Una banca de senador muy codiciada

Una banca de senador muy codiciada


El timing, esa virtud de que se alineen las oportunidades con las circunstancias, es clave en la política. Solamente los tiempistas, como algunos llaman a esos estrategas del tiempo, son los que llegan a alcanzar sus objetivos, tarde o temprano.

Parece que esos habilidosos están de parabienes si están dispuestos a jugar fuerte en la política de la provincia de Buenos Aires. Justo en 2017, el mayor distrito del país, que suele catapultar o hundir a presidenciables, renueva sus tres bancas de senadores, dos por la mayoría y una por la minoría. Para mejor, en las primeras elecciones intermedias de un gobierno no peronista que viene de ajustar la economía.

Esta situación muy peculiar ha disparado en forma demasiado anticipada –teniendo en cuenta los problemas reales que enfrenta el país y especialmente la Provincia– los tironeos por perfilarse como el cabeza de lista para la senaduría, que además implica seis años de alta exposición asegurada.

Desde el peronismo no kirchnerista, o exkirchnerista (hoy por hoy son pocos los intendentes o referentes que quieren mantener esa etiqueta, los dos más visibles son Jorge Ferraresi y Patricio Mussi), incrementaron la búsqueda de contactos con Sergio Massa, líder en las encuestas bonaerenses.

Especialmente desde ese sector que nuclea a Fernando Espinoza y Martín Insaurralde, como los dos operadores más motivados, miran con desconfianza a Florencio Randazzo y aguardan gestos del tigrense para saber si una alianza es posible con el único apellido que no está ligado a Cristina Kirchner (al menos, para buena parte de su electorado).

Según una encuesta producida por la consultora Hugo Haime y Asociados (muy ligada al peronismo y al sciolismo), si los comicios fueran hoy, las bancas irían para Massa y su compañero de binomio y para Daniel Scioli, ambos casi en un virtual empate de 26 por ciento. El tercer lugar resulta casi otro empate entre Florencio Randazzo y Elisa Carrió, la dirigente no peronista con mayor intención de voto. Jorge Macri figura muy lejos.

El universo de esta encuesta, vale aclarar, fue solamente el Conurbano bonaerense, por lo que el 30 por ciento restante del electorado provincial, mucho más proclive a Cambiemos, no está considerado. Otro factor a tener en cuenta es que nadie en el sondeo tiene mayor tendencia al alza que la jefa de la Coalición Cívica: de mayo a junio subió 40 por ciento su intención de voto, impulsada por el clima (y solo clima) de mani pulite.

“La verdad es que no le estoy prestando atención al tema partidario. Hay mucho quilombo”, le respondió Massa a un interlocutor de su equipo, que le comentaba el ronroneo pejotista a favor de él. Aunque es poco creíble que no esté pensando en 2017 y en cómo estructurar su armado, sí es cierto que el diputado ha cambiado la estrategia. En el FR está prohibido ir y sacarse una foto con un extrapartidario y exhibir su incorporación como una pieza de caza. Esa etapa, que tanto daño le causó y lo desbarrancó, está concluida.

Massa se quiere abocar a mostrar que trabaja para las pymes, desde lo legislativo y desde lo gestual (viene recorriendo pequeñas empresas del Conurbano, sin dirigentes y solo con su prensa oficial), y sumarse a la ola por la Ley del Arrepentido, algo que él reclamó durante la campaña.

Por su parte, en la última reunión del Foro de Cambiemos que tuvo lugar en su propio distrito, Jorge Macri mostró el apoyo con el que cuenta de parte de los intendentes. “El candidato es la gestión; si vos hacés una buena gestión, la gente te lo va a reconocer”, dijo ante la prensa. Imposible no recordar el eslogan “El candidato es el proyecto” que repetía La Cámpora como síntoma de no tener un candidato propio a presidente. Algo similar es la situación con Jorge Macri. No hay un postulante del Pro puro que parezca que pueda arraigar lo suficiente como para enfrentar al peronismo. Carrió, mucho más experimentada y mediática, se limita a anunciar que “está dedicada a luchar contra las mafias y el narcotráfico”. Hace guiños a la gobernadora Vidal y vive su luna de miel con los sondeos de imagen, que le dan la mejor positiva desde 2007. Pero tampoco parece alcanzar si la situación económica no mejora. El peligro del peor de los mundos, que el peronismo se quede con las tres bancas, promete seguir vigente un largo tiempo.

De la Torre, híbrido

El intendente de San Miguel tiene decidido irse del massismo, como ya se explicó desde esta columna semanas pasadas. La novedad es que él no quiere que se sepa. Por motivos poco claros, quiere estirar la letanía hasta fin de año o más, según informaron desde su entorno más íntimo.

Al parecer, el Ministerio de la Producción bonaerense que algunos le prometieron no estaría tan disponible y al alcance de la mano como él suponía. Tampoco quiere exhibirse en un proceso histérico al estilo Insaurralde-Massa versión 2014. Esta situación de hibridez parece satisfacerle, aunque sume rencor desde las filas massistas, pero por lo bajo: nadie quiere ver cristalizada una nueva fuga.

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