Lammens se cuela entre Larreta y Lousteau

Lammens se cuela entre Larreta y Lousteau

Por Fernando Riva Zucchelli


La realidad política de la Ciudad de Buenos Aires tiene aristas más filosas de lo que presagiaba la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. Nació a fin del pasado año, a la sombra de los escenarios gigantes de la Nación y la Provincia, que se sumaron a la armada del “Yellow Submarine” y, desde ese lugar conocido tras ocho años de gestión, estuvo fuera de la lupa mediática durante un año, hasta que la situación se empezó a agitar tanto puertas adentro como, sobre todo, puertas afuera.

Ya está saldada la discusión acerca de la pertenencia política de Martín Lousteau, resultado de su doble rol de titular de la embajada más importante de Cambiemos en el mundo, la de Washington, con su actividad opositora al Pro en la Ciudad. Aquí camina Buenos Aires sin los aliados que lo llevaron al país del Norte. Franq Quintana, el jefe legislativo del Pro lo tildó lisa y llanamente de “opositor”. Lo de Lousteau  en política se denomina “un chino” total.

De todos modos, en el Pro ya no les prestan tanta atención a los milimétricos movimientos del enrulado embajador, que sacude la modorra con sus tertulias radicales, que se producen cada dos meses en la Ciudad. La jugada del Pro de avanzar en la integración de un casi-Cambiemos, sumando a la Coalición Cívica a la propuesta gobernante para el medio término de 2017, promete un interbloque legislativo más o menos fuerte (hablan de un número de 13 nuevos: 10 amarillos y tres de la CC) y algún ministerio del Ejecutivo para los seguidores de Elisa Carrió. Esto se sustenta en la candidatura a diputada por la Ciudad de Buenos Aires de Lilita, algo que estaría cerca de concretarse según todas las fuentes consultadas. Diego Santilli, el tercer hombre, mira de reojo la movida.

De este modo, los radicales, principales turbinas para el vuelo de Lousteau, correrían el peligro de quedarse –junto al socialismo de Roy Cortina– con el paquete accionario del embajador. Ellos no consideran que sea una buena idea jugar al diplomático con Lilita enfrente. Por eso, las dudas se despejarán antes del lado del oficialismo que en este último espacio –subsidiario en el esquema–, si finalmente esta fuera la situación resultante.

Por su parte, el peronismo en su versión Frente para la Victoria no logra dar el salto cualitativo necesario. Se junta sin muchas propuestas alternativas, mientras digiere la derrota de Cristina que, como en todos lados, pobló las listas porteñas con gente de La Cámpora, con Carlos Tomada a la cabeza. Víctor Santa María, que pretende sumar por cualquier lado alguna realidad que les lave la cara, sufrió en noviembre la escisión de un sector importante del peronismo agrupado en el Nuevo Espacio de Participación, que conduce Juan Manuel Olmos. Parece imposible para todos ellos generar una opción para este 2017, no hay tiempo ni consensos claros para una unidad competitiva. Cada uno terminará asegurando los lugares imprescindibles en las listas de sus respectivos armados.

Pero no son estas todas las figuras (ni los espacios) que acaparan la potencialidad de un triunfo dentro de tres años en la Ciudad de Buenos Aires. El presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, es la “figurita difícil” que ya sondearon desde todos los sectores políticos del distrito. De 35 años, pero con varias batallas en el cuerpo, quienes lo conocen dicen que, a pesar de la buena relación que posee, nunca iría con el Pro. Lo imaginan más frentista, progresista, y ese es el espacio exacto que le está faltando al escenario porteño. Ya se mueve este barco, pero no tocará puerto en 2017. Va hacia ese lugar en la puerta del cielo que Lousteau no pudo pasar, pero él lo ve como la Vuelta a Boedo. Posible.

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