Una propuesta de metodología del uso del poder

Una propuesta de metodología del uso del poder

"Las definiciones que dimos del discurso diferenciado que la dirigencia de una sociedad puede tener en sus distintos estamentos, nos lleva a la problemática de la corrupción".


El siguiente artículo fue publicado en www.pjgrupomayo.com.ar

Poder y representatividad.

El poder es un atractivo para todos aquellos que tienen deseos de destacarse y competir en el campo de la vida. Es una expresión de vitalidad y de acción. En si no es cuestionable que la característica del ser humano sea la de diferenciarse y buscar ser propietario de bienes o de conocimientos que bajo formas materiales o espirituales le permitan manifestaciones de poder sobre sus semejantes.

El tema es ver si ese ejercicio de la diferenciación implica sometimientos o dominaciones sobre la voluntad del otro, de alguna forma de violencia o destrucción sobre sus semejantes.

Entrar a analizar las formas de uso del poder es lo que nos interesa.

Cuando surge de la participación y de la representatividad, el individuo que accede al poder esta legitimado. En democracia esta expresión es mayor cuanto más directa es la representación y cuanto más significativa es la elección, por numero de votos obtenidos y por la facilidad de accesibilidad al representante popular.

En muchas circunstancias el que ejerce la representatividad del voto a medida que se instala en la situación nueva modifica su personalidad, y comienza a confundir autoridad con autoritarismo, o ejecutividad con transgresión e impunidad. La llegada a un lugar de toma de decisiones o de accionar de conducción puede confundir o generar ambigüedad, ante la rigidez administrativa, o las dificultades de control, que llevan a cambios en el discurso, o en las actitudes.

Generalmente la evidencia de las modificaciones de comportamiento surge en el tratamiento de los temas económicos o en las definiciones de puestos de trabajo. Esta evidencia, se acompaña por la necesidad de ocultamientos o lealtades que tienen mas que ver con dificultades en la gestión del poder y en el uso de los bienes administrados.

Discurso en el poder.

Un triple discurso puede ser identificado en el uso del poder.

El primero es el discurso verdadero , que surge de una representación legitima, que busca mantener una distancia practica entre la palabra y la gestión, sin violentar una distancia de seguridad entre la estética del poder y la ética en el ejercicio del mismo.

Esto significa que el deseo y el gusto por poseer poder, es decir la estética que el mismo representa en la voluntad y la conciencia del individuo no se alejen tanto de la ética como para impedir la existencia de la verdad en la acción de realización en el pueblo y la expresión de los principios en la conciencia y capacitación de la comunidad.

La ética la definimos a partir de los principios y lineamientos de la existencia del individuo en su vinculo y relación con los demás. Del respeto y de la garantía responsable de la forma del contrato social y de la aceptación de la alteridad y la diversidad en forma compartida.

Esta ética, propia de la comunidad organizada, no se reduce a los aspectos morales de cada individuo, sino a las normas y preceptos educativos y culturales que están históricamente reconocidos por la asociatividad del grupo social y por la gobernabilidad de la sociedad.

Este primer discurso es el de decir la verdad de forma directa y abierta, sin discriminación ni violencia, respetando la libertad de decisión y la diversidad de expresión de la voluntad de los individuos. La búsqueda de consenso y de respeto de los derechos y garantías permite que el poder se manifieste sin la violencia sobre los demás.

La segunda forma de discurso es la de la retórica . Es la forma más engañosa y la que provoca mas desencanto y frustración en la conciencia del pueblo. Dicha forma busca lograr la representación y la gobernabilidad, a través de la seducción en la expresión política y de la infantilización en la gestión. Surge en aquellos que ven una inmadurez en los ciudadanos y creen que una expresión elitista y discriminatoria puede usar el poder, mientras la ambigüedad en la identidad política y en la acción permite una burocratización de la toma de decisiones, y una tergiversación en la gestión del patrimonio publico.

Generalmente las masas se someten transitoriamente a la retórica y terminan reaccionando por manifestaciones de voluntad de cambio, que pueden ser producto mas de la frustración que provoca la retórica, que de condiciones objetivas condicionantes de la supervivencia material, o de rupturas culturales profundas en la subjetividad de la sociedad.

Esta segunda forma del discurso tiene incorporado un grado elevado de falta de transparencia y de opacidad en las acciones de gobierno que llevan a la dominación y al sometimiento. La verdad y los principios quedan relegados por la seducción y la constante limitación de la satisfacción de las necesidades, tratando de que el pueblo pierda rasgos de dignidad e identidad.

La tercer forma de discurso es la de la mentira , a través de la tergiversación y el engaño . En esta situación la masa es dominada por un control rígido, que esta al borde de la ruptura del contrato social. La democracia queda limitada en sus expresiones y los individuos aceptan esta situación como mal menor frente al riesgo de desaparición de las libertades y garantías individuales, o de debilidad institucional manifiesta.

La voluntad popular esta entonces pendiente de una gestión del poder que tiene aleatoriedades y discrecionalidades propias del autoritarismo, aunque el poder se cubra de un marco de representatividad que pierde legitimidad a medida que la acción de gobierno se extiende en el tiempo.

La corrupción como metodología indebida.

