Macri es la única salida

Macri es la única salida


El domingo se escucharon dos discursos en la Ciudad de Buenos Aires, uno en la Legislatura y el otro en el Congreso de la Nación. Uno duró media hora y el otro casi cuatro. Separados por el horario y por una distancia de apenas doce cuadras, la diferencia más notoria se vio en los contenidos: uno fue convocante, llamó a la unidad, a la cooperación y al trabajo conjunto para superar los problemas de los argentinos; el otro, en cambio, insistió en la división, en establecer la línea entre “Ellos” y “Nosotros”, cargado de referencias rencorosas y odiosas, por momentos virulento, crispado, muy lejos de la sensatez y el aplomo que el momento requería.

Mientras Macri convocó al diálogo, encendiendo una luz de esperanza para el futuro del país en armonía, trabajando codo a codo todos los argentinos y dejando de lado rencores infructuosos, Cristina siguió con su costumbre de pelearse con todo el mundo (algo que parece generar una rara euforia en sus militantes): criticó con referencias odiosas a la Justicia, a la Corte, a los diarios independientes, intentó descalificar impiadosamente y con argumentos falaces al fallecido fiscal Alberto Nisman y hasta se metió con el Estado de Israel, sugiriendo que debían venir ellos a investigar el atentado a la Embajada. Un disparate.

Estos discursos nos formulan dos planteos sobre la Argentina que vendrá a partir del 10 de diciembre: la continuidad de una gestión enfermiza a través de sus notorios herederos políticos, incapaz de dar respuesta a los reclamos más elementales de la sociedad y que, además, garantizará la impunidad en los casos de corrupción, o comenzar una nueva era, con una dirigencia capaz, eficiente, abierta al diálogo y al disenso, dedicada a la instrumentación de políticas públicas sin condicionamientos ideológicos, sin trabas dogmáticas, con la mirada puesta en las ideas superadoras sin importar de dónde provengan.

Al cabo de doce años, el kirchnerismo terminó siendo un problema más que una solución y llega a su final dejándonos la sensación del tiempo perdido, de la oportunidad desaprovechada, además de casi todo un gabinete procesado, imputado, acusado o sospechado de corrupción en sus formas más variadas, y hasta una presidenta que está en la mira de la Justicia por distintas causas.

Los argentinos ya no podemos darnos el lujo de perder ni un minuto más si pretendemos un país próspero, con seguridad, educación y salud realmente para todos. Por eso considero que la única salida es Mauricio Macri, quien traerá un poco de aire fresco para disipar este espeso caldo que estamos respirando los argentinos, saturados de un estilo antipático predispuesto a la discordia.

La capacidad de Macri está plenamente probada durante dos períodos al frente de la Ciudad de Buenos Aires, donde se dio el único caso, incluso en el orden nacional, en el que la segunda administración fue superadora de la primera y por eso Unión PRO se encamina hacia un tercer período de gobierno en la Capital Federal, un distrito donde el electorado es siempre exigente y aplica el voto castigo.

Este año habrá elecciones nacionales y es nuestra oportunidad de cambiar, es necesario hacerlo si queremos un país distinto, sin mentiras, sin corrupción ni cuentos infantiles. Hace casi 30 años que los argentinos estamos tropezando con la misma piedra y parece que no aprendemos, ¿cuánto más hace falta?.

Hay otra dirigencia que viene abriéndose camino con ideas de progreso, de prosperidad, con idoneidad para llevar adelante políticas públicas reales, tangibles, y con la convicción de que solamente unidos podremos salir de la Argentina sumergida.

El cambio posible está en manos del electorado. No esperemos encontrar soluciones donde solamente obtuvimos fracasos.

*Presidente del Partido de la Ciudad, integrante de Pro.

Qué se dice del tema...