La incógnita kirchnerista

La incógnita kirchnerista


“Randazzo va a terminar bajando a ser candidato a gobernador. No va a poder decirle que no a Cristina. Le conviene más que terminar perdiendo en las PASO con Scioli”, comentó un dirigente de La Cámpora a Noticias Urbanas.

Esa reflexión –que es compartida por buenos sectores del oficialismo alimenta la intriga por lo que va a pasar en el Frente para la Victoria, que en 2015 tiene que renovar los dos cargos ejecutivos más importantes del país: la Presidencia de la Nación y la Gobernación bonaerense. La ley no permite que sus actuales ocupantes puedan seguir en sus puestos y provoca la expectativa en un peronismo acostumbrado a gobernar más que a debatir.

Los hombres de la Cuarta. El ministro del Interior es un hombre de Chivilcoy y siempre peleó por la hegemonía de esa región bonaerense (la cuarta sección electoral) con el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, oriundo de Chacabuco. Es en torno a ellos, dos aspirantes a concurrir a las PASO presidenciales, que surgen los rumores sobre un camino seguro a La Plata.

“Esa posibilidad es cada vez más lejana. No hay indicio de que Florencio lo vaya a hacer. Al contrario, cada vez que hace mención a su postulación presidencial, Cristina Kirchner lo avala. Las primarias van a fortalecer a todos, el que gane va con grandes chances de ganar en primera vuelta. La única pelea real será la del FpV”, comenta a Noticias Urbanas un legislador muy allegado al ministro y que funciona como su operador.

La misma fuente deja trascender los últimos números con los que cuenta: en los votos que se le computan al kirchnerismo (que según ellos superan el 35 por ciento del total), la diferencia entre Randazzo y Scioli es de solo 8 puntos.

“Florencio está entusiasmadísimo, pero la gran electora será Cristina, que definirá quiénes van a las PASO. Hay que crecer y crecer por ahora”, admite.

Algunas versiones indican que la fórmula más cercanaa satisfacer al heterogéneo abanico kirchnerista sería Randazzo-Bossio. El jefe de la Anses tiene buenos lazos con el cristinismo más puro y gracias a los fondos que maneja ha tejidoun interesante entramado con los intendentes bonaerenses.

Pero habría que ver si los demás aspirantes a suceder a Scioli, como Patricio Mussi, Santiago Montoya y Fernando Espinoza, están dispuestos a bajarse tan fácil de la carrera.

Otro de los nombres que se barajan para la Provincia es el de Domínguez, otro que quiere ser presidente sin obtener mucho eco en las encuestas. “Julián hará lo que diga Cristina. Cree que, cuando llegue la hora de la verdad, la Presidenta va a tomar decisiones y será la gran electora”, dicen hombres de su confianza.

Domínguez, apoyado en la agenda que le provee ser presidente de la Cámara baja, realiza un sinfín de visitas al interior e intenta subir su perfil mediático, pero por ahora su destino es incierto. Su mandato vence en diciembre próximo pero su buena relación con Scioli permite suponer que si el gobernador llega a la presidencia, el hombre de Chacabuco tendrá un lugar en el gabinete.

En la Provincia, el kirchnerismo tiene un factor institucional que puede serle de gran beneficio: la ausencia de balotaje. Si existiera segunda vuelta, sin duda el kirchnerismo perdería hoy por hoy. Pero al no ser el caso, y montado en todo el aparato que brinda el ser oficialismo y tener la mayoría de los intendentes consigo, le alcanza al FpV con obtener un solo voto de diferencia para seguir al frente de la Provincia.

Tal vez sea esto lo que tenga en mente Massa, junto a otras razones, claro, para persistir en sumar a cuanto kirchnerista sea posible (incluso de los que está harto, como Insaurralde) y de evitar toda fuga (como la paciencia que exhibió con Giustozzi o Posse). Una pequeña sangría de votos puede significar quedarse sin nada porque no hay segunda vuelta que salve.

Debate solapado. Por lo bajo, son varios los dirigentes del massismo bonaerense que arguyen que el variopinto colorido de tener cinco precandidatos a gobernador es contraproducente, y que no hay referentes a nivel municipal o provincial que alcancen para articular tantas listas.

Entre los dirigentes de más renombre que suelen transmitir esta opinión están Darío Giustozzi, el senador provincial Sebastián Galmarini y el intendente de Tigre, Julio Zamora. La mayoría lo dice por lo bajo y, seguramente, con algún interés como subtexto.

Quienes quieren evitar unas PASO diluidas para fortalecer su propia situación, por ejemplo.

Incluso Massa se guarde seguramente esa carta en secreto hasta último momento, aunque le será políticamente inviable decirles a todos que no. Especialmente si el motivo es ayudar a apuntalar a Martín Insaurralde, Giustozzi o Francisco de Narváez. El candidato a presidente repite en público que habrá primarias. Pero el debate al interior del massismo, solapado, persiste.

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