Los presidenciables tras la elección

Los presidenciables tras la elección


Similares a los de las primarias de agosto, aunque con matices, los resultados de la elección del domingo terminaron de configurar una primera grilla de precandidatos presidenciales para suceder a Cristina Kirchner en 2015. Típico de la volatilidad política argentina, lo que hace dos años era la gran incógnita de cara a estos comicios, al final pasó casi desapercibido en la mayoría de los análisis: cualquier sueño de eternidad para la Presidenta quedó formalmente sepultado en las urnas. El oficialismo, que debía lograr una victoria histórica para alcanzar los dos tercios en el Congreso y reformar la Constitución, se conformó con mantener sus mayorías ajustadas. Pero de re-re, ni hablar. Como en una película, Cristina ya había quedado corrida de la escena con un problema de salud.

El pantallazo rápido deja una decena de “presidenciables”, algunos compartiendo espacios, por lo que el tiempo los irá depurando. También el correr de los meses podría ir fundiendo fronteras que ahora parecen infranqueables. ¿Cuáles son hoy estos grandes grupos con nombres propios

El oficialismo/kirchnerismo

Con Cristina fuera de carrera, y con una derrota segura a la vista en las elecciones del último domingo, el kirchnerismo le hizo una suerte de abrazo de oso a Daniel Scioli. Lo erigió como su principal figura y lo pegó al candidato Martín Insaurralde con un doble propósito: apuntalar su postulación y, en paralelo, dejarlo como el padre de la debacle. Nadie obligó al gobernador a aceptar el desafío. Scioli creyó, erróneamente, que la diferencia con Sergio Massa sería menor y en su particular análisis veía esa derrota digna como un trampolín para su proyecto presidencial. Pero poco de eso ocurrió y el exmotonauta quedó para la historia como una de las caras de la derrota en el distrito. El domingo a la noche, solo un exaltado Amado Boudou logró sacarlo un poco de foco.

El gobernador ya dejó en claro cuál será su estrategia. Recostarse sobre el PJ y heredar la candidatura del oficialismo, casi por default. En su carrera política, Scioli siempre logró quedar de pie. Ahora tiene una contra inédita: en su horizonte solo aparece como posibilidad una candidatura presidencial.

Por otro lado, ni siquiera está claro hasta dónde podrá avanzar dentro del peronismo. Un colega suyo, Sergio Urribarri, es justamente la carta más meneada del kirchnerismo en estos momentos para sostener el modelo. El entrerriano, candidato testimonial, fue uno de los ganadores del domingo. Alineado incondicionalmente, cuenta con el visto bueno del oficialismo más duro e incluso se menciona un posible nombramiento en el Gabinete nacional, como jefe de ministros, para levantar su perfil. Porque esto último es su punto débil. En una encuesta espontánea sobre intención de voto para presidente, Urribarri ni figura.

El peronismo anti-K

Si había alguna duda sobre el liderazgo de este espacio, la rotunda victoria de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires la barrió por completo. Fue el candidato más votado de todo el país, le sacó cerca de 12 puntos a su rival kirchnerista y dirigentes de todo el país hacen fila para sumarse a su armado. Hasta ahora, el intendente de Tigre se mostró como un estratega implacable: aún dentro del oficialismo, empezó con su armado de jefes comunales hace un par de años, luego le marcó los tiempos al Gobierno nacional con su exasperante indefinición electoral, más tarde los golpeó en las primarias y el domingo hundió al kirchnerismo en la Provincia. Hoy tiene condiciones de favorito: es joven, capta votos K y anti-K, y tiene timming para hablar de los problemas (y los dirigentes) que le molestan a la gente.

Pero faltan dos largos años, una eternidad para la política de nuestro país. Massa, por lo pronto, deberá ingeniárselas para sobresalir entre 250 colegas en el Congreso. ¿Qué hará cuando sus rivales lo ninguneen o eviten tratar sus proyectos? El líder del Frente Renovador también se mostró muy hábil en su trato con los medios. Seguirá dependiendo de ellos para no perder visibilidad.

A favor, no aparecen en el horizonte de Massa rivales fuertes dentro del peronismo anti-K que lo puedan condicionar. Las acciones del gobernador cordobés José de la Sota o el camionero Hugo Moyano, ni que hablar las del diputado Francisco De Narváez, fueron menguando y cualquier acercamiento con el intendente de Tigre será por la puerta del costado.

La centroderecha

El resultado del domingo también ayudó a consolidar la proyección nacional de Mauricio Macri. Aunque el porcentaje total de votos en todo el país no llega a los dos dígitos, al menos el Jefe de Gobierno avanzó algunos escalones fuera de su vecindario. Los segundos puestos en Santa Fe y Entre Ríos, más un digno cuarto puesto en Córdoba, son señales positivas para el Pro. También, claro, el nuevo y contundente triunfo de Gabriela Michetti en la Ciudad. Pero aún así, es más lo que deberá avanzar Macri en dos años que lo que logró armar en diez.

Optimistas, el propio precandidato y sus dirigentes cercanos repiten un par de variables que lo ubicarían en una posición relativa inmejorable. Especulan, sueñan, con un panorama en 2015 similar al de 2003, con el peronismo dividido (entre Scioli y Massa, en este caso) y algún candidato extra de la centroizquierda. En esa hipótesis, con un veintipico por ciento, el expresidente de Boca puede ilusionarse con un eventual balotaje.

En el corto plazo, en el Pro descartan acuerdos (al menos de peso) con otras fuerzas. Esta alternativa les plantea el gran desafío para los próximos años: generar un (buen) candidato propio en la provincia de Buenos Aires, nada menos que el 37% del padrón de todo el país. Desde hace meses, el macrismo viene repitiendo el nombre de María Eugenia Vidal, actual vicejefa porteña, como una variante. El propio Macri sumó a su primo, Jorge, actual intendente de Vicente López. Por ahora parece poco. En el Pro coinciden, pero insisten con que corridos Massa y Scioli del distrito ninguna fuerza tiene una opción ganadora en tierra bonaerense.

La UCR, el lilismo y la centroizquierda

El resurgimiento del radicalismo como fuerza nacional, con Julio Cobos arrasando en Mendoza, más otra buena elección del socialismo en Santa Fe con Hermes Binner y el volver a vivir de Elisa Carrió y Pino Solanas en la Capital, le dan a este espacio la mayor cantidad de variantes nacionales. También se anotan algunos externos a la elección, como el senador Ernesto Sanz. La duda, aquí, es la calidad de la oferta. Algo de esto ya se había esbozado en 2009 y todo terminó en la doble candidatura, separada, de Binner y Ricardo Alfonsín. Entre ambos se acercaron a los 30 puntos, pero jamás pusieron en jaque el triunfo de Cristina.

Acaso por aquella mala experiencia y por el buen ejemplo de la interna de Unen en la Capital, en el espacio se habla de una gran primaria entre todos para que quede en carrera el mejor. Sería, a priori, un buen señuelo para atraer la atención ante otros candidatos que se encaminan a caminar por separado y llegar fortalecidos al comicio general.

Entre todos, a su manera y cada uno con su aporte, lograron correr a Cristina del tablero y lograron relegar al kirchnerismo. Desde el lunes, ya largaron la pelea entre ellos para sucederla.

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