Mujeres políticas: ahora, la democracia de la paridad

Mujeres políticas: ahora, la democracia de la paridad


Después de 23 años de la implementación del cupo femenino en las listas electorales puede decirse que ha llegado la hora de la paridad en la representación política, es decir 50 por ciento de mujeres y 50 por ciento de varones en las nóminas electivas, en los cargos ejecutivos nacionales, provinciales y municipales, en los sindicatos, en los ámbitos judiciales y en todo tipo de conducción organizacional.

La próxima Reforma Política constituye en sí misma una gran oportunidad para incorporar esta condición que garantiza la justa y equitativa competitividad en el campo de la política.

Hubo intentos para impulsar proyectos de leyes que establecían formalmente la paridad en la representación, dos en la Legislatura porteña presentados por las legisladoras Virginia González Gass (UCR) y María Rachid (Frente para la Victoria), y un tercero propuesto por la Defensoría del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires. En la provincia de Buenos Aires el senador provincial Sebastián Galmarini también presentó uno para ese distrito el año pasado pero no fue tratado y perdió estado parlamentario.

La paridad en la representación parlamentaria ya funciona con éxito en tres provincias argentinas: Córdoba, Santiago del Estero y Río Negro. ¿Por qué no en todo el territorio nacional?

En América, cinco países han adoptado medidas de paridad para la conformación de sus listas electorales: Bolivia, Ecuador, Costa Rica, Nicaragua y México. Este continente tiene el porcentaje más alto de mujeres parlamentarias del mundo, aunque no es suficiente. A modo de comparación diremos que en noviembre de 2014, las mujeres representaban el 25,7% en los órganos legislativos de las Américas, mientras que la media mundial era del 21,9%.

El mapa de Mujeres Políticas conformado por la Unión Interparlamentaria y la ONU Mujeres, señaló que en 2014 América Latina y el Caribe contaban con el número más alto de mujeres jefas de Estado o de gobierno: Brasil, Chile, Argentina, Jamaica y Trinidad y Tobago.

Paridad e igualdad son dos conceptos que transitan el mismo carril y se contienen entre sí. La mayoría de las mujeres dedicadas a la política sienten que éste es el momento de avanzar hacia la paridad, porque ella supondrá ocupar más lugares de poder para garantizar la igualdad.

¿De dónde viene “la democracia de la paridad”? El objetivo de alcanzar el 50% en la representación política femenina nació en Francia, aproximadamente en 1993, año en el que las argentinas lograban implementar concretamente el cupo del 30 por ciento. En aquél momento, la debacle del socialismo francés provocó que la dirigencia masculina tomara nota de las movilizaciones femeninas realizadas en 1992. El reclamo para incorporar la paridad a la reforma de la Constitución francesa hizo que se incluyera en la plataforma electoral del Partido Socialista francés. El triunfo de Lionel Jospin dio vía libre a esa aspiración y él mismo formó su gabinete con ocho (8) mujeres).

Aunque la participación femenina creció notablemente en Argentina, en la última elección presidencial solamente el Partido de la Izquierda Democrática llevó en su lista igual cantidad de hombres y mujeres, eso sí encabezada por un varón.

El Congreso de la Nación es el ámbito donde mejor se observa que el cupo femenino hace un buen tiempo que superó el 30%, sin embargo el porcentaje de mujeres en cargos de máxima autoridad en ambas cámaras llega apenas al 20%.

Nuestro país es el único que puede mostrar en Latinoamérica que tuvo dos presidentas mujeres, y sin embargo en la conducción de los 33 partidos políticos con vigencia nacional sólo 5 tienen a una mujer a la cabeza.

En 2011, dentro del Poder Ejecutivo argentino, sólo el 21% de los cargos ministeriales estuvo en manos de mujeres, y en los gabinetes provinciales esa representación apenas llegó al 14%. Únicamente en la provincia de San Luis las mujeres fueron mayoría ese año en el gabinete (54%), mientras Tierra del Fuego exhibía una representación del 38%.

En este año 2016 el país aumentó la presencia del género femenino en la representación legislativa nacional, y tiene a cinco mujeres liderando gobernaciones provinciales, una de ellas al frente de la provincia de Buenos Aires, algo inédito en la historia argentina. También se incrementó el número de mujeres intendentes en cada provincia.

Dentro de los sindicatos, donde la ley de cupo se impuso mucho más tarde, en el año 2002, sucede lo mismo que en las legislaturas. Las confederaciones sindicales –entidades de tercer grado- tienen Secretarias Generales en un 14%. En los sindicatos y federaciones, organizaciones de primer y segundo grado, la situación es muchísimo más desfavorable: ocupan solo el 5% de los cargos de conducción. Como miembros de las comisiones directivas de los sindicatos llegan al 20%, y en las federaciones al 12%.

A todas luces se revela que el despliegue femenino en la tarea de conquistar lugares de poder se produjo tras la caída de los propios prejuicios y los de los hombres que actúan en esos mismos ámbitos. La persistencia de la lucha femenina está dando grandes frutos después de un largo trayecto de avances, retrocesos y nuevos avances.

La democracia de la paridad, o “democracia paritaria” como dicen las europeas, fue uno de los objetivos que la Cumbre Mundial de Mujeres celebrada en Beijing en 1995 se propuso para el año 2005. Ambicioso por cierto. Incumplido en la mayoría de los países.

En el estudio sobre “Paridad y consolidación del poder de las mujeres”, realizado por Alicia Mirayes, la autora sostiene que “la paridad a la que se aspira no debe ser sólo cuantitativa. La finalidad de la paridad es el cambio de actitudes y de valores respecto a la distribución social de los sexos. Si al final la paridad va a consistir en que seguimos perpetuando los estereotipos, la hemos vaciado de contenido”.

La filósofa Victoria Sendón reclama más aún: “Si la paridad no se ejercita desde las propias mujeres que elijen a sus representantes y las imponen a los partidos, la cosa no tiene sentido”, un tema del que las mujeres argentinas todavía no se han ocupado pese a contar con el antecedente concreto de 1951 cuando el Partido Femenino Peronista eligió a sus propias representantes para que luego fueran intercaladas en las listas legislativas definitivas del peronismo.

Pareciera que el año 2016 trae la valiosa posibilidad de progresar en las metas, imponiendo la paridad en la Reforma Política y mejorando la calidad de la representación femenina en todos los ámbitos donde actúe.

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