechos delictivos. El traspaso generó mucho rechazo en la Federal y hay muchos traspasados que demuestran su enojo trabajando con desgano”, dijeron las fuentes consultadas.

A eso se suma el terremoto que provocó la causa judicial que mantiene detenido al exjefe de la Policía de la Ciudad, José Pedro Potocar, que renunció a su cargo el último viernes. Por ahora, el secretario de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, está a cargo de la fuerza, pero la presencia de un civil al frente de la Policía no es algo del agrado de los uniformados.

Jorge Rodríguez fue asesor del Ministerio de Seguridad en la época de Nilda Garré y dialogó con Noticias Urbanas. Sus afirmaciones acerca de lo que está ocurriendo en la Policía son preocupantes.

“El 80 o 90 por ciento de los ex policías federales que están en comisarías están casi en estado de rebelión, ya que no se bancan haber sido sacados de la Federal; esta cuestión va mucho más allá de la plata –les aumentaron algo pero pierden al no poder hacer adicionales ni prevencionales– y tiene que ver con una cuestión de pertenencia, por eso sienten el traspaso como una despromoción”, aseguró Rodríguez.

El exasesor ministerial va un paso más allá al explicar la situación que viven los titulares de las comisarías que fueron traspasados a la Ciudad. “Los comisarios a cargo de las comisarías porteñas son las mismas pústulas de la Federal, y se están rompiendo la cabeza para reinventar sus cajas recaudatorias, máxime considerando que supuestamente les desarmaron sus brigadas, que más que de investigaciones eran brigadas comerciales. No obstante, las comisarías tipificadas como más corruptas (8ª, 16ª, 18ª, 7ª, 9ª, 28ª o 44ª, entre otras), aunque a una escala levemente inferior, continúan robando a cuatro manos”, acusó Rodríguez.

La caída de Potocar provocó un cimbronazo dentro de la Policía de la Ciudad. Según Rodríguez, “están todas las cadenas de mando rotas, especialmente luego de que Potocar cayera detenido, y no solo en las comisarías, el ex personal del Departamento de Operaciones Urbanas de Contención y Actividades Deportivas (Doucad) está que trina a los cuatro vientos”.

Lo que más preocupa a Rodríguez es el aumento de la inseguridad. “En los últimos meses se han incrementado sideralmente los robos y hurtos de baja inteligencia criminal, tales como robo de autos u otras autopartes, apliques de puertas de calles o luces exteriores, como si alguien les hubiera dado manija a esos pobres rateros. Cuestión similar ocurre con la venta de estupefacientes, que se supone que constituyen un delito federal y que según falsos conceptos, estaría fuera del ámbito de Policía de la Ciudad, cuando en realidad deben intervenir, detener y remitir a la Justicia federal”, explicó el exasesor.

Los datos son concretos y duros. Por eso, cualquier mala decisión que tomen los políticos encargados del área de seguridad repercutirá en la calle y, generalmente, de la peor manera. Por eso sería bueno que políticos y policías traten de entender ciertos códigos no escritos, cuyo conocimiento es fundamental a la hora de manejar la seguridad urbana.

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