Las definiciones que dimos del discurso diferenciado que la dirigencia de una sociedad puede tener en sus distintos estamentos, nos lleva a la problemática de la corrupción.

Esta metodología de acción en la gestión de lo publico o lo privado, es entonces una expresión que deja de ser solamente una decisión de moral individual, para transformarse en un comportamiento social.

En ciertos periodos de la historia de una Nación, puede incluso ser de tal magnitud la corrupción existente en los vínculos asociativos, o en el mercado económico, que se inserta culturalmente y puede cronificarse en las expresiones de conciencia de la masa y de la multitud.

Es muy difícil diferenciar en el conjunto en donde se genera o como se generaliza el acto corrupto, la transgresión extrema o la vulnerabilidad normativa o jurídica, sino se toma en consideración las características de las crisis sociales y de cómo en muchas ocasiones la salida de las mismas puede aceptar condiciones de violencia cotidiana extremas.

En esquemas autoritarios de gobernabilidad, el individuo busca satisfacer su necesidad inmediata con esquemas lindantes con lo prohibido, la falta de dignidad y la corrupción.

Esto es propio de las sociedades totalitarias, concentracionarias o en las que prima el desconocimiento de las libertades individuales.

El hambre, la marginalidad extrema o la perdida total de las garantías, permite el sometimiento extremo y la corrupción generalizada.

Es allí donde normalmente se instala una gobernabilidad vulnerable institucionalmente, y corrupta en el comportamiento individual.

Aquel que se rebela, por algún motivo de voluntad individual, con la metodología corrupta, queda marginado y expulsado del núcleo duro en la toma de decisiones. La hegemonía de la corrupción, invade entonces la gestión y la determinación de la representatividad en la acción de gobierno.

Lo publico y lo privado se confunde en las operaciones de incremento y acumulación patrimonial de los individuos, desconociendo aquellos que ejercen el poder, su origen y representación de los sectores populares.

La necesidad del deseo de poder avasalla el control social y esta lleva a que sea muy difícil erradicar grados elevados de corrupción. Solamente una intervención externa al poder puede poner limites a estas formas extremas.

Las propuestas de control de la corrupción y los limites democráticos al uso del poder .

Las instituciones y organismos de control de la gestión del poder, sea este publico o privado tendrían que poseer indicadores objetivos de los hechos de mala praxis o de fraude o corrupción lisa y llana.

Estos indicadores tendrían que identificar la burocratización, y el ejercicio indebido, con eficaces mecanismos de control, sin que se llegue salvo en casos extremos a los hechos paradigmáticos o excepcionales para poder reaccionar y colocar los limites.

Entre las instituciones más interesantes para tener un tejido de contención y de prevención al delito de corrupción esta la de la Defensoria del Pueblo.

Esta figura de control externo al Estado y a la actividad privada se fue propagando en países nórdicos, para luego insertarse con diversas formas en nuestra sociedad. La importancia de esta institución es la participación de los ciudadanos y habitantes de una Nación, o en forma subnacional o local, y la del control.

Generalmente comenzaron como forma de garantía de las responsabilidades de los funcionarios en el respeto de los derechos individuales, pero también como elementos institucionales de contralor.

Es recomendable en las situaciones especificas donde el riesgo de que los diversos poderes de gobierno puedan tener el mismo signo de hegemonía política, el de lograr que la elección de las autoridades de esta institución represente a las minorías, sean estas bajo las expresiones políticas existentes o las representaciones comunitarias no gubernamentales validadas socialmente.

Esta institución tiene que poseer la facultad de un control externo no vinculante a los poderes vigentes, pero determinante del ejercicio de las responsabilidades de los funcionarios y del seguimiento de los actos de gobierno.

Sus manifestaciones, resoluciones o actuaciones tienen que permitir que el pueblo se referencie en la misma como un ente u organismo garante de ultima instancia del mantenimiento de una democracia representativa en la acción de gobierno, en caso de que la corrupción gangrene el tejido asociativo y elimine la voluntad de modificación positiva de la gestión de Estado.

Lograr este objetivo no es sencillo y exige acciones de capacitación y de educación en la ciudadanía para que el comportamiento natural de los individuos, condicione e impida los actos definidos como inhibitorios de las garantías y derechos, y atentatorios contra el patrimonio y las calidades de los bienes y servicios.

Conclusión .

La corrupción como forma de metodología de la política y de la acción de gobierno debe ser primero disminuida, y luego erradicada, para llegar a un discurso de verdad y representatividad, propio de una civilización arraigada en la comunidad organizada y en una inserción con identidad nacional en un mundo globalizado.

Querer hacer esto implica una voluntad y una conciencia política que acepte cambiar las formas de ejercicio del poder y que quiera modificar costumbres y hábitos enquistados en las sociedades sometidas por la pobreza y la indigencia económica y cultural.

Avanzar en este campo, desde lo local a lo global es una tarea ciclópea que hace a los objetivos de nuestra campana política que seguramente culminara en la victoria de la renovación política y abrirá la posibilidad de una acción de gobierno popular con dignidad e identidad regional y nacional.

(*) Economista y fundador del Grupo Mayo, se desempeña como Director General de Técnica Presupuestaria de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad

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