El día que Roncaglia renunció, Bullrich tambaleó y Macri no la aceptó

El día que Roncaglia renunció, Bullrich tambaleó y Macri no la aceptó

NU revela lo que sucedió una semana después del enfrentamiento en Avellaneda. La salida de Roncaglia y la intervención de Macri para parar el descontento en la PFA.


Las consecuencias de una balacera son rojas como la sangre de un policial negro barato. Y como confesó un personaje de una película, los límites a veces son difusos: “Cuando tenía tu edad me decían que uno se hace policía o criminal. Hoy en día lo que digo es esto: cuando enfrentas un arma cargada… ¿Cuál es la diferencia?”.

La honestidad es tan brutal como las consecuencias que trajo la balacera en Avellaneda entre policías federales y bonaerenses, que provocó la muerte de un comisario de la Bonaerense y dos heridos en la Federal. El hecho ocurrido el viernes 29 de marzo fue la gota que rebalsó el vaso. Exactamente una semana después, el viernes 5 de abril, el jefe de la Policía Federal, comisario general Néstor Roncaglia, le presentó su renuncia a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich. La sorpresa de la ministra hizo que le dijera al policía que ella no podía decidir su futuro y que debía llamar al presidente Mauricio Macri.

La respuesta de Macri fue tajante. No le aceptó la renuncia a a Rongalia. La salida del jefe hubiera provocado un sismo en la fuerza y le hubiera sumado al Gobierno un nuevo problema político, luego de los papelones protagonizados por Bullrich con los artistas chilenos, a los que se detuvo por presunto terrorismo y a la deportación de varios jugadores del equipo de fútbol de salón de Paquistán. “Va a quedar como que renunció por eso”, le dijo a este medio un político de Cambiemos.

El viernes 5 de abril, el jefe de la Policía Federal, comisario general Néstor Roncaglia, le presentó la renuncia a Bullrich

A eso se sumaba otro grave problema: Bullrich no tenía reemplazante. El único que podía sustituir a Roncaglia era el Superintendente de Agencias y Delegaciones Federales, comisario mayor Daniel Battini, mano derecha de Roncaglia. Sin embargo, Battini fue contundente: “Si se va Roncaglia, yo también me voy”, con lo cual Bullrich no tenía a quien nombrar, porque era necesario dejar a un policía de la línea de Roncaglia que respondiera al Gobierno, no se podía improvisar en pleno año electoral y con la calle cada vez más ocupada por los reclamos sociales.

El problema es que Roncaglia tenía que poner la cara frente a la tropa y justificar las promesas incumplidas que hizo Bullrich de transformar, modernizar y hasta convertir a la Federal en una especie de FBI, luego del traspaso de la policía a la Ciudad. Además, el experimentado jefe cree que la policía, a medida que la elección presidencial se acerque y el conflicto social aumente, al igual que la crisis económica, el poder político le pedirá que reprima y él no lo piensa llevar a cabo. El antecedente del 2001 todavía está fresco. A eso se suma que la tropa también podría rebelarse y no acatar esas órdenes nacidas desde la política.

Ante esa situación, a Bullrich no le quedó otra que hacerle nuevas promesas a Roncaglia para que no se vaya. “Le prometió sutilezas, mejoras que se irán dando de a poco”, le dijo a NU un comisario de la PFA.

La balacera de Avellaneda fue el detonante, pero Roncaglia no renunció solo por eso. El mar de fondo que llegaba de arrastre era tan intenso como el ruido estruendoso que hacen los disparos de bala cuando se alocan y salen disparadas en cualquier dirección.

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