Quince minutos de fama

Quince minutos de fama

"También hubo varios intentos del propio Georges de cooptar con jugosas ofertas al dirigente albertista Juan Manuel Olmos, presidente de la Comisión de Presupuesto y mandamás desde el SUTERH del peronismo de Capital. Pero ése era el límite y más allá de las cortesías del caso, Olmos le hizo notar con su negativa que la cuestión entre Telerman y Alberto era más complicada que lo que él creía".


En pocos días más Jorge Telerman pasará a ser historia reciente como jefe de Gobierno de la Ciudad. Más allá de ver con el tiempo si su gestión -parida con tremenda carga emotiva debido que se gestó a partir de la tragedia de Cromañón y posterior destitución de Aníbal Ibarra- perdura en el recuerdo de algún mortal, es interesante esclarecer algunas cosas que se han dicho o han pasado durante su breve período de gobierno. El encumbramiento de Jorge Telerman fue durante todo este tiempo cuestionado por el ibarrismo y también por algunos sectores del kirchnerismo aliados al ex fiscal. La acusación lisa y llana de que el ex vicejefe de Ibarra participó de un complot junto a Mauricio Macri para voltearlo es algo que hasta que alguno de los protagonistas de esta historia se decida a hablar jamás podrá ser verificada. Telerman, por su accionar en estos meses (fueron sólo 15 hasta junio de este año), se asemejó bastante a una síntesis de los dos archienemigos que tiene ideológicamente esta Ciudad: Ibarra y Macri. Por un lado, el Pelado manejó los acuerdos con la Legislatura hasta llegar a tener un bloque propio con una pericia ligada a su carácter, teniendo de bastoneros al poderoso Santiago de Estrada y a su sucesor Diego Santilli. A su vez, mantuvo en el gabinete del Gobierno al socialismo y a la ex mano derecha de Ibarra, Raúl Fernández, entre otros funcionarios, algunos de los cuales fueron luego eyectados a la estratósfera, incluido el remero. Telerman, quien siempre creyó que su reelección era posible -incluso cuando los números de la semana entrante a la elección de junio lo daban tercero detrás de un apático Daniel Filmus- se fue enterando de a poco del nivel de manejo que tenían los popes de Perú 130, que le tiraron por la ventana a Guillermo Nielsen cuando De Estrada entendió que no tenían por qué soportarlo más con sus dotes de pavo real todopoderoso e intransigente. La salida de Nielsen fue anunciada en su momento -tres meses antes por este semanario- hecho que provocó que un gobierno débil y sin estrategia comunicacional le quitara la publicidad en represalia por la primicia, luego repuesta cuando volvió el raciocinio. Hasta junio, luego kaput. También hubo varios intentos del propio Georges de cooptar con jugosas ofertas al dirigente albertista Juan Manuel Olmos, presidente de la Comisión de Presupuesto y mandamás desde el SUTERH del peronismo de Capital. Pero ése era el límite y más allá de las cortesías del caso, Olmos le hizo notar con su negativa que la cuestión entre Telerman y Alberto era más complicada que lo que él creía. Si algo faltaba para comprobarlo fue el cable de Télam que mandó redactar Alberto leyéndole la mente al juez Zelaya cuando el afrancesado, además de glamour, le quiso agregar alguna ironía a sus despedida en el Teatro San Martín, exactamente en la fecha de su cumpleaños 52. El armado político del gobierno de Telerman fue absolutamente complejo e inentendible incluso para sus más conspicuos integrantes, que no acertaban a la hora de justificar las decisiones de un jefe quizás demasiado afecto a dejar contentos a sus interlocutores, cediendo espacios y autonomía hasta terminar con un rejuntado que explotó y se paralizó con la derrota electoral. Si para muestra basta un botón, es bueno recordar tanto el día de cierre de listas de legisladores de Telerman como la reunión post electoral del jefe de Gobierno y su equipo, una vez repuestos del traspié ante los K. Esto último no tuvo desperdicio ni síntesis. Parecía un encuentro de la ONU sin traductores. De Macri y su paliza ni hablemos. Los tres primeros candidatos a legisladores no fueron propios de Telerman. Ni siquiera afines. Con el agravante de que tampoco eran coincidentes entre sí: tal el caso de Gabriela Cerruti (súper K) y Raúl Fernández (odiado por la cúpula K y viceversa), dejando en el medio al siempre híbrido socialismo, en este caso representado por el joven Julián D’Angelo, quien llevará desde el PS la estrategia nacional con casa matriz en Santa Fé. Mientras tanto, Helio Rebot vuelve al macrismo del que se había ido. Regresa a un lugar sensible como lo es el área Derechos Humanos. Y Florencia Polimeni, por ahora, seguirá siendo una cara bonita en el poco concurrido núcleo duro de los T. La alianza con la Coalición Cívica fue igual de horrible que el resto de las decisiones políticas de Telerman, quien actuó quizás empujado por la necesidad de un anclaje nacional, pero cuando ya todos los votos de los porteños que no gustan de los Kirchner, tenían dueño y no era Lilita sino el ingeniero. Mal calculada, la elección de Telerman por la blonda chaqueña llegó cinco meses antes, ya que en octubre fue ella la premiada y castigado el PRO por falta de candidato. Los K siempre sacan lo mismo en la Ciudad, los demás no. Juan Pablo Schiavi y en menor medida Enrique Rodríguez emigran al kirchnerismo a como dé lugar. Oscar Feito y Sergio Beros resisten junto al jefe y a la bandita del "Mono" Di Lorenzo. El privadísimo Álvaro Rufiner tiene más de un ofrecimiento (modesto) a futuro, los demás son más técnicos y se acomodan con más flexibilidad a distintos esquemas. ¿Debió Jorge Telerman armar un nuevo gobierno para el breve tiempo que le quedaba o debió continuar con el que había logrado con Aníbal Ibarra? Su pelea con los K, ¿fue beneficiosa, principista o inútil? Con la chapa puesta la opción es obvia, en esta selva sólo vale ganar y Georges inevitablemente vuelve al llano. Pero es cierto que más allá de cuáles fueran sus intenciones (nunca claras) el progresismo fue herido de muerte en la Ciudad, sin adherentes para políticas más bien huecas de contenido y desbordantes de lindas palabras. La “actitud Buenos Aires" no pudo llegar a puerto, y dejó a "Buenos Aires 10" con un 2 en la libreta. La inmensa mayoría prefirió que “Buenos Aires esté más bueno”. Telerman tuvo algo que ver con esto. Alberto e Ibarra también hicieron lo suyo. Ahora los tres disfrutan los próximos cuatro años del dúo que supieron conseguir: Mauricio y Gabriela.

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